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TEORÍAS Y METODOLOGÍAS DEL ESTUDIO DE
LAS RELIGIONES
Material preparado por Francisco DIEZ DE VELASCO UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA Este material electrónico tiene licencia Creative Commons Reconocimiento - NoComercial - CompartirIgual (by-nc-sa) |
1) La apertura hacia la pluralidad
y los ámbitos no occidentales
2) La renuncia al religiocentrismo
y la difícil búsqueda de un marco neutral
3) La óptica interdisciplinar
4) El método comparativo
en el estudio de las religiones
5) La configuración
de una disciplina totalizadora
1) La apertura hacia la pluralidad y los ámbitos no occidentales
Aún a pesar de las indeterminaciones
y del carácter inacabado de disciplina que hemos adelantado anteriormente,
existen algunos puntos comunes que conforman una óptica de análisis
suficientemente particularizada y una visión propia del objeto de
estudio.
Al comparar la aproximación teológica
frente a la histórico-religiosa ya se han evidenciado algunas de
las características específicas de la segunda como son el
defender una visión no normativa, no exclusiva, diversa, centrada
en el contexto histórico y no esencialista. Ampliando el análisis
se pueden, en síntesis, establecer una serie de peculiaridades que
identifican el trabajo en la disciplina.
La historia de las religiones (ciencias
de las religiones, estudio de las religiones...) ha desarrollado una óptica
de análisis global (mundial) que quizá no ha caracterizado
en igual medida a algunas otras disciplinas históricas y humanísticas.
Ello es debido a que se ha dimensionando de modo cada vez más sofisticado
y equilibrado el papel de las religiones occidentales frente a la enorme
variedad y riqueza de las no occidentales. El abandono progresivo por parte
de las elites intelectuales occidentales de la actitud de superioridad
cultural (que era un medio de establecer el armazón ideológico
justificativo de la tutela y del sometimiento de muchos pueblos no occidentales)
ha llevado a una comprensión más equilibrada de las culturas
diferentes y de sus tradiciones religiosas (desde presupuestos postcoloniales
que han redimensionado también el estudio de las religiones étnicas,
un campo previamente muy transitado). El peso de las milenarias religiones
asiáticas, cuya literatura e iconografía se conoce mejor,
se comprende y respeta, ha desequilibrado el horizonte de investigación
dirigiendo el eje hacia territorios antes despreciados o dejados en manos
de especialistas marginales y marginados. Desde el punto de vista metodológico
los avances más notables en la disciplina se están produciendo
en ámbitos antes tenidos por poco interesantes como son las sociedades
en fases de contacto o en procesos avanzados de aculturación (que
crean formas religiosas mestizas de un notable dinamismo). Aunque el peso
que se suele otorgar al judaísmo o al cristianismo es todavía
destacable en los grandes manuales, no tiene comparación con el
que se daba hasta hace medio siglo, en que las religiones del libro solían
ser el grueso de la exposición (y su hilo conductor ideológico).
El respeto hacia las religiones
no occidentales ha llevado al desarrollo de una sensibilidad nueva que
ha revertido incluso en el mejor conocimiento de las propias religiones
occidentales; al ser analizadas desde un óptica menos eurocéntrica
desvelan rincones ocultos, prácticas no canónicas y fenómenos
religiosos marginados pero muy reveladores. Por ejemplo la comprensión
del fenómeno dionisiaco en la religión de la Grecia antigua
ha avanzado gracias al conocimiento que se posee de las religiones extáticas
no europeas; la sacralización de la naturaleza presente en los ámbitos
tradicionales europeos se comprende mejor desde que, gracias al estudio
de las sociedades a pequeña escala, se ha llegado a entender la
importancia de los vínculos religiosos ideados por estas sociedades
para proteger el ecosistema generando un universo de prohibiciones, seres
imaginarios y espíritus vegetales y animales; una mística
de la naturaleza que modera la acción antrópica (al desarrollar
una sensibilidad que potencia la conservación) y que subyace, por
ejemplo, en los cada vez más respetados cuentos populares europeos.
La historia de las religiones (ciencias
de las religiones, etc.), al haber asumido los avances de la antropología
en mayor medida quizá que otras disciplinas de análisis social,
ha incluido sólidamente la premisa de la relativización
cultural y de apertura hacia la pluralidad y la diferencia. Ninguna
religión ni grupo de creencias (ni siquiera los propios si se los
tiene de un modo fuerte) han de distorsionar los análisis. No hay
una religión que prime sobre las demás y haya de servir de
modelo (aunque a nivel personal, en el mundo de las creencias privadas,
pueda ser así). Se trata de conocer, comprender y conservar el patrimonio
religioso de la humanidad, limitando los prejuicios en aras de la mejor
comprensión, limando las fobias pero también los idealismos
comunes; una actitud abierta que se consolida desde la asunción
de la diversidad de las religiones humanas gracias a la relativización
cultural. En muchos casos se deberá actuar en contra de opiniones
comunes, asumiendo conscientemente un riesgo mayor que el habitual en otros
campos científicos. Un ejemplo lo ofrece un tema de moda como es
el budismo tibetano; frente a la posición idealizadora común
que hace del estado teocrático tibetano anterior a la invasión
china un paraíso de sabiduría y armonía (el estado
sacerdotal perfecto siempre bien gobernado gracias a la infalibilidad del
sistema de reencarnaciones de sus líderes espirituales-temporales),
muchos especialistas tibetólogos han matizado un panorama del que
no estaba exenta la explotación o las luchas por el poder (que se
manifestaban, por ejemplo a la hora de determinar en quién reencarnaba
el líder espiritual difunto), o los castigos, a veces muy crueles
a los que disentían del sistema teocrático-aristocrático.
Pero, por otra parte, comprender y plantear públicamente esta realidad
del Tibet tradicional requiere hacerse desde la posición consciente
de que existe una propaganda china anti-tibetana, ingrediente fundamental
en una política de destrucción cultural que lastra cualquier
intento de acercarse al problema y que puede distorsionar este tipo de
argumentos en su provecho. La posición postcolonial exige una sofisticación
que se aleje de tomas de partido y binarismos (un buen ejemplo lo ofrecen
los trabajos de Donald Lopez, tanto sobre la recepción occidental
de lo tibetano -Prisoners of Shangri-La o Curators of the Buddha-
o sobre figuras "malditas" como Guendün Chöpel -Madman's Middle
Way-).
Este ejemplo puede servir para ilustrar
la importancia de configurar una mirada diferente frente al objeto de estudio
que ha de sustentarse, para materializarse más allá de una
mera declaración de buenas intenciones, en la aceptación
de las ópticas de análisis y las sensibilidades de los historiadores
de las religiones de diversos orígenes (europeos y no europeos)
de tal modo que, por medio del conocimiento, se intenten mitigar y superar
los inevitables condicionantes culturales de cada estudioso.
Pero además es necesario insistir que se trata de una mirada enfocada desde la pluralidad: GRAN RETO: LA DIVERSIDAD, LA DIFERENCIA
Max Müller: «quien conoce solo una religión, no conoce ninguna» (como conocer una sola lengua no permite poder hacer comparaciones, se es prisionero de un solo modo de ver la cuestión)
Que en nuestro mundo globalizado ya no es algo ajeno, experimentamos la diversidad religiosa desde el momento que pensamos en la diversidad de las sociedades humanas. Vivimos en la diversidad religiosa desde el momento que estamos rodeados, cada vez más, en nuestras sociedades plurales, de gente que tiene otras religiones... y que hace piedra y patrimonio con sus creencias, las enraíza y las convierte en MUY VISIBLES...
Una experiencia que con algunas imágenes se ve mejor que con palabras....
Benalmádena (Málaga) Estupa de la iluminación
(Diamondway) de 33 metros de altura
Madrid. Iglesia de Scientology
Madrid mezquita de la M-30
Fundación Sakya (Denia, Alicante) gompa
Madrid, templo mormon
Sinagoga principal de Madrid
Madrid, Iglesia ortodoxa griega
Valladolid, Barrio Pajarillos, Iglesia Filadelfia
Altea (Alicante): Iglesia ortodoxa rusa
Más especializado:
.sobre budismo en España: http://fradive.webs.ull.es/OCW/17b/index.html
.sobre islam en España: http://fradive.webs.ull.es/hisrel/21b/index.html
.sobre increencia en España: http://fradive.webs.ull.es/hisrel/24b/index.html
Más información en: "Minorías religiosas en España: apuntes de visibilización patrimonial" en E. Suárez de la Torre (ed.), Lex Sacra. Religión y derecho a lo largo de la Historia, Bandue. Revista de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones IV, 2010, 111-163
O en: F. Díez de Velasco, Religiones en España. Historia y presente, Madrid, Akal, 2012.
Concepto clave a la hora de aproximarse a la diversidad
religiosa y poder comparar y analizar sin privilegiar a unos y hacer de
menos a otros....: RELIGIOCENTRISMO
2) La renuncia al religiocentrismo y la difícil búsqueda de un marco neutral
a) El religiocentrismo
Sin duda el principal escollo al que se
enfrenta cualquier estudio de carácter científico sobre la
religión es el del religiocentrismo: una forma de etnocentrismo
que determina una percepción sesgada o distorsionada que se produce
como resultado del peso de las creencias, los modos de pensamiento y en
general la ideología religiosa (o no religiosa o antirreligiosa)
del que realiza el estudio.
PERCEPCIÓN de una | [RELIGIÓN
[SOCIEDAD [CULTURA |
DIFERENTE(S)
DE UN MODO |
[MEDIATIZADO
[DISTORSIONADO [SESGADO |
por las propias | [CREENCIAS
[IDEAS, COSMOVISIONES [FORMAS DE PENSAMIENTO [VALORES |
ETNOCENTRISMO: filtro de la realidad en clave de la cultura propia
RELIGIOCENTRISMO: filtro de la realidad
en clave de la religión propia (o falta de la misma)
HAY QUE TOMAR CONCIENCIA DE QUE SE TRATA DE:
UNA PERCEPCIÓN DISTORSIONADA (matizar: siempre lo es, resulta inevitable en algún grado la distorsión)
PERO EL PROBLEMA RADICA EN QUE CUANDO
REBASA EL LÍMITE ACEPTABLE (concepto que cambia...) PUEDE CONVERTIRSE
EN UN INSTRUMENTO DE CONFLICTO e incomprensión de lo que se estudia
PENSAMIENTO BINARIO | >>identidad-----alteridad
>>certeza-------relativismo |
En muchas ocasiones
el religiocentrismo no es percibido por el investigador de un modo plenamente
consciente y configura un filtro de la realidad en clave de las propias
creencias religiosas que puede desvirtuar en gran parte lo que se está
estudiando. Si bien algún grado de religiocentrismo es inevitable
y la construcción de un marco perfectamente neutral de estudio de
las religiones una entelequia, hay que tomar conciencia de que a partir
de un punto la distorsión religiocéntrica puede llevar a
una completa incomprensión de lo que se desea estudiar.
La mera reflexión que tenga presente
la posibilidad de existencia de tal percepción distorsiva es un
paso clave para comenzar a mitigar sus efectos, y también para
desenmascarar su manifestación a nivel social (las actitudes religiocéntricas
son muy comunes, en particular en lo que se refiere a la percepción
social de la diversidad religiosa).
ACTITUD FRENTE AL RELIGIOCENTRISMO (en todos los niveles, pero, en particular, en lo relativo a educadores y colectivos involucrados en la educación: seguir las directrices de la UNESCO en lo relativo a la educación en el respeto a la DIFERENCIA)
>TOMA DE CONCIENCIA
Maduración en los valores
globales frente a la limitación de la enculturación
(contraejemplo: actitud de los
que fueron educados en el nacionalcatolicismo)
>RESPETO
Frente a la diversidad optar por
una posición respetuosa, para poder desarrollar una actitud de apertura
hacia el diferente (no es suficiente la
tolerancia que es un concepto religiocéntrico)
>APERTURA
Disposición de abrirse a
lo diferente, estudiarlo, comprenderlo, no rechazarlo a priori, romper
preconceptos
>ECUANIMIDAD
Intentar evitar que la percepción
de lo diferente desemboque en el conflicto
PERO:
< NO ES UNA RENUNCIA a los propios
valores sino hacerlos NO AGRESIVOS, capaces de enfrentarse en nuestro mundo
global, por medio de un pensamiento global, a la diversidad superando el
pensamiento binario (a pesar de la presión mediática y la
comodidad de pensar así)
< ES BUSCAR UN MARCO NEUTRAL
E IGUALITARIO de comprensión de las diferentes religiones y sus
fieles (no quiere decir que todas sean iguales, ni que haya que renunciar
a la propia o a la falta de la misma: ejemplo: ser ateo no quiere decir
que haya que negarse a conocer y comprender las religiones y su papel cultural
en nuestra sociedad y su papel identitario para los que creen)
< ES UNA APUESTA DE CONOCIMIENTO
Ser capaces de sofisticar las aproximaciones
para intentar entender la humanidad como una identidad (aunque multiforme)
y las culturas (y religiones) como aspectos de la diversidad de una cultura
humana global con la que se identifica uno (sin generar fronteras mentales
y territorios de exclusión).... para poder vivir un mundo construido
desde la pluralidad de creencias... desde la multirreligiosidad.
Puede analizar las ideas que sobre el religiocentrismo
se plantean en el artículo siguiente (http://www.pucsp.br/rever/rv4_2005/t_velasco.htm).
b) La difícil neutralidad
Resulta necesaria la liberación de
los lastres muchas veces ocultos de enfoques confesionales o militantes,
que tomen como pretexto la disciplina para justificar una visión
religiosa particular. La neutralidad como horizonte, es pues una
necesidad, otra seña de identidad más frente a las aproximaciones
confesionales o teológicas, para las que la óptica neutral
es innecesaria o impensable.
Pero la neutralidad no es una opción
sencilla, ni tampoco dotada de un valor absoluto. En tanto que vástagos
de la postmodernidad, obligados a asumir sus premisas (pero también
a superarlas), no podemos olvidar que los pensamientos fuertes (como
el de la posibilidad de una ciencia incontaminada de circunstancia, de
un científico impermeable a lo que piensa y cree cuando desarrolla
su investigación) han quebrado, víctimas de las aristas
de los grandes discursos que creían (y querían) construir.
Los absolutos no son viables, la neutralidad
absoluta es un engaño, como todo pensamiento binario (el tipo
más fuerte de pensamiento, el que ordena en dos conjuntos, valorado
el propio, el que identifica y anulado el otro, el diferente). Pero comprender
lo relativo, ser conscientes de la incertidumbre, de los propios riesgos
de la certeza (o el orgullo de creer poseer un método intemporal,
definitivo, que haga de los productos que generamos obras más allá
del tiempo), no es equivalente a caer en un completo relativismo que supone
un idéntico valor a cualquier método, o incluso a la ausencia
del mismo; o mejor a la apuesta por la necesaria renuncia al mismo, en
aras de un sentir lo que se estudia (de un vivenciar en una construcción
personal y casi intransmitible, o convertida en pequeño relato literario
y autobiográfico que serviría más para explicarnos
que para explicar lo que parecería que debieramos estudiar). Pero
justamente de este modo estaríamos renunciando a cualquier neutralidad
al convertir lo personal, lo que se cree (en nuestro caso, que se centra
en el estudio de las religiones) en un factor clave en lo que se estudia
y como se estudia.
Asumir la quiebra en este punto de las
aproximaciones postmodernas es abrir la puerta a la posibilidad de que
el método sea clave y a la licitud del empeño en construir
un marco neutral de estudio de las religiones, aún asumiendo el
carácter consensual de dicho marco. Al no ser un absoluto, la
neutralidad será necesariamente una mezcla de lo que el que estudia
estima correcto y de lo que la comunidad científica en la que se
inserta estima aceptable, un producto
contextual
sometido a
los estragos del tiempo y de los cambios personales y disciplinares y que
se sostiene en una serie de factores.
a) El factor lingüístico
ya se ha repasado: en el análisis de la religión se utiliza
un rodillo de conceptos, de palabras que no son neutras (pensemos en secta
o incluso en el propio término religión). No ha habido un
diseño de un lenguaje propio y resulta muy complejo construirlo,
pero un primer paso en la búsqueda de la neutralidad es comprender
que los términos que usamos tienen esa carga y que son susceptibles
de ser cambiados si hay un suficiente consenso para hacerlo.
b) Otro factor es el biológico
y tiene varios modos de manifestarse. Se puede biologizar lo religioso
al plantear la hipótesis del homo religiosus, que
haría de la religión no un universal cultural (un rasgo cultural
que aparecería en la mayoría o en todas las sociedades humanas
-casos limítrofes: los pirahas o hiaitihi-) sino uno biológico.
El hombre (como especie) sería religioso desde el momento que se
pudiese definir como humano: a la par que se constituía la cognición
humana por medio del dominio de lo simbólico (en lo que se incluye
lo lingüístico), se establecía lo religioso. El ser
humano biológicamente religioso convertiría al ateísmo
en una especie de absceso, una anormalidad, una enfermedad del pensamiento.
Esta visión, muy difundida, aunque probablemente muchos de sus usuarios
no sean conscientes de algunas de sus implicaciones, además de discurrir
sobre lo incomprobable (el momento fundacional de la especie humana, en
una perspectiva que se aviene más a los presupuestos creacionistas),
renuncia a la posibilidad de la diversidad de lo humano. ¿Qué
sería ser humano? ¿Y religioso?... serían humanos
los neandertales... ¿y antes?... ¿serían religiosos?...
¿hablaban (para dotar de complejo significado, por ejemplo, a sus
modos de tratar al muerto o las explicaciones sobre el mundo?... ¿tenían
rituales?...
PREGUNTA: ¿Era Moshe un homo religiosus?
Kebara (cueva en el Monte Carmelo, Israel) c. 60.000
a.e. esqueleto descabezado (hay un diente de la mandíbula superior),
llamado Moshe (varón 25-35 años, 1,70 de
estatura, neanderthal, hallado en 1983,hueso hioides ¿hablaba?)
¿Se trata de la testificación de un ritual funerario en fases?
Y ¿lo eran los anteriores (h. -400.000) pobladores
(eran de la especie homo heidelbergensis de la Sima de los Huesos de Atapuerca?,
así lo piensan sus excavadores al estimar que fue un ritual, el
hacha de piedra sin uso previo que lanzaron a la sima junto a los cadáveres
(presentación por parte de Juan Luis Arsuaga en la Universidad de
La Laguna en 2012)
Más información: http://fradive.webs.ull.es/hisrel/3b/index.html
Otra biologización proviene de
los diferentes reduccionismos que intentan sintetizar lo religioso
en uno o unos pocos factores. Muy biológico es el reduccionismo
que quiere hacer de la religión solamente fisiología o
química en el cerebro humano: la experiencia religiosa provendría
de sustancias generadas por el cerebro o incluso radicaría en ciertos
lugares del cerebro que se podrían estimular. La ecología
de las religiones planteada desde presupuestos rígidos, podría
generar también un marco no neutral que anulase el papel del ser
humano como creador de religión frente a su papel de mero adaptador
de sus creencias a las constricciones medioambientales.
En cierto modo igual de caricaturescos
(y bien poco neutrales) resultan los reduccionismos que plantean el
carácter desviado o distorsivo de la realidad del sentimiento religioso
como ocurre en algunos modelos marxistas y freudianos. Se trata de apriorismos
que nublan cualquier intento de acercarse a la diversidad de lo religioso.
Los reduccionismos en tanto que simplificaciones, son ejemplos de la renuncia
ante la dificultad de entender y enfrentar la diversidad que subyace en
el complejo mundo de las religiones, son caminos para ordenar, que en última
instancia tienen mucho que ver con las limitaciones de la cognición
humana. El pensamiento binario es quizá una de las manifestaciones
más evidentes de estas limitaciones. Resulta tan cómodo pensar
en el lenguaje del ellos frente al nosotros, que algunos (y no solo los
estructuralistas) han llegado a estimar el binarismo característica
biológica de los modos de pensamiento humanos: identidad frente
a alteridad, lo crudo frente a lo cocido, lo sagrado frente a lo profano.
Palabras cruzadas que pueden llegar a envenenar la comprensión de
lo que se quiere estudiar erigiéndose en formas apriorísticas
de análisis, en modos sutilmente no neutrales de enfrentar lo que
se estudia.
c) Otro factor destacable es el
sociocéntrico que presenta muchos aspectos. Cualquier estudio
es esclavo de las fuentes con las que cuenta, construidas, salvo excepciones,
desde la masculinidad y la elite. A su vez nuestras explicaciones están
marcadas por modelos de entender el mundo de fuerte arraigo en nuestro
mundo occidental globalizado, centrados en la plutolatría, en el
hedonismo, en la quiebra de las instituciones o la sospecha respecto de
las mismas. Resulta por tanto difícil no fijar los ojos en interpretaciones
que privilegien las claves económicas de la religión, o que
malinterpreten (estimando como aberrantes) los comportamientos no hedonistas
(tan comunes en muy diversas religiones) o que calibren con dificultad
el papel de liderazgo de las autoridades religiosas en muy diferentes sociedades.
Tras esta reflexión, en cierto modo
deconstructiva, sobre los factores de la neutralidad, se necesita dar el
paso hacia una construcción de un modo más neutral de estudiar
las religiones, que no puede configurarse más que en grados, de
un modo dinámico y contextual, en cierta manera como una tentativa
en la que el papel de lo personal es básica, pero que tampoco naufrague
en el relativismo.
El método resulta fundamental y
en la disciplina se sustenta sobre tres grandes pilares: la interdisciplinaridad,
el comparativismo no reduccionista y una mirada desde fuera, pero que no
renuncia a la visión general, a la perspectiva holística,
al estudio de la totalidad (aunque puede resultar y resulte una ambición
excesiva).
El análisis histórico-religioso (o científico-religioso) utiliza todo tipo de instrumentos en los que se han especializado diversas disciplinas con la finalidad de comprender mejor el campo de estudio; una característica fundamental de la disciplina es su vocación auténtica y necesariamente interdisciplinar que se plasma en el uso de los siguientes enfoques principales, teniendo en cuenta que los límites disciplinares son necesariamente consensuales y tienden a desvanecerse en el trabajo de campo y en el trabajo analítico en aras de una convergencia disciplinar que ya se adelantó):
a) análisis histórico-filológico o método crítico (enfoque en la investigación textual, iconográfica y otros lenguajes de la religión): quizá sea el primordial ya que la información religiosa se materializa mayoritariamente en soportes documentales escritos o iconográficos sobre los que es necesario realizar un análisis estricto que tenga en cuenta el contexto histórico de producción y de utilización y las características internas del documento (la combinación de texto/imagen y contexto). El método histórico-filológico o método crítico, depurado por centurias de investigaciones es clave en el análisis de textos (imágenes y otros elementos documentales) de carácter religioso, que se entienden como obras de seres humanos (sometidas a transformación) y no como revelaciones divinas intemporales y de valor eterno. Por su parte el análisis iconográfico y arqueológico presenta la particularidad de su enorme desarrollo en las últimas décadas. La "Religión Visible" frente a la legible presenta el interés de introducir al estudioso en campos muchas veces poco documentados, pero fundamentales para entender la religión practicada (las conductas religiosas) y no solamente la pensada (la religión mental). Otro tanto se puede decir de la "Religión Audible", la religión que se expresa por medio de la música, que presenta la fascinación de la inmediatez y la experiencia de lo difícilmente reductible a las meras expresiones de lo racional, pero que es perfectamente susceptible de un análisis crítico como el que planteamos. Se tratan estos lenguajes de la religión con más detalle en el tema 6.
b) análisis antropológico (enfoque en la investigación cualitativa): la antropología, disciplina que posee una vocación holística en el estudio de la cultura humana y particularmente las subespecializaciones denominadas antropología de la religión (la que posee un nombre más claro), antropología religiosa (aunque el nombre plantee problemas, como ya se ha visto) y antropología simbólica (y cognitiva) ofrecen un número creciente de instrumentos de análisis al especialista en el estudio de las religiones (como la insistencia en el estudio de los sistemas simbólicos o la discusión sobre religión y cognición y los fenómenos de hominización y sapientización). La etnografía (enfocada en la sofisticación de los métodos de análisis cualitativo) aporta una de las fuentes notables de desarrollo de los estudios histórico-religiosos, al conformar prácticas de entrevista que pueden llegar a la profundidad biográfica de las historias de vida o sofisticadas técnicas de trabajo de campo como la observación profunda que multiplican los elementos de escucha participativa y de inmersión en el campo de estudio. Además la renovación metodológica que se ha producido entre los antropólogos desde los años cuarenta (el relativismo cultural o la crítica del etnocentrismo, por ejemplo, las denominadas crisis -del objeto, la representación, etc.-) ha permeado notablemente los modos de trabajo de quienes se dedican al estudio de las religiones. Incluso las críticas que expresan muchos antropólogos respecto del valor autónomo de la religión está sirviendo de acicate en la consolidación de las bases teóricas y conceptuales de la historia de las religiones (ciencias de las religiones...). La antropología no solamente resulta un reto respecto de la disciplina de estudio de las religiones, sino que tienden ambas disciplinas a una convergencia significativa que las identifica en última instancia. Si el objeto de la antropología pasa a ser la totalidad de las sociedades humanas (en el presente y el pasado), lo que resultaría desde el punto de vista epistemológico la opción más lógica (aunque plantee serios problemas desde el punto de vista de los profesionales de la disciplina y las otras disciplinas humanísticas); es decir si la antropología tuviese el valor de postularse como una completa ciencia de análisis de las culturas humanas (no muy diferente, por tanto, de una historia total), la antropología de la religión no sería diferente de la historia de las religiones (o el nombre que quiera darse a la disciplina) tal como se está definiendo en estos materiales, es decir, en un sentido extenso. Para ello la antropología tendría que atreverse a salir del campo tradicional de la etnografía y del menos tradicional del estudio de los fenómenos de cambio en las sociedades actuales para encarar en mayor medida el estudio de sociedades históricas (campo generalmente acotado de historiadores o sociólogos). La antropología religiosa tendría que encarar el estudio de religiones de larga historia y complejidad doctrinal y de fuentes como las religiones de la India, los diferentes cristianismos, los budismos, el judaísmo etc., encarando las sofisticadas exigencias del análisis textual y documental.
c) análisis sociológico (enfoque en la investigación cuantitativa): la información religiosa es información de índole social susceptible de ser procesada con los instrumentos de análisis diseñados por la sociología y en particular por la subespecialización de la misma que se denomina sociología de la religión. Las técnicas estadísticas son el instrumento más útil a la hora de determinar el impacto de las diversas religiones tanto a nivel local como global, permiten cuantificar las características sociales del culto y acercarse a la religión conductual. Temas estrella en el análisis sociológico son, por ejemplo, la secularización/laicización de las sociedades modernas, la penetración de las nuevas religiones o los estudios de minorías religiosas. Pero la sociología de la religión no limita su cometido exclusivamente a la religión contemporánea sino que ofrece al especialista en el estudio de las religiones los instrumentos para refinar análisis; la importancia que otorga a la estratificación social y la diversidad ideológica originada en ésta permite enfrentar el estudio de formas religiosas específicas según el grupo social al que pertenezca el cultor, enriqueciendo un panorama que podría tender a figurarse como mucho más monolítico. Desde el filtro del estudio de la estratificación social entendida como generadora de opciones religiosas diferenciales se puede llegar a comprender la diversidad de matices de la religión real: así religiones que parecen compactas presentan grandes diferencias entre las creencias de la elite y de los grupos populares, por ejemplo. Estatus y religión, autoridad y religión son temas conectados con el anterior y que permiten profundizar en el análisis del papel del creyente en el entramado social. La sociología permite ahondar en la determinación de la importancia de la elite religiosa en los mecanismos de control social en sociedades muy estratificadas, cuantificando (cuando es posible) la vinculación de los miembros de la elite religiosa y los de la elite gobernante. La sociología también defiende enfoques particulares en lo que se refiere a temas como el conflicto social y el religioso, los mecanismos de opresión (religiosa) y los modos de gestionar, por medio de la religión, los enfrentamientos en el seno de los sistemas sociales. Para el estudio de sistemas de creencias diferenciales y en mutación o del cambio religioso y cambio social, la sociología ofrece un elenco de instrumentos conceptuales que permiten delimitar y analizar la dinámica social.
d) análisis psicológico (enfoque en el individuo): fundamental, para la comprensión de las experiencias cumbre y de conciencia alterada o las opciones religiosas por valorar las técnicas de introspección y meditación, resulta importante también para entender muchos fenómenos religiosos que se iluminan gracias a la utilización de los instrumentos de comprensión del comportamiento humano que ha forjado la psicología. La psicología religiosa se ha convertido en una subespecialización consolidada de esta ciencia y abre vías para la comprensión no solo de los componentes de lo personal en la religión sino también otros ámbitos (por ejemplo los problemas que se generan entre socialización e individuación). El choque entre creencias personales y sociales, entre los sistemas de valores enculturados en el ámbito familiar-religioso y los que rigen en la vida común generan una interacción que puede llevar en ciertas ocasiones a actitudes de tipo violento; este es el caso de las actitudes integristas o fundamentalistas extremistas, por ejemplo, que se muestran como una opción en la que la balanza se decanta por los valores religiosos y que puede llevar a comportamientos de agresión para imponer a los demás las propias ideas estimadas como valores eternos de mayor poder que cualquiera de los defendidos de modo general por la sociedad. En otros casos la experiencia religiosa determina una modificación en la estructura de las creencias que lleva a cambios drásticos en la personalidad que pueden desembocar en una inadaptación a la vida social común: parece que existe entre los místicos de muchas religiones este tipo de actitudes que suelen determinar el apartamiento de la sociedad o el confinamiento en lugares en los que la mayoría de los moradores compartan experiencias parecidas. El sometimiento vejatorio a un líder espiritual, la puesta en manos de éste de parcelas importantes de las tomas de decisión personales, la megalomanía religiosa de carácter destrutivo, resultan interesantes por producirse de modo privilegiado en los ámbitos religiosos. Perturbación psicológica, depresión y receptividad a las experiencias religiosas son temas interesantes para entender el arraigo de la religión en grupos característicos de la sociedad. El consuelo psicológico que procura la religión (la delegación de la responsabilidad última en un código de conducta dictado por la religión; el amparo que procura la aceptación de una jerarquía que determine la moral y posea los medios para la expiación de las faltas -como ocurre en el catolicismo-; el poder reconfortante de la tradición, entre otros) es un factor muy importante para entender que en la sociedad desacralizada contemporánea sigan arraigadas religiones que surgieron en épocas y circunstancias bien diversas. Por otra parte los avances en las ciencias del cerebro están siendo sistematizadas de un modo que no solo busca aplicaciones clínicas, sino también construir modelos explicativos teóricos en lo relativo a las religiones (la disciplina denominada neuroreligión -o neurofilosofía- se está estableciendo como generadora de aproximaciones fundamentales como se recordará más adelante), por el trabajo de múltiples colectivos de psicólogos (por ejemplo en la apuesta por las técnicas de mindfulness que en ocasiones ahondan en caminos propuestos tradicionalmente por muy diversas religiones); conforman métodos de abordaje desde criterios científicos de sendas religiosas algo elusivas (si solamente se trabaja desde la mera observación exterior) como las meditativas. La psicología ofrece, por tanto, buenos mecanismos para ahondar y afinar en las explicaciones holísticas que necesita forjar el historiador de las religiones.
e) análisis filosófico (enfoque en el Sentido): es fundamental, a pesar de que resulta controvertida incluso la denominación de la subespecialización filosófica dedicada al análisis religioso. Bajo el título filosofía de la religión, suelen englobarse investigadores con una posición metodológica de tipo idealista, que aceptan que la religión posee una entidad que extrae su verdadera razón de ser más allá de las contingencias históricas. Por otra parte la filosofía de las religiones, que sería una ciencia holística que trataría las religiones en sus manifestaciones históricas como producciones de índole filosófica no se diferenciaría de la historia de las religiones (con el diseño interdisciplinar con el que se la suele entender en estos materiales) pero no ha alcanzado un consenso general de utilización. De todos modos, a pesar de las dudas metodológicas expresadas, la religión ha tendido a resultar dedicación esporádica (o hasta principal) de buenos pensadores englobados en el campo de la filosofía, aunque puntualmente la posición filosófica de buscar respuestas a interrogantes últimos, pueda haber excedido, según la opinión del que ésto escribe, las capacidades explicativas de nuestra disciplina (y tender a metas más próximas a las teológicas). La apuesta por dotar de un Sentido (con mayúsculas) la reflexión enfocada en el tema religioso resulta poco distinguible de la ambición última de las aproximaciones holísticas.
f) análisis jurídico: que cobra un peso cada vez mayor como consecuencia de la construcción de marcos mundiales de protección de derechos religiosos (que se convierten en elementos primordiales en la construcción de lenguajes comunes globales de consenso y en la conformación de la multirreligiosidad).
g) análisis de geografía de las religiones: uso de técnicas de mapeo cada vez más precisas... ejemplo muy sencillo (pero eficaz) http://www.observatorioreligion.es/
h) otros
El análisis histórico-religioso
utiliza todo tipo de instrumentos forjados por diversas disciplinas (que
no hemos enumerado exhaustivamente, así han quedado sin tratar específicamente
la ecología de las religiones, la economía, la neuroreligión
-solo citada en el análisis psicológico- etc.); la finalidad
es comprender mejor el hecho religioso (en la acepción de lo que
se entiende entre los historiadores por "historia total") en toda su diversidad
y complejidad. A hacer Historia de las Religiones (ciencias de las religiones...)
se puede (y debe) llegar desde muy diversos campos del saber y cualquier
enfoque disciplinar puede resultar válido siempre que se respete
el cinto metodológico (científico) que se construye desde
la desvinculación de visiones religiocéntricas y no neutrales.
Estos puntos de vista se repasarán más adelante.
4) El método comparativo (la comparación) en el estudio de las religiones
El método comparativo permite relativizar las informaciones de índole religiosa de una sociedad específica y por tanto analizarlas de un modo más profundo; a la par permite relacionar diferentes religiones por medio del análisis de sus características comunes. Al comparar es tan importante determinar las semejanzas cuanto las diferencias e intentar producir instrumentos analíticos para intentar explicarlas. Desde Max Müller la comparación es elemento definitorio en el estudio científico de las religiones, la máxima ya citada «quien conoce solo una religión, no conoce ninguna» resume esta postura. Por ejemplo, conocer un ritual tal como se desarrolla en una cultura determinada (por ejemplo la libación en la religión griega) no alcanza la misma capacidad explicativa que si ese ritual se compara con otros equivalentes en otras culturas, conformando una teoría general de ese ritual específico (en este caso una teoría general de la libación), de vuelta a la libación griega se pueden así entender las semejanzas y las diferencias con otros rituales de libación y por tanto profundizar, por medio de la comparación intercultural, tanto en el ejemplo específico, como en el ritual de libación en general.
Pero el método comparativo ha de
utilizarse de un modo no reduccionista (quizá la posición
reduccionista es la que ha generado el mayor número de detractores
frente a esta herramienta de pensar la religión). Hay que comparar
pero teniendo en cuenta el cambio y no generar modelos ideales o atemporales
(un islam, un catolicismo o un taoísmo, por ejemplo, de los que
se ofrecen las grandes líneas, como si la historia no hubiese marcado
las permanentes mutaciones que impiden reducir las religiones a líneas
maestras más allá de tiempo y espacio, aunque pudiera ser
una tentación muy fuerte, por ejemplo a la hora de hacer fenomenología).
Las sociedades se transforman de igual modo que las religiones y la dinámica
es ingrediente clave, en mayor medida en el caso de religiones con gran
perdurabilidad.
Sin duda comparar es simplificar en algún
grado, reducir, pero no se puede caer en la caricatura o forzar las comparaciones.
En cierto modo el juicio posterior es el que determina la validez o no
de análisis comparativos específicos, así el estudio
de los ritos de paso de Arnold van
Gennep todavía tiene vigencia como modelo explicativo a
pesar de resultar centenario mientras que las comparaciones que desarrolló
James Frazer no han alcanzado esa perdurabilidad. Comparar es una labor
de análisis intercultural que ha de ser consciente de la diversidad
de las culturas humanas, aunque la igualdad de respuesta es una probabilidad
alta, no es un absoluto y los seres humanos han ideado una riqueza extraordinaria
de respuestas que configuran la gran diversidad, por ejemplo, de las religiones
y de los desarrollos específicos dentro de cada religión
según ámbitos geográficos, sociológicos o personales.
Comparar es también estar abiertos a la posibilidad del error que
puede provenir de los límites de los instrumentos de análisis
que se emplean: que los fenómenos místicos entre diversas
culturas puedan parecerse no excluye que, al resultar refractarios a la
verbalización (el ámbito en el que se manifiesta de modo
más eficaz el modo de pensar científico), compararlos pueda
ser errar completamente.
La comparación entre formas religiosas
desarrolladas por sociedades diferentes no es solo una posibilidad teórica,
sino que es una de las piezas claves en el método histórico-religioso,
que, tras haber sido depurado de los excesos en su aplicación en
el siglo XIX y comienzos del XX, se muestra como uno de los fundamentos
básicos del carácter autónomo de la disciplina, al
ser el medio gracias al cual se superan las delimitaciones interculturales
y se desarrollan análisis sensibles a los procesos de cambio en
incesante construcción. Las religiones no forman por tanto un mosaico
independiente, sino que muestran una dinámica de interacción
(por medio del contacto, de la opción por modelos de desarrollo
más competitivos y por la propia identidad de los seres humanos
que las crean), que al hacer estallar el estrecho (desde este nuevo punto
de vista) marco de estudio de cada cultura y consolidar puentes teóricos
con otras (vecinas o no) permiten sustentar la identidad de una disciplina
que intenta su estudio como un conjunto específico.
EJEMPLO: los límites
de la comparación: pesado del alma, psicostasia, kerostasia,
etc...
5) La configuración de una disciplina
totalizadora
La ambición del especialista en el estudio de las religiones, que ciñe su análisis a un campo muy determinado (los hechos religiosos) es aprehenderlo y comprenderlo del modo más adecuado tanto en el presente como en el pasado. Esta configuración generalista y totalizadora (holista) de la disciplina (que subvierte, como ya vimos, la tendencia a la hiperespecialización común en la mayoría de las disciplinas científicas y humanísticas) ha provocado críticas por parte de los especialistas (por etapas históricas o culturas) sobre la falta de profundidad e indeterminación metodológica de la disciplina, como ya planteamos. Pero, en general los historiadores de las religiones son sensibles a lo excesivo de los límites del campo de trabajo (las religiones históricas, las manifestaciones religiosas) y a la incapacidad personal, dada la complejidad y profundidad de cada campo específico de saber (culturas y etapas históricas, con lenguas muy diferentes) para abarcar la totalidad (e incluso grandes conjuntos) de la disciplina, lo que se mitiga con una doble vertiente de trabajo:
.o bien la utilización, en la confección de síntesis generales, de trabajos de investigación realizados por especialistas por etapas o culturas, que si bien conlleva una aproximación en muchos casos mediada del objeto de estudio por otra parte posee el interés de alcanzar un impacto social mucho mayor (con lo que ello comporta de prestigio de la disciplina, como ejemplifican los trabajos de Mircea Eliade).
.o bien la especialización en una etapa o cultura determinada, lo que lleva a una aproximación directa respecto del objeto a estudio. Se utilizan documentos de primera mano, sobre los que se realiza una crítica de fuentes del mismo modo que la haría un historiador o un filólogo que se interesase por ese mismo fenómeno religioso. La particularidad del análisis histórico-religioso radica en que la óptica interdisciplinar puede llegar a modificar cualitativamente el resultado final y la comparación simpre ofrece recursos para desenclavar cualquier análisis de la tentación de ver la cultura a estudio como impermeable y única.
En algunos casos la crítica expresada ha sido aún más radical, como ya hemos visto, y ha apuntado a la propia conformación del objeto de estudio, al estimarse que la dedicación con exclusividad a un fenómeno ideológico único (lo religioso) conllevaría una visión reduccionista y sesgada y a la construcción de una ciencia de modo artificial. Se puede argumentar que la disciplina:
. tiene un objeto de estudio propio que es el fenómeno religioso (la religión) analizado desde una óptica propia (en sus manifestaciones históricas y los análisis de índole general que de éstas se pueden extraer) de un modo no religiocéntrico y neutral. Se trata de una mirada desde fuera que minimiza los signos identificadores (de carácter religiocéntrico o etnocéntrico) y los apriorismos.
. posee una metodología específica (basada en la interdisciplinaridad y el método comparativo) que determina que los trabajos de un especialista en el estudio de las religiones presenten unas características propias, diferenciadoras frente a los trabajos de un historiador especialista por etapas o un filólogo especializado en una cultura particular.
El historiador de las religiones (o la denominación
que quiera dársele), por tanto, aunque suele poseer una especialidad
en la que domina de modo adecuado los métodos e instrumentos de
investigación (según los estándares comunes) suele
estar capacitado (por medio de un conocimiento general de la totalidad
de las religiones históricas, y del método y presupuestos
de la disciplina) para ofrecer análisis más globalizadores.
Al no renunciar a una visión general, al extraer consecuencias interculturales
de lo que estudia en un ámbito específico, al confeccionar
síntesis, el historiador de las religiones (o el especialista
en el estudio de las religiones) está en una posición
inmejorable para pensar el mundo (tanto en el pasado como en el presente)
y en particular ese universo refractario pero fascinante que resulta ser
lo que se cree.