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TEORÍAS Y METODOLOGÍAS DEL ESTUDIO DE
LAS RELIGIONES
Material preparado por Francisco DIEZ DE VELASCO UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA Este material electrónico tiene licencia Creative Commons Reconocimiento - NoComercial - CompartirIgual (by-nc-sa) |
Testificando conductas religiosas materializadas
Las fuentes que se han revisado hasta el momento tienen
la particularidad de ofrecer generalmente visiones de la religión
pensada, imaginada, dicha o escrita (de la religión MENTAL). La literatura, la iconografía,
los testimonios etnográficos (en bruto, sin la elaboración
teórica necesaria para pensarlos y procesarlos) ilustran lo que los cultores de
cada religión piensan de sus ritos, sus dioses y sus formas de relación
con lo sagrado. Las explicaciones que ofrecen tienen como base fundamental
los sistemas de creencias internos de cada una de estas sociedades. Cuando
ofrecen datos de conductas éstos están pues mediatizados
por los instrumentos explicativos propios. Pero existen otros modos de
procesar la información de índole religioso al margen (en
principio) de estas explicaciones intraculturales.
Una aproximación que ilustra conductas (además
de ideas) que nos introduce en la religión CONDUCTUAL (frente a la mental) es la arqueología religiosa. Una vez que se le ha
desgajado el gran apartado conceptual de la religión visible (que
tiene que ver más con lo pensado e imaginado puesto que se trata
de ideología materializada en un soporte icónico) queda para
la arqueología ilustrar los restos materiales del rito y del
culto, es decir el rito o el culto efectivamente realizado y no solamente
pensado (o representado-imaginado). La arqueología religiosa permite
un conocimento extraordinario, por ejemplo, de los rituales funerarios,
de los ajuares, de los modos de desarrollar las ceremonias mortuorias,
de la diversidad social del morir. Sirve, además, para ahondar en
etapas para las que los datos verbales son mínimos o inexistentes
abriendo horizontes insospechados para la resolución de problemas
antes tenidos por irresolubles.
La arqueología religiosa presenta un problema
evidente y es que solamente permite testificar ritos, cultos o ceremonias
que dejen rastros (de ahí que el mundo funerario, la arqueología
de la muerte, sea un tema estrella). Hay por tanto épocas de las
que casi nada se puede extraer por medio de la arqueología porque
la forma religiosa era escasamente generadora de restos o se nos han perdido.
Valga como ejemplo la constatación de que resulte tan complejo (más
allá del panorama quizá engañoso de los textos) llegar
a conocer con certeza el mazdeísmo más antiguo o la religión
védica mientras que para otras etapas y culturas la arqueología
es instrumento fundamental (por ejemplo para el hinduismo o el budismo
más antiguos).
La arqueología religiosa tiene la ventaja de que
existe una documentación abrumadoramente extensa disponible, aunque
Europa y Estados Unidos son los territorios donde las investigaciones han
sido más detalladas (lo que produce una distorsión a tener
en cuenta a la hora de sustentar cualquier comparación). Se trata
de una fuente en constante crecimiento y que por ello dinamiza los estudios
que se basan en ella. Pero la interpretación ha sido
y es en arqueología un factor a tener en cuenta desde el punto de
vista del método. Un mismo perfil estratigráfico, una misma
excavación, puede ser leída de diferentes maneras dependiendo
de la adscripción teórica del investigador. La distorsión
de la fuente es inevitable (como ocurría por otra parte en todos
los casos anteriores) y la comparación histórico-religiosa
ha de sostenerse en tal indeterminación. Hay que añadir las
implicaciones religiosas de algunos proyectos arqueológicos (hasta
en su financiación: por ejemplo cuando intentan apriorísticos
objetivos como demostrar la literalidad bíblica, o hallar restos
de lo expuesto en el relato del Libro de Mormón, o certificar
la "realidad" de las leyendas hinduistas, por ejemplo en lo relativo a
santuarios como el de Rama en Ayodhya, con las implicaciones violentas
que se han asociado a este asunto -en relación con la destrucción
de la mezquita
Babri-). Es lo que algunos denominan arqueología alternativa (o imaginada), a la que se dedicó un volumen de la revista numen (vol. 59, enero de 2012).
Pero el método comparativo se basa en la valentía
de saber conjugar fuentes diferentes y soslayar interpretaciones distorsivas
diversas a la hora de construir un estudio sólido, que necesariamente
ha de sostenerse en la combinación de documentaciones diversas (aunque
siempre analizadas con los instrumentos que ofrece la crítica histórica
y la interpretación intercultural).
La sociogeografía de las religiones
Aunque la realidad religiosa resulta en extremo compleja
de dibujar, resulta un reto muy interesante llegar a construir un mapa
(tentativo y siempre obsoleto: el mapa no es el territorio) de la misma, que tenga en cuenta lugares
y estratos, territorio y sociedad, lo que podríamos denominar una
sociogeografía
religiosa. Se construye gracias al empleo de técnicas sociológicas,
geográficas (de los SIG) y estadísticas; que presentan el
problema de no servir de modo claro más que para las etapas y países
en los que se cuenta con censos y estadísticas fiables, pero que
tienen la virtud de aquilatar las informaciones de modo muy sugerente y
fiable. Las estadísticas de bautizos, matrimonios y sepelios religiosos
comparado a las del cumplimiento del precepto dominical de asistencia a
la iglesia determinan las características auténticas del
catolicismo europeo, del mismo modo que los datos sobre doble religión
permiten comprender las especificidades de las creencias en el Japón.
Las estadísticas volcadas en un mapa construyen
el panorama de la geografía de las religiones, que se encarga de
materializar los datos religiosos en las diversas escalas de su manifestación
mundial. La geografía de las religiones resulta extremadamente útil
para conocer la geografía
de los conflictos religiosos que forma una buena porción
de la geografía del conflicto. Si aunamos geografía y análisis
social surge la sociogeografía de las religiones, que tiene la vocación
de ofrecer una instantánea de la religión real en cada territorio
y una proyección de las mutaciones religiosas (el cambio que ilustra
la modificación de datos entre dos momentos estudiados). La sociogeografía
de las religiones es quizá la fuente más potente de la que
se dispone para el estudio de la religión actual, un medio de sintetizar
informaciones y ordenarlas jerarquizándolas habida cuenta del universo
de documentación con el que se cuenta para las sociedades de hoy.