Prometeo: reflejo de aspectos del mito sobre el cristianismo e influencia de las representaciones áticas prometeicas en el arte cristiano
Ramón Cebrián Guimerá. ULL
Imagen 1- Copa laconia de figuras negras (black-figure) del Pintor de Arcesilao; Ciudad del Vaticano: Museo Vaticano Gregoriano Etrusco 16592; 530 ac. Atlas y la serpiente de las Hesperides, manteniendo el cielo sobre sus hombros y Prometeo, atado a un poste, y con su corazón[1] picoteado por el águila.
Sumario:
1. Introducción
2. Aspectos a analizar del mito
3. Origen de Prometeo. Los titanes
4. El reflejo del mito de Prometeo en el Cristianismo
5. Análisis de las representaciones áticas de Prometeo
6. Conclusiones
7. El conocimiento del mito: las fuentes clásicas
8. Bibliografía y enlaces de internet consultados
9. Notas y citas bibliográficas/internet *
*(Situadas al final de la página web)
Imagen 2 (en dos fotografías)- Crátera de campana ática de figuras rojas (Red Figure) de Pintor de Nikias atribuido por Bezley. Londres, British Museum: 1898.7-16.6. Beazley 217462; Boardman, J., Athenian Red Figure Vases, The Classical Period (London, 1989): FIG.319 (A); Beazley, J.D., Paralipomena (Oxford, 1971): 480; Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963): 1333.1. Grecia. 425-375 (Beazley). A: Carrera de antorchas, hombre y jóvenes, Nike y anciano con bastón (Prometeo¿); B: Jóvenes tapados, algunos con bastones, uno con Strigil (molusco) y pesos suspendidos.
1. Introducción
Prometeo fue un hijo del titán Jápeto (de donde es designado por el patronímico Japetónida o Iapetionidês, Hesíodo Theog 528;.. Apollon Rhod. iii. 1087) y de Clímene, por lo que era un hermano de Atlas, Menecio y Epimeteo (Hes. Theog. 507). Su nombre significa "previsión" mientras su hermano Epimeteo significa“que reflexiona más tarde” denotando "segundo plano"). Otros lo llaman Prometeo, hijo de Temis (Aeschyl. Prom 18.), o de Urano y Clímene. Padre de Deucalión (Aesch. Prom 560;.. Tzetz ad Lyc 1283;..... Schol ad Apollon Rhod II 1086)[2].
El mito de Prometeo: creador y benefactor de la humanidad. Perseguido por sus obras a favor de los hombres por Zeus, condenado y salvado (que no perdonado) por Heracles con la permisividad del Olimpo. Por un lado comparable al dios creador del mundo judeocristiano pero por otro, bajo la visión de Claudel[3], a Lucifer que desafía al hacedor y sus decisiones. Relacionado en sus acciones con otros mitos griegos que se trasvasan al mundo cristiano: el mito de Pandora, la Eva, la mujer cómo causante de los males de la humanidad (creada por Zeus a causa de los engaños de Prometeo en favor de la humanidad); Deucalión, hijo de Prometeo que bajo su consejo, se convierte en salvador de la humanidad del diluvio, como el Noé bíblico y padre de los griegos a los que contribuye a crear. Además, el castigo que recibe Prometeo por Zeus recuerda en sus representaciones al Calvario y la Crucifixión de Jesús de Nazaret.
El interés del trabajo que a continuación se desarrolla es buscar lazos de unión entre ciertos aspectos del mito de Prometeo y el cristianismo así como algunos aspectos en los que la influencia de este mito griego se ve en el desarrollo de la llamada “historia sagrada” y no sólo en lo escrito[4]. También mostrará cómo ciertos aspectos de la iconografía griega, en especial la ática, se reflejan luego en otros elementos claves del cristianismo como puede ser la misma figura de Jesucristo, representado en la cruz y herido en un costado por la lanza de Longinos.
Un aspecto que no debemos de perder de vista en esto es que la versión de la Biblia, la Biblia griega, comúnmente llamada Biblia Septuaginta o Biblia de los Setenta, y generalmente abreviada simplemente LXX, fue traducida de textos hebreos y arameos más antiguos que las posteriores series de ediciones que siglos más tarde fueron asentadas en la forma actual del texto hebreo-arameo del Tanaj o Biblia hebrea. Representa una síntesis en que se subraya el monoteísmo judío e israelita, así como el carácter universalista de su ética. La Biblia Septuaginta fue el texto utilizado por las comunidades judías de todo el mundo antiguo más allá de Judea, y luego por la iglesia cristiana primitiva, de habla y cultura griega. Junto con la Biblia hebrea, constituye la base y la fuente del Antiguo Testamento de la gran mayoría de las Biblias cristianas. De hecho, la partición, la clasificación, el orden y los nombres de los libros del Viejo Testamento de las Biblias cristianas (cristianas ortodoxas en Oriente, católicas y protestantes en Occidente) no viene del Tanaj o Biblia hebrea, sino que proviene de los códices judíos y cristianos de la Septuaginta[5].
Este hecho pudo marcar claramente la presencia formalizada de esos aspectos, aspectos que debían de darse de manera común en toda la zona de Oriente Medio y las penínsulas Balcánica, Anatólica, del Sinaí así como en la antigua Mesopotamia. Este aspecto se comprueba en infinidad de mitos comunes entre los que destaca, sin duda, el mito del diluvio.
Volviendo a nuestro mito, veremos cómo Prometeo, padre de la humanidad crea a los hombres del barro al igual que se refleja en el Génesis[6]. Prometeo, amigo y titán aliado de Zeus, lo desafía hasta en dos ocasiones, algo que en el cristianismo hace Lucifer, ángel de la luz. Como prueba de la influencia de este mito en el cristianismo se ve probada en el uso que de él hacen protoescritores cristianos como Tertuliano (155-220 dc), en el que adoptan su figura como alguien que se rebela contra los dioses y es crucificado por ello como un Cristo redentor[7] en una suerte de ejercicio de hermenéutica y sobre imágenes paganas que eran precursoras en la religión verdadera de hitos-tipo como el calvario[8] .
Imagen 3- Lekanis ática de figuras rojas (Red-Figure). Berlin, Schloss Charlottenburg: F2578 y Berlin, Antikensammlung: F2578. Beazley 12573; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, PL.422, Prometeo 12 (part); Corpus Vasorum Antiquorum: Berlín Antiquarium 3, 23-24, PL.(1068) 139.1-4. 420 (LIMP)…450-400 ac. (Beazley). Teatral, Prometeo y sátiros con antorchas.
2. Aspectos a analizar del mito
Los aspectos se desarrollarán en el punto 4.
Prometeo, padre de la humanidad crea a los hombres del barro al igual que se refleja en el Génesis.
Prometeo, amigo y titán aliado de Zeus, lo desafía hasta en dos ocasiones, algo que en el cristianismo hace Lucifer, ángel de la luz
Como Adán que roba la manzana del árbol de la ciencia.
Relacionado a su vez con otros mitos:
El mito de Pandora, la Eva, la mujer como causante de los males de la humanidad (creada por Zeus a causa de los engaños de Prometeo en favor de la humanidad).
Deucalión, hijo de Prometeo que bajo su consejo, se convierte en salvador de la humanidad del diluvio, como el Noé bíblico y padre de los griegos a los que contribuye a crear.
Además, el castigo que recibe Prometeo por Zeus recuerda en sus representaciones al calvario y la crucifixión de Jesús de Nazaret. La conexión entre la pasión y sacrificio de Cristo por la humanidad con la que sufre Prometeo, que es el benefactor de humanidad frente a los dioses y que sufre castigo por ello.
Imagen 4- Copa ática con figuras negras (black-figure). Museo del Louvre, París.. Beocia. 500 ac. Herakles liberando a Prometeo de su cautiverio.
3. Origen de Prometeo. Los titanes
En la mitología griega, los Titanes, masculino, y Titánides, femenino (en griego antiguo Τιτάν, plural Τιτᾶνες), eran una raza de poderosos dioses que gobernaron durante la legendaria edad de oro.
Los Titanes fueron doce desde su primera aparición literaria, en la Teogonía de Hesíodo; aunque en su Biblioteca mitológica, Apolodoro añade un decimotercero, Dione, desdoblamiento de la titánide Tea. Estaban relacionados con diversos conceptos primordiales, algunos de los cuales simplemente se extrapolaban de sus nombres: el océano y la fructífera tierra, el Sol y la Luna, la memoria y la ley natural. Los doce Titanes de la primera generación fueron liderados por el más joven, Crono, quien derrocó a su padre Urano (‘Cielo’) a instancias de su madre, Gea (‘Tierra’).
Posteriormente los Titanes engendraron una segunda generación, destacando los hijos de Hiperión (Helios, Eos y Selene), las hijas de Ceo (Leto y Asteria) y los hijos de Jápeto (Prometeo, Epimeteo, Atlas y Menecio).
Los Titanes precedieron a los doce dioses olímpicos, quienes, guiados por Zeus, terminaron derrocándolos en la Titanomaquia (‘Guerra de los Titanes’). La mayoría de ellos fueron entonces encarcelados en el Tártaro, la región más profunda del inframundo[9].
Prometeo, siendo el más sabio de los titanes, previó el resultado de la rebelión contra Cronos y prefirió luchar al lado de Zeus, convenciendo a Epimeteo que estuvo a su lado. Por tanto, no sufrió el destino del resto de titanes. Su sabiduría comprendía arquitectura, astronomía, matemáticas, navegación, medicina, metalurgia que le fueron enseñadas por Atenea y que él trasmitiría a la humanidad[10].
Imagen 5- Copa ática de figuras rojas (red-figure), de Douris atribuido por Hartwig. Paris, Cabinet des Medailles: 542. Beazley 205179; Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963): 438.133, 1653; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: IV, PL.400, HEPHAISTOS 169B (A), PL.425, HERA 347 (I); Carpenter, T.H., with Mannack, T., and Mendonca, M., Beazley Addenda, 2nd edition (Oxford, 1989): 239; Beazley, J.D., Paralipomena (Oxford, 1971): 375; Burn, L., and Glynn, R., Beazley Addenda (Oxford, 1982): 117 Jahn (1851), pl. 35. — CIG 4 (1855–77), no. 8350. — Hartwig (1893), 672 ff. — Kretschmer (1894), 192. — De Ridder (1902), ii, 422-13 (facs.). — Blösch (1940), 99/27. — Beazley (1960), 219. — ARV[2] (1963), 438/133, 1653. — Para. (1971), 375. — Add.[2] (1989), 239. — AttScr (1990), no. 979. — Buitron-Oliver (1995), 83/178, pls. 100 and 145. Vulci, Etruria . 500-450 ac. (Beazley). A: Cratera de campana y cuerno para beber y ménade con krotala (castañuela); I: Hera, sentada en una silla con fiale y cetro de loto, Prometeo con cetro (ambos nombrados); B: Hombres, uno cubierto, jóvenes con skyphos, lira, copas y bastón; A: retorno de Hephaistos con hacha, Dioniso con cuerno para beber, sátiros con martillos, gaitas y estuches para gaitas.
4. El reflejo del mito de Prometeo en el Cristianismo
Para autores como Claudel la humanidad se divide en dos. Unos son los “prometeicos” que tiene fe en las acciones de los hombres y otros son los… que están con todos los Zeus y contra todos los Prometeos y condenan el orgullo impío de aquellos que como Satán, osan desafiar al poder divino[11].
Como Lucifer, Prometeo desafía a la divinidad aún a su costa aunque en en el caso de Prometeo es a causa de dar bienestar a la humanidad: …Al salvar a los mortales he procurado mis males[12]. Esquilo: Prometeo encadenado.
Apolodoro, Esopo, Ovidio y Platón muestran la vertiente popular del mito como creador de los seres humanos. Prometeo como creador de la humanidad.
En el marco de una cristianización del mito, algunos eruditos ven también en la aparición del mito de Pandora una transposición del pecado original.
Imagen 6- Relieve de sarcófago romano. Museo de Louvre, París: Departmento de Griego, Etrusco y Antiguedades Romanas. Ma 339 (LL 309). ca. 240 dc. Prometeo (a la izquierda) crea al hombre, algunos dioses olímpicos observan el proceso. De izquierda a derecha: Athena (con su casco), Hermes (con su pétaso alado con capa), dos Moiras (probablemente Láquesis and Cloto), Poseidon (con su tridente), Artemis (con la luna creciente) y presumiblemente Átropos.
Aspectos a analizar:
A. Prometeo, padre de la humanidad crea a los hombres del barro al igual que se refleja en el Génesis
La visión judeo-cristiana:
…entonces Dios formó al hombre del lodo de la tierra, e inspirándole en el rostro un soplo de vida, y quedó hecho el hombre ser con alma viviente Génesis 2, 7: (1 Cor 15, 45, 47).
La visión mitológica griega sobre Prometeo:
…Prometeo, luego de modelar a los hombres con agua y tierra les dio también el fuego, ocultándolo con una vara a escondidas de Zeus. Pero cuando este se enteró ordenó a Hefesto que clavase su cuerpo en el monte Cáucaso. Es éste un monte escítico. Clavado en él, Prometeo estuvo atado muchos años. Cada día un aguila cayendo sobre él le devoraba los lóbulos del hígado que volvía crecer por la noche. Apolodoro I -7(nota a pie de página 14)
…Prometeo, según el mandato de Zeus, modeló a los hombres y a los animales. Zeus, cuando vio que eran mucho más numerosos los animales, le ordenó hacer desaparecer determinado número de bestias, transformándolas en hombres. Después de poner en práctica la orden, ocurrió que los que desde un principio no fueron modelados como hombres, al cobrar forma humana tiene alma de animal. Esopo: Fábulas (nota a pie de página 18)
…Y así nació el hombre, bien porque aquel artífice de las cosas, principio de un mundo mejor lo fabricara con simiente divina, o bien porque la tierra que recién formada y recién separada del alto éter aún conservaba en el interior alguna semillas del cielo junto al que fue creada, fuera mezclada con agua de lluvia por el hijo de Iapeto, que plasmó con ello una imagen a semejanza de los dioses que todo los regulan. Ovidio: Metamorfosis I, 82 (nota a pie de página 29).
…Era un tiempo en el que existían los dioses, pero no las especies mortales. Cuando a éstas les llegó, marcado por el destino, el tiempo de la génesis, los dioses las modelaron en las entrañas de la tierra, mezclando tierra, fuego y cuantas materias se combinan con fuego y tierra. Cuando se disponían a sacarlas a la luz, mandaron a Prometeo y Epimeteo que las revistiesen de facultades distribuyéndolas convenientemente entre ellas. Epimeteo pidió a Prometeo que le permitiese a él hacer la distribución "Una vez que yo haya hecho la distribución, dijo, tú la supervisas". Con este permiso comienza a distribuir. Al distribuir, a unos les proporcionaba fuerza, pero no rapidez, en tanto que revestía de rapidez a otros más débiles. Dotaba de armas a unas, en tanto que para aquellas, a las que daba una naturaleza inerme, ideaba otra facultad para su salvación. A las que daba un cuerpo pequeño, les dotaba de alas para huir o de escondrijos para guarnecerse, en tanto que a las que daba un cuerpo grande, precisamente mediante él, las salvaba. Platón: Protágoras 320 , d, pp. 57-60 (nota a pie de página 32)
Imagen 7- Mosaico romano de época imperial; Museo de Damasco, Siria; Catalogado Louvre E668; Procedencia: desconocida; 560-550 ac. El titán Prometeo (a la derecha) esta sentado, ocupándose de la creación de la humanidad. Detras de él están una diosa (Tones?) y arriba Psykhe, la mariposa alada (el alma) y Hermes conuna varita de caduceo. Abajo en la esquina izquierda esta Aion (la personificación del tiempo) con una banda que tiene inscrita los signos del zodiaco. Juanto a él está sentado Gaia (la madre tierra) rodeado por una multitud de pequeños Karpoi (frutas) cargando sus canastos de frutas. Aion aquí puede ser el mismo que Urano (el Cielo), la consorte de Gaia. Las cuatro damas con alas por encima de Aion con la etiqueta "Erop-" o "eróticamente" (?) son, probablemente, las diosas de las cuatro estaciones. Junto a ellos destacan figuras marcadas Georgia (Farmer) y Gripeus (pescadores). Ambos con gorras rústicas. A lo largo de la parte superior estan los jefes de los cuatro vientos de los dioses y un par de niños alados llamados Drosoi (agua pura), que vierten líquido desde recipientes de cerámica. Los vientos en la esquina superior izquierda se etiquetan Notos (viento sur) y Euros (Este), Zephyros parte superior derecha (Oeste) y Bóreas (Norte).
B. Prometeo, amigo y titán aliado de Zeus, lo desafía hasta en dos ocasiones, algo que en el cristianismo hace Lucifer, ángel de la luz. Ambos son castigados.
La visión judeo-cristiana:
¿Cómo caíste del cielo, oh lucero de la mañana hijo de la aurora? ¿Fuiste precipitado por tierra, tú que has sido ruina de las naciones? ¿Tú, que decías en tu corazón: escalaré el cielo, sobre las estrella de Dios levantaré mi trono, me sentaré sobre el monte de la asamblea en las reconditeces del norte. Sobrepujaré la altura de las nubes, semejante seré al altísimo? Isaías 14: 12-14
No permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira." Juan 8:44
La visión mitológica griega sobre Prometeo:
…Prometeo, luego de modelar a los hombres con agua y tierra les dio también el fuego, ocultándolo con una vara a escondidas de Zeus. Pero cuando este se enteró ordenó a Hefesto que clavase su cuerpo en el monte Cáucaso. Apolodoro I -7 (nota a pie de página 14).
613 Así, no es posible engañar ni eludir la voluntad del Zeus; pues ni siquiera el hijo de Jápeto, el bienhechor Prometeo pudo escapar de la terrible cólera de aquel, sino que, por la fuerza, a pesar de ser muy astuto, se vio retenido por una fuerte cadena. Hesíodo: Teogonía 522-567 pp.43-44 y 613 pp.46 (nota a pie de página 24).
…Ahora, lo que me preguntáis, por qué causa me hiere, os lo aclararé. En cuanto se sentó en el trono paterno, en seguida distribuyó entre los dioses sus privilegios, a cada uno diferentes, y organizó su imperio; pero no se preocupó en absoluto de los míseros mortales, sino que, aniquilando toda la raza, deseaba crear otra nueva. A este proyecto nadie se opuso sólo yo. Yo me atreví; libré a los mortales de ir, destrozados, al Hades. Por eso ahora estoy sufriendo tales sufrimientas, dolorosos de sufrir, lamentables de ver. Por haber tenido ante todo piedad de los mortales, no fui juzgado digno de conseguirla, sino que implacablemente estoy así tratado, espectáculo infamante para Zeus. Esquilo: Prometeo encadenado pp. 23-68 (nota a pie de página 19).
Imagen 8- Ánfora de cuello ática con figuras negras (black-figure) del Grupo del Tirreno atribuido por Holwerda. Karlsruhe, Badisches Landesmuseum: B2591. Beazley 310029; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, PL.425, Prometheus 69 (PART OF A); Carpenter, T.H., with Mannack, T., and Mendonca, M., Beazley Addenda, 2nd edition (Oxford, 1989): 26; Beazley, J.D., Attic Black-Figure Vase-Painters (Oxford, 1956): 97.29; Corpus Vasorum Antiquorum: Karlsruhe, Badisches Lnadesmuseum 1, 13-15, PLS.(303,304) 5.4, 6.1-2; Roscher (1884–1937), iii, 3091, fig. 4,c (after JdI). — Schumacher (1889), 218/1, pls. 5-6,1. — G. Hafner, CVA Karlsruhe 1, Germany 7 (1951), pls. 5,4 and 6,1-2. — ABV (1956), 97/29. La Tolfa. 575-525 (Beazley). A1: Heracles liberaa Prometeo, águila, Hermes, Zeus sentado, Athenea; B1: Lucha, guerreros, escudos, cabeza de toro, trípode
Frisos de animales, esfínges entre gallos, panteras, carneros, sirenas y cabras; B2-4: Frisos de animales, esfínges entre gallos, panteras, carneros, sirenas y cabras.
C. Como Adán que roba la manzana del árbol de la ciencia. Dios lo castiga por desobedecerlo, comer del árbol de la ciencia y conocer la sabiduría de discernir el bien del mal y situarse de esa manera a la altura de Dios (en realidad dice “de nosotros”)
La visión judeo-cristiana:
…Más del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas: porque en cualquier día que comieres de él, ciertamente morirás…Sabe Dios que el día en que comiérais (el fruto del árbol) se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal…Vio, pues, la mujer que el fruto de aquel árbol era bueno para comer y bello a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría…Y dijo el señor: ved ahí al hombre que se hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; no vaya a alargar su mano y tome también del fruto del árbol de la vida y coma de él y viva para siempre. Génesis 2,19 y 3, 5-6 y 22
La visión mitológica griega sobre Prometeo:
En el tallo de una caña me llevé la caza, el manantial del fuego robado, que es, para los mortales, maestro de todas artes y gran recurso. De este pecado pago ahora la pena, clavado con cadenas bajo el éter. Esquilo: Prometeo encadenado pp. 23-68 (nota a pie de página 19).
Imagen 9- Crátera de cáliz ática de figuras rojas (red figure) del pintor de Dinos atribuido por Beazley. Oxford, Ashmolean Museum: 1937.983. Beazley 215266; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, PL.372, Poseidon 201, PL.631, Theseus 50 (Parts) Komos 17 (A2), PL.64, Krommyo 12 (A1); Beazley, J.D., Paralipomena (Oxford, 1971): 457 Boardman, J., Athenian Red Figure Vases, The Classical Period (London, 1989): FIG.181 (A, Parts Of B); Carpenter, T.H., with Mannack, T., and Mendonca, M., Beazley Addenda, 2nd edition (Oxford, 1989): 336; Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963): 1153.13; Beazley (1939b), 618 ff., fig. 1, pls. 10-13. — ARV[2] (1963), 1153/13. — Para. (1971), 457. — Add.[2] (1989), 336. — Boardman (1989), fig. 181. — AttScr (1990), no. 772. — Kossatz-Deissmann (1991), 158 (Komos 6). — Matheson (1995), 383/D 14, pl. 134A-B (A, part of A below). 450-400 (Beazley). AB1: Los trabajos de Teseo, Prokustes, Skiron, Sinis y la roca, el toro y la siembre (o la jabalina), Phaia (anciana), Poseidón, Athenea, hombre tapado con bastón; B2: Eos y Kephalos, joven en zamburiña, Petasos con lanza y roca; A2: ¿Teatral? Prometeo con narthex, sátiros con antorchas.
D. Relacionado a su vez con otros mitos
a. El mito de Pandora, la Eva, la mujer como causante de los males de la humanidad (creada por Zeus a causa de los engaños de Prometeo en favor de la humanidad).
La visión judeo-cristiana de Eva (y de la mujer):
…Y el Señor Dios hizo caer sobre Adán un profundo sueño y mientas estaba dormido le quitó una de las costillas y llenó de carne aquel vacío. Y de la costilla aquella que había sacado de Adán formó el Señor una mujer la cual puso delante de Adán… Génesis 2, 21-22
…¿Y no sabes tú que eres una Eva? La sentencia de Dios sobre este sexo tuyo vive en esta era: la culpa debe necesariamente vivir también. Tú eres la puerta del demonio; eres la que quebró el sello de aquel árbol prohibido; eres la primera desertora de la ley divina; eres la que convenció a aquél a quien el diablo no fue suficientemente valiente para atacar. Así de fácil destruiste la imagen de Dios, el hombre. A causa de tu deserción, incluso el Hijo de Dios tuvo que morir. Tertuliano: De Culta Feminarum, 1.1 (nota a pie de página 4).
La visión mitológica griega sobre Pandora:
Yo a cambio del fuego les daré un mal con el que todos
se alegren de corazón acariciando con cariño su propia desgracia.
Así dijo y rompió en carcajadas el padre de hombres
y dioses; ordenó al muy ilustre Hefesto mezclar cuanto
antes tierra con fuego, infundirle voz y vida humana
y hacer una linda y encantadora figura de doncella semejante
en rostro a las diosas inmortales…
…Le infundió habla el heraldo de los dioses y puso a esta
mujer el nombre de Pandora porque todos los que
poseen mansiones olímpicas le concedieron un regalo,
perdición para los hombres que se alimentan de pan
Hesíodo: Los Trabajos y los Días 43-83 pp.70-71 y 90-101 pp. 72 (nota a pie de página 24).
Imagen 10 (no aparece Prometeo pero trata del mito de Pandora)- Crátera de voluta ática de figuras rojas (red-figure) del Grupo de Polignotos o de la Clase de Kensington atribuidos ambos por Beazley. Oxford, Ashmolean Museum: y V525. Beazley nº 275165; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, PL.100, PANDORA 4;Beazley, J.D., Attic Red-figure Vase-painters, 1st ed. (Oxford, 1942): 696; Boardman, J., Athenian Red Figure Vases, The Classical Period (London, 1989): FIG.170 (A); Corpus Vasorum Antiquorum: Oxford, Ashmolean Museum 1, 18, PLS.(113,124) 21.1-2, 32.6; View Whole CVA Plates Reeder, E.D., et al., Pandora, Women in Classical Greece (Baltimore, 1995): 285, NO.; Beazley, J.D., Paralipomena (Oxford, 1971): 506; Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963); AVI Bibliography: Gardner (1901), fig. on p. 3 and pl. 1. — C. Robert (1914), 17-38. — J.D. Beazley, CVA Oxford 1, Great Britain 3 (1927), pl. 21,1-2 and 32,6. — Buschor (1937), 22-23. — Lendle (1957), 66-69. — ARV[2] (1963), 1562/4. — Para. (1971), 506. — Trendall–Webster (1971), 35, 39, no. II.8. — Bérard (1974), 164, pl. 19/71. — D.F. Sutton (1975), 350-55. — Vickers (1978), fig. 48 (A). — E. Simon, LIMC i (1981), 790-92, Anesidora. — Simon (1982), 145 and n. 149, pl. 39,a (A). — Add.[2] (1989), 388. — AttScr (1990), no. 1004
b. Deucalión, hijo de Prometeo que bajo su consejo, se convierte en salvador de la humanidad del diluvio, como el Noé bíblico y padre de los griegos a los que contribuye a crear.
La visión judeo-cristiana de Noé y el diluvio:
Jehovah vio que la maldad del hombre era mucha en la tierra, y que toda tendencia de los pensamientos de su corazón era de continuo sólo al mal. Entonces Jehovah lamentó haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehovah: Arrasaré de la faz de la tierra los seres que he creado, desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y las aves del cielo; porque lamento haberlos hecho.
Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová… Dios miró la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Entonces Dios dijo a Noé: He decidido el final de toda carne, porque la tierra está llena de violencia por culpa de ellos. He aquí que los destruiré junto con la tierra. Hazte un arca de madera de árbol conífero. Haz compartimentos al arca, y cúbrela con brea por dentro y por fuera… Porque he aquí, yo voy a traer un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en la cual hay aliento de vida debajo del cielo. Todo lo que hay en la tierra morirá.
Pero estableceré mi pacto contigo. Entraréis en el arca tú, tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos contigo… Y Noé hizo conforme a todo lo que Dios le mandó; así lo hizo… Y murió todo ser que se desplaza sobre la tierra, tanto las aves como el ganado, las fieras, los animales que se desplazan sobre la tierra y todos los hombres. Murió todo cuanto tenía aliento de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra seca. Así fue arrasado de la faz de la tierra todo ser viviente. Fueron arrasados de la tierra desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y las aves del cielo. Sólo quedaron Noé y los que estaban con él en el arca. Y las aguas prevalecieron sobre la tierra durante 150 días.
Dios se acordó de Noé y de todos los animales y todo el ganado que estaban con él en el arca, e hizo soplar un viento sobre la tierra, y las aguas disminuyeron. El día 27 del mes segundo quedó seca la tierra.
Entonces dijo Dios a Noé: Sal del arca tú, tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos contigo. Saca todos los animales de toda clase que están contigo: las aves, el ganado y los reptiles que se desplazan sobre la tierra. Que se esparzan por la tierra, que sean fecundos y que se multipliquen sobre la tierra.
Entonces salieron del arca Noé, sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos con él y todos los animales, todos los reptiles, todas las aves y todo lo que se desplaza sobre la tierra, según sus familias. Entonces edificó Noé un altar a Jehovah, y tomando de todo cuadrúpedo limpio y de toda ave limpia, ofreció holocaustos sobre el altar. Jehovah percibió el grato olor, y dijo Jehovah en su corazón: “No volveré jamás a maldecir la tierra por causa del hombre, porque el instinto del corazón del hombre es malo desde su juventud. Tampoco volveré a destruir todo ser viviente, como he hecho. Mientras exista la tierra, no cesarán la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche.
Entonces Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo: “Sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra. El temor y el miedo de vosotros estará en todos los animales de la tierra, en todas las aves del cielo, en todo lo que se desplaza en la tierra y en todos los peces del mar. En vuestras manos son entregados. … Sed vosotros fecundos y multiplicaos. Reproducíos en la tierra y multiplicaos en ella. Entonces Dios habló a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, con vuestros descendientes después de vosotros y con todo ser viviente que está con vosotros: aves, ganado y todos los animales de la tierra que están con vosotros; todos los que salieron del arca, todos los animales de la tierra. Yo establezco mi pacto con vosotros: Ninguna carne volverá a ser exterminada jamás por las aguas del diluvio, ni habrá otra vez diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: “Esta será la señal del pacto que establezco entre yo y vosotros, y todo ser viviente que está con vosotros, por generaciones, para siempre: Yo pongo mi arco en las nubes como señal del pacto que hago entre yo y la tierra. Y sucederá que cuando yo haga aparecer nubes sobre la tierra, entonces el arco se dejará ver en las nubes. Me acordaré de mi pacto que existe entre yo y vosotros, y todo ser viviente de toda clase, y las aguas no serán más un diluvio para destruir toda carne. Cuando el arco aparezca en las nubes, yo lo veré para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente de toda clase que está sobre la tierra.” Entonces Dios dijo a Noé: Esta será la señal del pacto que establezco entre yo y toda carne que está sobre la tierra. Génesis 6, 5-20; 7, 1-24; 8, 1-22; 9, 1-17
La visión mitológica griega sobre Deucalión y el diluvio:
…De Prometeo nació un hijo, Deucalión. Éste gobernó las regiones de Ptia y se casó con Pirra, hija de Epimeteo y Pandora, que fue la primera mujer modelada por los dioses. Cuando Zeus se propuso destruir la raza de bronce (los hombres de la edad del Bronce), Deucalión, por consejo de Prometeo construyó un arca y metiendo lo necesario embarcó con él con Pirra. Y Zeus arrojando torrentes de lluvia desde el cielo sumergió la mayor parte de la Hélade, para destruir completamente a los hombres, excepto a unos pocos que se refugiaron en unos elevados montes de las cercanías. Entonces se separaron los montes de Tesalia y todo lo que quedaba fuera del Istmo y del Peloponeso fue aniquilado. Entretanto Deucalión, llevado en el arca durante 9 días y otras tantas noches, abordó el Parnaso y allí, habiendo remitido las aguas, desembarcó y ofreció sacrificios a Zeus, dios de la Huida. Éste, enviándole a Hermes le concedió elegir lo que quisiera y aquél eligió disponer de hombres. Entonces Zeus le dijo que levantando piedras las lanzase por encima de la cabeza, y las que lanzó Deucalión se convirtieron en hombres y las que tiró Pirra en mujeres. Por esto metafóricamente el pueblo fue designado a partir del nombre de la piedra. Apolodoro 45/VII pp18 (nota a pie de página 14).
Imagen 11- Fragmentos de copa con figuras rojas (red figure) de Pintor de Codrus atribuido por Bothmer. Ciudad del Vaticano, Museo Gregoriano Etrusco: AST124-7. Beazley 217215; Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963): 1269.6; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, PL.180, PEITHO 47 (PART); Beazley (1960), 219-21, pl. 53,2. — ARV[2] (1963), 1269/6. — AttScr (1990), no. 789{1}. — Shapiro (1993), 259/128, 200, fig. 128 (1 fr.). 450-400 (Beazley). Prometeo, Athenea, Leda (todos nombrados), hombre tapado con bastón, mujer?, Pan y Peitho (nombrado).
E. Además, el castigo que recibe Prometeo por Zeus recuerda en sus representaciones a las que, posteriormente, se producen sobre el calvario y la crucifixión de Jesús de Nazaret. La conexión entre la pasión y sacrificio del nazareno por la humanidad con la que sufre Prometeo, que es el benefactor de humanidad frente a los dioses y que sufre castigo por ello, parece representarse en diversos motivos. Como si los artistas cristianos encontraran en Prometeo un modelo a seguir.
Fue en el s. IV cuando la cruz se convirtió, poco a poco, en el símbolo predilecto para representar a Cristo y su misterio de salvación. Desde el sueño del emperador Constantino, hacia el 312 (con esta señal vencerás), que precedió a su victoria en el puente milvio, y el descubrimiento de la verdadera cruz de Cristo, en Jerusalén, el año 326, por la madre del mismo emperador, Elena, la atención de los cristianos hacia la Cruz fue creciendo.
El mismo Luciano de Samósata califica el castigo de Prometeo como crucifixión:
Hefesto.- Echemos un vistazo, Hermes, porque no conviene crucificarlo cerca del suelo, para que no le rescaten esas creaciones suyas, los hombres. Pero tampoco en la cima de la montaña que no lo verían los de abajo. Si te parece lo crucificamos en el medio, al borde del abismo, con los brazos sujetos a las rocas…
Prometeo.- Me parece Hermes que culpas a un inocente, yo creo que por tales cosas merezco una recompensa. Si tienes tiempo me gustaría demostrar que Zeus ha dictado una sentencia injusta contra mí. Hermes que conoces bien las leyes y eres un buen picapleitos, defiende su causa, manteniendo que su decisión de crucificarme en el Cáucaso es justa
Hermes.- ...No hay más que hablar, una cruz perfecta. No te resistas, anda y sube y prepárate para que te clavemos a la montaña.
Prometeo.- ...Para empezar escucha lo referente a la carne...Zeus es tan mezquino y censor como para enviar a una antigua divinidad como yo a la cruz... Acto II, escenas 1 y 2, pp.27-33 (nota a pie de página 27).
Imagen 12- Vaso de Apulia de forma desconocida con figuras rojas (red-figure), atribuido al Pintor de Suessula; Museo Estatal de Berlín Catalogado Berlin 1969.9;; 350 ac. Herakles libera al titán Prometeo de su cautiverio. El águila que lo torturaba, muerta por el héroe, cae en picado al inframundo. Bajo la tierra, permanece Persephone agarrando a una antorcha Eleusiana de cuatro cabezas y alada, la serpiente peluda Erinys.
5. Análisis de las representaciones áticas de Prometeo en el archivo beazley
Tenemos un total de 32 entradas acerca de Prometeo en el Archivo Beazley. De ellas disponemos de un total de 19 con imágenes.
De ellas podemos dividir 2 grandes grupos: vasos de figuras negras y de figuras rojas.
- Vasos de Figuras Negras
Hay un total de 8 figuras negras (5 de ellas con fotografía), de los cuales tenemos 4 ánforas de cuello, 1 copa, 3 cráteras (1 de columna, 1de skyphos y 1 fragmento). El rango cronológico abarca entre el 625 ac. y el 475 ac. aproximadamente según la cronología de Beazley.
Imagen 13- Cylix laconia de figuras negras (black -figure), Pintor de Neucratis; Museo del Louvre, París; Catalogado Louvre E668; Procedencia: desconocida; 560-550 ac. 1- Se muestra a un hombre sentado al lado de un águila volando. Es una repesentación del cautiverio de Prometeo y la tortura que le infringe un águila enviada por Zeus para que le coma el hígado; 2- Zeus en su trono con su águila de familia.
Hay atribuidos 7 vasos a 4 autores de los vasos de figuras negras, que se distribuyen de la siguiente manera: 1 al Pintor de Cleofrades (o al Grupo de Compiegne), 1 Ática con dudas, 4 al Grupo de Tirreno, 1 al Pintor de Netos.
Imagen 14- Crátera de skyphos ática con figuras negras (black-figure) del Pintor de Chimaera o del Pintor de Nettos atribuidos ambos por Beazley. Atenas, M. N: 16384. Beazley 350285; Beazley, J.D., The Development of Attic Black- figure, ed.2 (California, 1986): PL.13.3 (Stand); Brommer, F., Herakles, 2 ed (Koln, 1972): 86, FIG.42 (Drawing Of A); Beazley, J.D., The Development of Attic Black- figure, ed.2 (California, 1986): PL.13.2 (LID); Boardman, J., Athenian Black Figure Vases (London, 1974): FIG.6 (full view drawings) Beazley, J.D., Attic Black-Figure Vase-Painters (Oxford, 1956): 4; Carpenter, T.H., with Mannack, T., and Mendonca, M., Beazley Addenda, 2nd edition (Oxford, 1989): 1; Beazley, J.D., Paralipomena (Oxford, 1971): 3.13; Beazley, J.D., Attic Black-Figure Vase-Painters (Oxford, 1956): 6; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, PL.424, Prometheus 57 (Part). Vari, Ática. 625-575 (Beazley). LD: Leones; A: Herakles, arrodillado con un arco, liberando a Prometeo, águila; STD: procesión, mujer con flores, árbol de palma; UH: gansos, leones.
La procedencia de los hallazgos de los vasos de figuras negras se distribuye de la siguiente manera. Por países 2 en Grecia y 2 en Italia, distribuidas así: 1 en La Tolfa (Italia), Chiusi (Italia), Vari en la Ática (Grecia), Phaleron en la Ática (Grecia).
- Vasos de Figuras Rojas
Hay un total de 24 vasos de figuras rojas (14 de ellas con fotografía), de los cuales tenemos 1 lekanis, 14 cráteras (7 de campana, 4 calyx, 1 de columna) 1 pelike, 3 copas (1C), 1 dinos, 1 stamnos, 2 oenocoe, 1 lecito aribalístico. El rango cronológico abarca entre el 500 ac. y el 300 ac. aproximadamente según la cronología de Beazley.
Imagen 15- Lécito aribalístico ático con figuras rojas (red figure) de White-line class Lek (clase de los lécitos de línea blanca). El Cairo, Museo Egipcio: 26211. Beazley 214132; Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963): 1009.9. 475-425 (Beazley). Cabeza de Dioniso o Prometeo con antorcha.
Hay atribuidos 15 vasos a 12 autores de los vasos de figuras rojas, que se distribuyen de la siguiente manera: 1 al Pintor de Peleo, 3 al Pintor de Dinos, 1 a Douris, 1 al Pintor de Lykaon, 2 al Grupo de Polignotos, 1 a la clase de los lécitos de Línea Blanca, 1 al Pintor de Munich, 1 al Pintor de Orfeo, 1 al Pintor de Codro, 2 al Pintor de Niceas, 1 al Pintor del Louvre, 1 al Pintor de Toros.
Imagen 16- Fragamento de crátera de campana ática con figuras roja (red-figure), de Lykaon, atribuido por Beazley. Oxford, Ashmolean Museum: 1927.4. Beazley 213565; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, PL.421, Prometheus 4; Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963): 1046.10; Corpus Vasorum Antiquorum: Oxford, Ashmolean Museum 2, 122, PL.(430) 66.40. Tarento, Italia. 440 (LIMP)…475-425 (Beazley). Dioniso o Prometeo con antorcha, sátiro en danza típica de sátiros.
La procedencia de los hallazgos de los vasos de figuras rojas se distribuye de la siguiente manera. Por países 5 en Grecia, 1 en Egipto, 1 en Turquía, 1 en Rusia y 9 en Italia, distribuidas así: 1 en Grecia, 3 de Atenas (Grecia), 1 de Neucratis (Egipto), 1 en Antissa en Lesbos (Grecia), 1 en Gordion de Galatia (Turquía), 1 en Olbia (Rusia), 1 en Sirolo (Italia), 1 en Vulci en Etruria (Italia), 1 en Tarento (Italia), 1 en Lipari (Italia), 1 en Bolonia (Italia), 1 en Volterra en Etruria (Italia), 1 en Capua (Italia), 1 en Nazzano (Italia), 1 en Spina (Italia).
Imagen 17- Crátera de columna ática con figuras rojas (red figure), del Pintor de Orfeo atribuido por Beazley. Atenas, Museo Nacional: 1167 y CC1339. Beazley 216173; Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963): 1104.6; Beazley, J.D., Paralipomena (Oxford, 1971): 451. Atenas. 430 (LIMP)…475-425 (Beazley). A: Prometeo (o Dioniso) con zamburiña o bastón (castigando?); B: Jóvenes tapados, uno con bastón.
Se puede llegar a una serie de conclusiones:
a- Los vasos de figuras negras abracan un periodo cronológico más antiguo que las de figuras rojas
b- Los vasos de figuras rojas son más abundantes y han aparecido en un rango mayor de países
c- Italia, seguida de Grecia, es el lugar donde aparecen más vasos áticos prometeicos
d- Ánforas y cráteras son los vasos decorados con figuras negras más abundantes. Las cráteras son el vaso más abundante decorado de figuras rojas
e- El Pintor de Dinos y el de Niceas parecen los más prolijos entre los decoradores de figuras rojas. Los de figuras negras están más repartidos entre autores y son menos abundantes
f- Prometeo aparece representado en dos aspectos fundamentales del mito: el robo de fuego y en su liberación por Heracles de su cautiverio. La presencia humana es escasa en las representaciones, apareciendo por ejemplo, en el suceso del fuego, con sátiros y no con humanos. No han aparecido representaciones áticas de la creación del hombre ni de Deucalión.
6. Conclusiones
El Cristianismo bebe de las fuentes mitológicas para expresarse, para comunicar, para hacer accesible un nuevo mensaje con temas que fueran conocidos y comunes, aprovechando los evidentes conocimientos y temas generales que había en el Mediterráneo oriental, toda una suerte de mitos compartidos que corrían desde Grecia hasta la antigua Mesopotamia, pasando por la Península del Sinaí. Mitos de los que son coparticipes semitas, pueblos anatólios y mesopotámicos. Una raigambre común que tiene sus máximas expresiones en la redacción griega de la Biblia y en al adopción del pensamiento aristotélico para cimentar la construcción teológica del cristianismo.
En el mito de Prometeo encontramos muchos de esos temas comunes pero, básicamente, Prometeo representa el desafío: el desafío del hombre a ser como Dios, a tener su sabiduría, al desarrollo de su libre voluntad de crecer, al desafío a su ley o su voluntad. Prometeo es el creador del hombre y une su destino a ellos desafiando la voluntad de Zeus. El mito del titán creador parece representar la era del hombre, no la era de los dioses. Con él los griegos explican, como los cristianos, la creación como un acto voluntario, pero dan sentido a la libertad del hombre de saltar la voluntad de la deidad que, además, en el caso de las religiones semitas, es su creador.
Prometeo parece jugar un papel de vínculo entre los dioses y los hombres, entre el cielo y la tierra, similar al jugado por Jesús de Nazareth en el Cristianismo sólo que, en este caso, es por propia voluntad y desde la humanidad hacia Zeus, mientras el Nazareno significaba el envío de Dios de una nueva alianza con los hombres. Prometeo y el Nazareno conocen su destino y lo aceptan en virtud de la salvación de los humanos. Ambos corren suerte similar, pasan tortura y calvario aunque, de nuevo, desde distinta perspectiva: Prometeo es castigado por Zeus por intermediar por la humanidad y Jesús es castigado por los hombres por establecer el vínculo de Jehová con parte del pueblo elegido.
Acerca de las representaciones se y conozco que hay más que tienen un indudable parecido entre el calvario de Prometeo y el de Jesús de Nazareth en la cruz. Sin embargo no aparecen en Beazley y las representaciones que encontré en el LIMP eran de mala calidad.
7. El conocimiento del mito: las fuentes clásicas
Las fuentes clásicas del mito de Prometeo son las siguientes (entre otras)[13]:
- Apolodoro; Biblioteca
I, 2, 2 s.
- Apolonio de Rodas: Argonáuticas III, 845.
- Aristófanes: Las aves.
- Diodoro Sicilia o Sículo v 19.
- Esopo, Fábulas, 240
- Esquilo: La tetralogía de Prometeo.
- Hesíodo: Teogonía 50b s.; 571s. Trabajos y días 50 s.
- Higinio: Fábulas 142, 1 14, 144.
- Juvenal: Sátiras XIV, 35.
- Luciano: Diálogos de los dioses I, 1.
- Ovidio: Metamorfosis I, 82.
- Pausanias I, 24, 7; IX, 25, 6; X, 4, 4.
- Platón: Protagoras 320 d.
- Apolodoro:
…Prometeo, luego de modelar a los hombres con agua y tierra les dio también el fuego, ocultándolo con una vara a escondidas de Zeus. Pero cuando este se enteró ordenó a Hefesto que clavase su cuerpo en el monte Cáucaso. Es éste un monte escítico. Clavado en él, Prometeo estuvo atado muchos años. Cada día un aguila cayendo sobre él le devoraba los lóbulos del hígado que volvía crecer por la noche.
Esta fue la pena que cumplió Prometeo por robar el fuego, hasta que un día lo liberó Heracles….De Prometeo nació un hijo, Deucalión. Éste gobernó las regiones de Ptia y se casó con Pirra, hija de Epimeteo y Pandora, que fue la primera mujer modelada por los dioses. Cuando Zeus se propuso destruir la raza de bronce (los hombres de la edad del Bronce), Deucalión, por consejo de Prometeo construyó un arca y metiendo lo necesario embarcó con él con Pirra. Y Zeus arrojando torrentes de lluvia desde el cielo sumergió la mayor parte de la Hélade, para destruir completamente a los hombres, excepto a unos pocs que se refugiaron en unos elevados montes de las cercanías. Entonces se separaron los montes de Tesalia y todo lo que quedaba fuera del Istmo y del Peloponeso fue aniquilado. Entretanto Deucalión, llevado en el arca durante 9 días y otras tantas noches, abordó el Parnaso y allí, habiendo remitido las aguas, desembarcó y ofreció sacrificios a Zeus, dios de la Huida. Éste, enviándole a Hermes le concedió elegir lo que quisiera y aquél eligió disponer de hombres. Entonces Zeus le dijo que levantando piedras las lanzase por encima de la cabeza, y las que lanzó Deucalión se convirtieron en hombres y las que tiró Pirra en mujeres. Por esto metafóricamente el pueblo fue designado a partir del nombre de la piedra[14]. I, 7 pp 56-57.
Imagen 18- Relieve de sarcófago romano (ca. 180-190 d. C.). ca. 180-190 d. C.). Prometeo y Atenea crean al primer hombre.
- Apolonio.
Argonaúticas
...ya se apuntaban las elevadas cumbres de las montañas del Cáucaso, donde Prometeo, con sus miembros sujetos en torno a asperas rocas por infrangibles ataduras de bronce alimentaba con su hígado un águila que una y otra vez se abalanzaba contra él. En el crepúsculo la vieron sobrevolar con agudo silbido por encima de lo más alto del navío, ceca de las nubes; pero, no obstante, sacudió todo el velamen al batir las alas a su paso. Pues esta no tenía la naturaleza de un pajaro de los aires y agitaba sus rápidas alas cuales bien pulidos remos. No mucho después oyeron el quejumbroso grito de Prometeo, desagarrado en su hígado. Resonó el éter con su gemido, hasta de nuevo observaron al águila carnicera que se lanazaba desde la montaña por el mismo camino [15]. Canto II 1248-1260, pp. 203.
Imagen 19- Fragmento de crátera de campana ática con figuras roja (Red-Figure). Oxford, Ashmolean Museum: G725. Beazley 12801; Corpus Vasorum Antiquorum: OXFORD, ASHMOLEAN MUSEUM 2, 123, PL.(431) 67.1. Neucratis, Egipto. 475-425 (Beazley). Figura en una roca (¿Prometeo?).
- Aristófanes
En las comedias de Aristófanes se ridiculiza al mismísimo Prometeo. Prometeo aparece con la cabeza tapada ocultándose de Zeus porque viene a delatar a los dioses. Aquí acompañamos un estudio realizado por Gregorio Luri que permite el acercamiento a las comedias de Aristófanes[16]. Las aves, pp. 1504 y 1511.
- Diodoro de Sicilia (o Sículo):
Diodoro nos da una imagen diferente del mito: la explicación del mito en base a una elucubración mitológica. El mito es un ser vivo que será divinizado por sus obras alcanzando la categoría de mito.
Biblioteca Histórica. Introducción general, Libros I-II
19. Mientras estaban en estos menesteres dicen que el Nilo, durante el orto de la estrella de Sirio, época en la que acostumbra a aumentar su caudal, salió fuera de su cauce, inundó gran parte de Egipto y afectó sobre todo aquella parte cuyo gobierno tenía Prometeo. Al quedar destruido casi todo lo que había en aquel territorio, Prometeo, apenado, apunto estuvo de dejar voluntariamente la vida. Por el empuje y la violencia de la corriente del río fue llamado Aeto (águila), pero Heracles, cumplidor de grandes hazañas y ansioso por alcanzar la fama de valiente, atajó con presteza el desbordamiento que se había producido e hizo volver al río a su antiguo cauce. De aquí que algunos poetas griegos contaran, llevando al mito lo sucedido, que Heracles había dado muerte al águila que devoraba el hígado de Prometeo[17]. Libro I, 19, 1-4, pp.49-50.
Imagen 20- Enócoe ático de figuras rojas (red-figure) del Pintor de Toros atribuido por Bezley. Ferrara, Museo Nazionale di Spina: 27.2.28. Beazley 240014; Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963): 1349.6; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, 535, prometheus 18 (Drawing). Spina, Italia. 425-375 (Beazley). BD: Prometeo (hombre con chitones pintados) con antorchas entre sátiros.
- Esopo
Fábulas, 240
Prometeo y los hombres
Prometeo, según el mandato de Zeus, modeló a los hombres y a los animales. Zeus, cuando vio que eran mucho más numerosos los animales, le ordenó hacer desaparecer determinado número de bestias, transformándolas en hombres. Después de poner en práctica la orden, ocurrió que los que desde un principio no fueron modelados como hombres, al cobrar forma humana tiene alma de animal.
La fábula es un argumento a propósito de los hombres brutos e irascibles[18]. Fábula 240 (Hsr 228, Ch 322) pp. 146.
- Esquilo
Prometeo encadenado
Personajes:
Fuerza y Violencia, criados de Zeus
Hefesto, dios del fuego, hijo de Zeus
Prometeo, hijo de la diosa Temis
Océano, divinidad
Io, hija de Inaco
Hermes, mensajero de los dioses
Coro de Oceánides
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Imagen 21- Ánfora ática de figuras negras (black-figure), del Grupo de Compiegne 988 atribuido por Mommsem o Kleophrades atribuido por Kunze-Gotte. Museo de Roma, Candelori Collection: XXXX6; Munich, Antikensammlungen: J989; Munich, Antikensammlungen: 1540. Beazley 6; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: III, PL.9, ATLAS 22 (A); Corpus Vasorum Antiquorum: MUNICH, MUSEUM ANTIKER KLEINKUNST 8, 87-90, BEILAGE F10, PLS.(1846,1847,1848) 428.2, 429.1-2, 43. 525-475 (Beazley). Dioniso con cantaros y vino, y sátiros tocando flautas o Prometeo y las Oceánidas.
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La escena representa una región montañosa, en los confines del mundo, cerca del mar.
Llegan Fuerza y Violencia, traen prisionero a Prometeo. Les sigue Hefesto con sus herramientas de herrero. Se disponen a clavar al titán en una escarpada roca.
FUERZA. Hemos alcanzado la región extrema de la tierra, el rincón escítico, en un desierto nunca hollado. Hefesto, a ti te concierne cumplir las órdenes que te dio tu padre, en estas abruptas rocas sujetar a este malhechor con grilletes irrompibles y vínculos de acero. Porque robando tu flor, el resplandor del fuego, origen de todas las artes, se la entregó a los hombres. Ha de pagar la pena a los dioses por una falta como ésta, para que aprenda a soportar la tiranía de Zeus y renunciar a sus sentimientos humanitarios.
HEFESTO. Fuerza y Violencia, para vosotros se ha cumplido ya el mandato de Zeus y nada os retiene ya. Pero yo no me atrevo a atar a un dios hermano en esta sima tormentosa. Sin embargo, es incontestablemente necesario tener coraje para ello: es cosa grave no cumplir las palabras de un padre. (A Prometeo.) De Temis, la consejera, hijo de elevados pensamientos, contra tu voluntad y la mía voy a clavarte con indisolubles lazos de bronce a esta roca inhóspita, en donde no verás ni la voz ni la figura de un mortal, sino que quemado por la resplandeciente llama del sol, cambiarás la flor de tu piel; con alegría para ti, la noche con su manto estrellado ocultará la luz y el sol disipará de nuevo la escarcha del alba; pero siempre te abrumará la carga del mal presente, pues todavía no ha nacido tu libertador. Esto has ganado con tus sentimientos humanitarios. Tú, un dios que no te acoquinas ante la cólera de los dioses, has otorgado, más allá de lo justo, unos honores a los mortales; por esto montarás en esta roca una guardia ingrata, de pie, sin dormir ni doblar la rodilla. Lanzarás muchos lamentos y gemidos inútiles, pues el corazón de Zeus es inflexible. Un nuevo señor siempre es duro.
FUERZA. Vamos, ¿por qué te demoras y te apiadas en vano? ¿Por qué no aborreces al dios más odioso de los dioses, que ha, entregado a los mortales tu privilegio?
HEFESTO. El parentesco es muy fuerte, y la amistad.
FUERZA. Lo concedo. Pero desobedecer las palabras de un padre ¿cómo es posible? ¿No temes esto más?
HEFESTO. Tú siempre eres cruel y lleno de audacia.
FUERZA. Ningún remedio proporcionará el llorar por ése; no te canses en un trabajo inútil.
HEFESTO. ¡Oh oficio muy odiado por mí!
FUERZA. ¿Por qué lo odias? De los males presentes, ciertamente no tiene culpa alguna tu oficio.
HEFESTO. Sin embargo, ojalá hubiera tocado a otro.
FUERZA. Todo es enojoso, salvo mandar sobre los dioses; porque nadie es libre excepto Zeus.
HEFESTO. Lo sé, y nada puedo responder a esto.
FUERZA. ¿No te apresuras, pues, en rodearle de cadenas, para que el padre no te vea remiso?
HEFESTO. Pueden verse ya en sus manos las manillas.
FUERZA. Cíñeselas a los brazos y con toda tu fuerza golpea con el martillo y clávalo en las rocas.
HEFESTO. El trabajo ya se termina y no en vano.
FUERZA. Golpea más, aprieta, nada dejes flojo; pues es capaz de encontrar alguna salida, incluso de lo impracticable.
HEFESTO. Este codo, al menos, está fijo y es difícil que le suelte.
FUERZA. Ahora clávale en medio del pecho, bien fuerte, la dura mandíbula de una cuña de acero.
HEFESTO. ¡Ay, ay, Prometeo, gimo por tus penas!
FUERZA. ¿Vacilas y lloras por los enemigos de Zeus? Vigila no sea que un día te compadezcas a ti mismo.
HEFESTO. Ves un espectáculo horrible de ver.
FUERZA. Veo que ése tiene lo que merece. Mas échale a los costados las bridas.
HEFESTO. Es mi obligación hacerlo, no me lo mandes con tanta insistencia.
FUERZA. Pues te ordenaré y además te azuzaré. Baja y sujeta sólidamente con anillas sus piernas.
HEFESTO. El trabajo está hecho y sin gran esfuerzo.
FUERZA. Con vigor hunde estas trabas en la carne; pues es severo el que juzgará tu obra.
HEFESTO. Tu lenguaje responde a tu figura.
FUERZA. Ablándate; pero no me reproches mi obstinación y la aspereza de mi carácter.
HEFESTO. Vámonos; tiene una red en torno a sus miembros.
FUERZA. Ahora sé, allá, insolente y despojando a los dioses de sus privilegios, dáselos a los efímeros. ¿Qué alivio son capaces los mortales de llevar a tus penas? Con falso nombre los dioses te llaman Prometeo, pues tú mismo necesitas un previsor para saber de qué manera te librarás de tal artificio.
(Hefesto con Fuerza y Violencia salen.)
PROMETEO. ¡Oh éter divino, y vientos de alas rápidas, y fuentes de los ríos, y sonrisa innumerable de las olas marinas, y Tierra madre universal, y círculo omnividente del Sol; yo os invoco: ved lo que, siendo dios, sufro de los dioses!
Mirad con qué ultrajes desgarrado he de padecer durante un tiempo infinito de años. Tal es la cadena infame que contra mí ha inventado el joven caudillo de los Felices. ¡Ay, ay! Por el sufrimiento, presente y futuro gimo, sin saber cuándo surgirá el fin de estos males.
Pero ¿qué digo? Todo lo que ha de acontecer lo sé bien de antemano y ninguna desgracia imprevista vendrá de nuevo sobre mí. Pero es preciso soportar lo más ligeramente posible la suerte decretada, sabiendo que no hay lucha contra la fuerza de la Necesidad. Con todo, me es igual de imposible callar o no callar esta desgracia. Porque habiendo proporcionado una dádiva a los mortales estoy uncido al yugo de la necesidad, desdichado. En el tallo de una caña me llevé la caza, el manantial del fuego robado, que es para los mortales maestro de todas artes y gran recurso. De este pecado pago ahora la pena, clavado con cadenas bajo el éter.
¡Ah, ah! ¿Qué ruido, qué aroma invisible ha volado hasta mí? ¿Vienes de un dios, de un mortal o de un semidiós? ¿Ha llegado a este peñasco, en los límites del mundo para contemplar mis penas, o qué quiere? Mirad encadenado a este dios desgraciado. Odiado de Zeus, me he enemistado con todos los dioses que frecuentan la corte de Zeus por mi gran amor hacía los hombres. ¡Ay, ay! ¿Qué movimiento de alas escucho cerca de aquí? El aire susurra con ese ligero batir de alas. Todo lo que se aproxima me produce pavor.
(Llega el coro de las Oceánides en un carro alado que se coloca sobre un roquero cercano al que está clavado Prometeo).
CORO. Nada temas. Amiga es esta tropa que en rápida carrera de alas se ha acercado a este peñasco, consiguiendo persuadir a duras penas el corazón paterno. Veloces las brisas me trajeron. Pues el eco de los golpes de hierro penetró hasta el fondo de mis cavernas y arrojó de mí el tímido pudor; descalza me lancé en mi carro alado.
PROMETEO. ¡Ay, ay! ¡Ay, ay! Prole de la fecunda Tetis, hijas del padre Océano, que con su curso insomne gira en torno a toda tierra, mirad, contemplad con qué cadenas clavado en la cima rocosa de este precipicio monto una guardia no envidiable.
CORO. Veo, Prometeo; y una tímida niebla llena de lágrimas a mis ojos, cuando contemplo sobre esa roca tu cuerpo que se consume en la ignominia de estos grilletes de acero. Porque nuevos pilotos gobiernan el Olimpo y Zeus, con nuevas leyes, reina arbitrariamente y aniquila ahora los colosos de antes.
PROMETEO. ¡Si al menos me hubiera precipitado bajo tierra, más allá del Hades hospitalario a los muertos, hasta el Tártaro infranqueable, echándome ferozmente en cadenas insolubles, de suerte que ni un dios ni nadie se regocijará de ello! Pero ahora juguete de los vientos, miserable, sufro para escarnio de mis enemigos.
CORO. ¿Cuál de los dioses tiene un corazón tan duro que haga burla de esto? ¿Quién no comparte tus pesares, excepto Zeus? Éste, siempre en su ira, de un alma inflexible, somete la raza celeste, y no cesará hasta que se haya saciado su corazón, o que alguien con alguna artimaña conquiste el mando tan difícil de conquistar.
PROMETEO. Ciertamente, aunque ultrajado en estos brutales grilletes de mis miembros, todavía tendrá necesidad de mí el príncipe de los Felices para enseñarle el nuevo designio que le despojará de su cetro y honores. Y no me ablandará con melifluos sortilegios de la persuasión, ni nunca yo, acoquinado con sus duras amenazas, revelaré este secreto, antes de que me libre de fieras cadenas y consienta en pagar la pena de este ultraje.
CORO. Tú eres osado y en vez de ceder por estos amargos sufrimientos, hablas con demasiada libertad. Un temor penetrante altera mi corazón y me estremezco por la suerte que te espera: dónde debes abordar para contemplar el fin de estos sufrimientos. Pues el hijo de Crono tiene un carácter inaccesible y un corazón inflexible.
PROMETEO. Sé que es severo y que tiene en su poder la justicia; sin embargo, creo que un día será de blando corazón cuando sea sacudido de este modo. Entonces aplacando esta rígida cólera, vendrá presuroso a concertar conmigo alianza y amistad.
CORIFEO. Descríbelo todo y explícanos en qué culpa te ha sorprendido Zeus para ultrajarte de una manera tan infame y cruel. Infórmanos, si no te perjudica el relato.
PROMETEO. Me duele hablar de estas cosas, pero no decir nada es también un dolor; de todos modos, infortunios. Así que los dioses empezaron a enfadarse y se produjo entre ellos la discordia, unos queriendo arrojar a Crono de su trono, para que Zeus desde entonces reinara; otros por el contrario esforzándose para que Zeus no mandara nunca sobre los dioses; entonces yo, que quería persuadir con los mejores consejos a los titanes, hijos de la Tierra y del Cielo, no pude. Despreciando las arteras trazas creyeron, en su brutal presunción, que sin fatiga se harían los dueños por la violencia.
Pero, no una sola; vez, mi madre, Temis y Tierra, forma única bajo nombres diversos, me había profetizado cómo se cumpliría el futuro: que no por la fuerza ni por la violencia, sino con engaño deberían vencer a los poderosos. Mientras yo les iba explicando estas cosas con mis palabras, no se dignaron ni dirigirme la mirada. Lo mejor en aquellas circunstancias me pareció que era, haciendo caso de mi madre, ponerme al lado de Zeus que recibía de grado a un voluntario. Por mis consejos el antro negro y profundo del Tártaro oculta al antiguo Crono y a sus aliados. Tales son los beneficios que ha recibido de mí el tirano de los dioses y que me ha pagado con esta cruel recompensa.
Sin duda es un achaque inherente a la tiranía no confiar en los amigos.
Ahora, lo que me preguntáis, por qué causa me hiere, os lo aclararé. En cuanto se sentó en el trono paterno, en seguida distribuyó entre los dioses sus privilegios, a cada uno diferentes, y organizó su imperio; pero no se preocupó en absoluto de los míseros mortales, sino que, aniquilando toda la raza, deseaba crear otra nueva. A este proyecto nadie se opuso sólo yo. Yo me atreví; libré a los mortales de ir, destrozados, al Hades. Por eso ahora estoy sufriendo tales sufrimientos, dolorosos de sufrir, lamentables de ver. Por haber tenido ante todo piedad de los mortales, no fui juzgado digno de conseguirla, sino que implacablemente estoy así tratado, espectáculo infamante para Zeus.
CORIFEO. De corazón de hierro y tallado de una piedra, Prometeo, es el que no se indigna contigo por tus penas. Yo, por mi parte, habría deseado no verlas, y ahora que las veo siento un dolor en el corazón.
PROMETEO. Sí, sin duda, para los amigos soy doloroso de ver.
CORIFEO. ¿Fuiste, tal vez, más lejos que esto?
PROMETEO. Sí. Hice que los mortales dejaran de pensar en la muerte antes de tiempo.
CORIFEO. ¿Qué solución hallaste a este mal?
PROMETEO. Albergué en ellos esperanzas ciegas.
CORIFEO. Gran favor otorgaste a los mortales.
PROMETEO. Además de esto, yo les regalé el fuego.
CORIFEO. ¿Y ahora los efímeros tienen el fuego resplandeciente?
PROMETEO. Por él aprenderán muchas artes.
CORIFEO. Por tales culpas Zeus te...
PROMETEO. ... me ultraja y no afloja para nada mis males.
CORIFEO. ¿No hay un término fijado a tu prueba?
PROMETEO. No, ninguno, salvo cuando le plazca a él.
CORIFEO. ¿Cuándo le placerá? ¿Hay alguna esperanza? ¿No ves que has delinquido? Pero decir que has delinquido, para mí no es ningún placer y para ti es dolor. Pero dejemos esto y busca algún medio de librarte de esta prueba.
PROMETEO. Es fácil al que tiene el pie fuera de las desgracias aconsejar y amonestar al infortunado. Pero todo esto yo lo sabía. De grado, de grado falté, no lo negaré; ayudando a los mortales yo mismo me he encontrado castigos. Con todo, no creía que con tales penas había de consumirme en unas rocas abruptas, encontrándome en una cima desierta y sin vecinos. Pero ahora, sin lamentaros por estos sufrimientos, bajando a tierra firme, escuchad mi suerte futura, para que lo sepáis todo hasta el fin. Creedme, creedme, compadeced al que ahora sufre: la aflicción vuela sin cesar, y ora se posa en uno, ora en otro.
CORIFEO. Tú urges a una tropa dispuesta a obedecerte, Prometeo. Ahora, dejando con pie ligero este raudo asiento y el éter, ruta sagrada de las aves, me acercaré a este suelo escabroso; porque deseo escuchar hasta el final tus padecimientos.
(Mientras las Oceánides descienden al suelo, aparece Océano en un carro tirado por un caballo alado.)
OCEANO. He llegado al final de un largo viaje en mi recorrido hacia ti, Prometeo, dirigiendo con mi mente, sin bridas, este ave de alas veloces. De tus desgracias, sábelo, me compadezco. El parentesco, creo, me obliga, y, aparte la sangre, no hay a quien diera parte mayor que a ti. Conocerás que digo la verdad y que no se halla en mí adular en vano. Venga, pues, dime en qué he de ayudarte; porque nunca dirás que tienes un amigo más seguro que Océano.
PROMETEO. ¡Ea!, ¿qué es esto? ¿También tú vienes a ser testigo de mis males? ¿Cómo te atreviste, dejando la corriente que lleva tu nombre y las roqueras grutas naturales, llegar a la tierra madre del hierro? ¿O has venido para contemplar mi suerte e indignarte con mis males? Mira este espectáculo: yo, el amigo de Zeus, que le ayudé a establecer su tiranía, con qué sufrimientos soy abatido por él.
OCÉANO. Lo veo, Prometeo, y quiero aconsejarte lo mejor, aunque eres listo.
Conócete a ti mismo y adopta nuevas actitudes, pues también hay un nuevo tirano entre los dioses. Pero si lanzas palabras tan duras y aceradas, quizá te oiga Zeus que está sentado mucho más alto que tú, y el enojo de estos males presentes te parezca un juego. Así, desgraciado, deja este afán y busca la liberación de estos males. Tal vez te parecerá que digo cosas viejas; sin embargo, tal es, Prometeo, el salario de una lengua demasiado altiva. Tú todavía no eres humilde ni cedes a los males, y a los presentes quieres añadir otros. Tómame, pues, por maestro y no estires tu pierna contra el aguijón, viendo que ahora reina un monarca duro y sin que tenga que rendir cuentas.
Ahora me marcho e intentaré, si puedo, librarte de estas penas; tú tranquilízate y no hables con demasiado insolencia. ¿O no sabes siendo en rigor tan sabio, que se castiga a una lengua disparatada?
PROMETEO. Te envidio porque te encuentras fuera de culpa aunque participaste en todo y te asociaste a mi osadía. Ahora déjalo y no te preocupes. De todos modos no le convencerás; no es fácil de convencer. Y vigila que no te perjudiques en este camino.
OCÉANO. Eres mucho mejor para inspirar prudencia al prójimo que a ti mismo; juzga por hechos, no por palabras. Pero en mi afán, no me retengas. Porque me ufano, sí, me ufano de que Zeus me concederá la gracia de librarte de estos males.
PROMETEO. Te alabo por tu solicitud y no cesaré de hacerlo; en buena voluntad nada descuidas. Pero no te esfuerces: trabajarás en vano, sin provecho para mí, si es que quieres hacerlo. Permanece tranquilo y mantente apartado. Porque yo, si soy desgraciado, no por esto quisiera que a los más alcanzaran las desgracias. No, en verdad, pues ya me consume la suerte de mi hermano, Atlas, que en las regiones de occidente, de pie, sostiene en sus espaldas la columna del cielo y de la tierra, peso no fácil para el brazo. También he compadecido, al verle, al hijo de la Tierra, habitante de las cuevas cilicias, gran gigante de cien cabezas, domado por la fuerza, el impetuoso Tifón. Se enfrentó a todos los dioses, silbando miedo de sus atroces fauces; de sus ojos brillaba horrible esplendor, como si fuera a aniquilar violentamente la tiranía de Zeus. Pero le alcanzó el dardo que no duerme de Zeus, el rayo que desciende respirando fuego y le derrotó de sus altivas fanfarronadas. Pues herido en el mismo corazón, quedó reducido a cenizas y su fuerza disipada por el rayo. Y ahora, cuerpo inútil y arrinconado, yace cerca del estrecho marino, oprimido bajo las raíces del Etna, mientras Hefesto, instalado en las altas cimas, forja el hierro ardiente. De allí un día irrumpirán torrentes de fuego que con feroces fauces devorarán las vastas llanuras de la fecunda Sicilia. Tal ira exhalará Tifón con los ardientes dardos de una insaciable tormenta de fuego, aunque carbonizado por el rayo de Zeus. Pero tú no eres inexperto y no me necesitas como guía; sálvate, como sabes. Yo apuraré este mi destino hasta
que Zeus aplaque su ira.
OCÉANO. ¿No sabes esto, Prometeo, que las palabras son médicos de la enfermedad de la cólera?
PROMETEO. Sí, si uno ablanda el corazón en el momento preciso, y no reduce por la fuerza una pasión virulenta.
OCÉANO. Pero, si uno muestra solícito esfuerzo y valor para la acción, ¿qué daño ves tú que haya en ello?
PROMETEO. Trabajo inútil y simplicidad irreflexiva.
OCÉANO. Déjame que sufra esta enfermedad; pues es provechoso parecer insensato cuando uno es cuerdo.
PROMETEO. Esta falta más bien parecerá la mía.
OCÉANO. Sin duda tus palabras me envían de nuevo a casa.
PROMETEO. Temo que tu lamento por mí te lance a una enemistad.
OCÉANO. ¿Con el que acaba de sentarse en un todopoderoso asiento?
PROMETEO. Vigila que no se altere tu corazón.
OCÉANO. Tu infortunio, Prometeo, es maestro.
PROMETEO. Vete, aléjate, salva tu actual buen sentido.
OCÉANO. Cuando ya me iba, me molestaban tus palabras. Pues mi cuadrúpeda ave acaricia ya con sus alas el dilatado camino del éter y gozoso doblará la rodilla en su establo.
(Océano se marcha en su monstruo alado. Tras un silencio, las Oceánides aparecen sobre de una roca y cantan lo siguiente.)
CORO. Lloro por tu fatal destino, Prometeo; y vertiendo de mis delicados ojos una corriente de lágrimas mojo mi mejilla con húmedas fuentes. Hostilmente gobernando con leyes propias Zeus manifiesta a los dioses de antaño su lanza soberbia. Ya todo este país ha lanzado un grito lastimero; sus pueblos lloran por la grandeza y el antiguo prestigio tuyo y de tus hermanos, y todos cuantos mortales habitan la tierra vecina de la sagrada Asia, ante el gran gemido de tus penas sufren contigo. Y las vírgenes que habitan en la tierra cólquide, valientes luchadoras, y la turba de Escitia, que ocupa el lugar más remoto de la tierra alrededor del lago Meótico. Y la flor guerrera de Arabia, los que viven una ciudadela escarpada cerca del Cáucaso, hostil ejército que brama en lanzas de acerada proa. Sólo antes otro dios titán he visto sufrir, vencido en la ignominia de unos lazos de acero, Atlas, que llevando siempre en la espalda, fuerza inflexible, la tierra y la bóveda celeste, gime. La ola marina cayendo ola sobre ola brama, llora el abismo, el tenebroso Hades en las profundidades de la tierra ruge, y las fuentes de los sagrados ríos exhalan su dolor quejumbroso.
PROMETEO. (Tras de un largo silencio.) No penséis que callo por arrogancia o
altanería; pero un pensamiento me devora el corazón al verme así tan vilipendiado. En verdad, a estos dioses nuevos, ¿qué otro si no yo les repartió exactamente sus privilegios? Pero sobre esto callo; pues sabéis lo que podría deciros. Escuchad, en cambio, los males de los hombres, cómo de niños que eran antes he hecho unos seres inteligentes, dotados de razón. Os lo diré, no para censurar a los hombres, sino para mostraros la buena voluntad de mis dones. Al principio, miraban sin ver y escuchaban sin oír, y semejantes a las formas de los sueños en su larga vida todo lo mezclaban al azar. No conocían las casas de ladrillos secados al sol, ni el trabajo de la madera; soterrados vivían como ágiles hormigas en el fondo de antros sin sol. No tenían signo alguno seguro ni del invierno, ni de la floreciente primavera ni del estío fructuoso, sino que todo lo hacían sin razón, hasta que yo les enseñé los ortos y ocasos de los astros, difíciles de conocer.
Después descubrí también para ellos la ciencia del número, la más excelsa de todas, y las uniones de las letras, memoria de todo, laboriosa madre de las Musas. Y el primero até bajo el yugo a las bestias esclavizadas a las gamellas y a las albardas, a fin de que tomaran el lugar de los mortales en las fatigas mayores, y llevé bajo el carro a los caballos, dóciles a las riendas, orgullo del fasto opulento. Sólo yo inventé el vehículo de los marinos, que surca el mar con sus alas de lino. Y, mísero de mí, yo que he encontrado estos artificios para los mortales, no tengo artimaña que pueda librarme de la actual desgracia.
CORIFEO. Padeces un castigo indigno; privado de razón divagas, y como un mal médico que a su vez ha enfermado, te desanimas y no puedes encontrar para ti mismo los remedios curativos.
PROMETEO. Escucha el resto y te sorprenderás más: las artes y recursos que ideé. Lo más importante: si uno caía enfermo, no había ninguna defensa, ni alimento, ni unción, ni pócima, sino que faltos de medicinas morían, hasta que les enseñé las mezclas de remedios clementes con los que ahuyentan todas las enfermedades. Clasifiqué muchos procedimientos de adivinación y fui el primero en distinguir lo que de los sueños ha de suceder en la vigilia, y les di a conocer los sonidos de oscuro presagio y los encuentros del camino. Determiné exactamente el vuelo de las aves rapaces, los que son naturalmente favorables y los siniestros, los hábitos de cada especie, los odios y amores mutuos, sus compañías; la lisura de las entrañas y qué color necesitan para agradar a los dioses, y los matices favorables de la bilis y del lóbulo del hígado.
Haciendo quemar los miembros cubiertos de grasa y el largo lomo, encaminé a los mortales a un arte difícil de entender y revelé los signos de la llama que antes eran oscuros. Tal es mi obra. Y los recursos escondidos a los hombres debajo de la tierra, bronce, hierro, plata, oro, ¿quién podría preciarse de haberlos descubierto antes que yo? Nadie, lo sé bien, a menos que quiera hablar en vano. En una palabra, sabe todo a la vez: todas las artes para los mortales proceden de Prometeo.
CORIFEO. No ayudes a los mortales más allá de lo necesario y descuides tu propia desgracia. Yo tengo buena esperanza de que un día, liberado de estas cadenas, no tendrás un poder inferior a Zeus.
PROMETEO. No tiene decretado todavía que esto se cumpla, la Moira que todo lo lleva a término; cuando estaré encorvado por mil dolores y desgracias, entonces escaparé de estas cadenas. El arte es con mucho más débil que la Necesidad.
CORIFEO. ¿Y quién es el timonero de la Necesidad?
PROMETEO. Las Moiras de tres formas y las memoriosas Erinis.
CORIFEO. ¿Zeus, pues, es más débil que ellas?
PROMETEO. No puede, por lo menos, escapar a su destino.
CORIFEO. ¿Y cuál es el destino de Zeus sino reinar por siempre?
PROMETEO. Sobre esto no preguntes más, no insistas.
CORIFEO. Es, sin duda, un augusto secreto lo que ocultas.
PROMETEO. Hablad de otra cosa; no es el momento de revelar este secreto, sino de esconderlo lo más posible; pues guardándolo oculto, escaparé de estas cadenas humillantes y de estos sufrimientos.
CORO. Que nunca el que todo lo gobierna, que nunca Zeus coloque enfrente de mi voluntad su fuerza, que jamás me tarde en acercarme a los dioses con sagrados festines de hecatombes junto al curso inagotable del Padre Océano, ni los ofenda con mis palabras. Antes permanezca firme en mí este propósito y no se borre jamás. Es dulce pasar una larga vida en confiadas esperanzas alimentando el corazón de deleites radiosos. Pero me estremezco cuando te veo desgarrado por tantos sufrimientos. Pues sin temer a Zeus, por propio criterio honras en exceso a los mortales, Prometeo. Vamos, amigo, dime, ¿qué favor te aporta tu favor? ¿Dónde está la defensa, la ayuda de los efímeros? ¿No has visto la impotencia reducida, igual al sueño, que encadena la ciega raza humana? Nunca la voluntad de los mortales conculcará el orden establecido por Zeus.
Esto he aprendido observando tu funesto destino, Prometeo. Y un canto bien diferente ha volado hacia mí, el canto de himeneo que un día en torno a tu baño y a tu lecho de bodas entoné, cuando, persuadida por tus presentes, llevaste a nuestra hermana Hesíone a compartir contigo el lecho como esposa.
(Entra lo teniendo en su frente dos cuernos de vaca. Tras sus primeras palabras se siente de nuevo sacudida por el aguijón del tábano.)
IO. ¿Qué tierra es ésta? ¿Qué raza? ¿A quién diré que miro atormentada con pétrea brida? ¿Qué falta expiras tú en esta agonía? Dime a qué parte de la tierra he llegado, mísera, en mi extravío.
¡Ay, ay! ¡Ah, ah! Vuelve nuevamente a picarme, desgraciada, un tábano, fantasma de Argos, hijo de la Tierra. Apártalo, Tierra, porque tiemblo al ver al boyero de mil ojos. Camina con su pérfida mirada. Ni muerto la tierra lo oculta, sino que saliendo de las sombras a mí, infortunada, me da caza y me hace errar, afamada, por los arenales de la playa.
Detrás de mí, la sonora caña encerada deja oír la canción que duerme. ¡Ay, ay, dioses!
¿A qué lejanas tierras me llevan estas carreras errantes? ¿En qué falta, hijo de Crono, en qué falta me has sorprendido para haberme uncido en estos tormentos, ¡ay, ay!, y extenuar así a una desgraciada alocada por el temor del tábano que la persigue?
Abrásame en el fuego, escóndeme bajo tierra, dame por alimento a los monstruos marinos. No rechaces mis ruegos, Señor. Mis carreras infinitas me han sobradamente ejercitado, ni puedo saber cómo escapar a los padecimientos. ¿Oyes la voz de la cornígera doncella.
PROMETEO. ¿Cómo no oír a la muchacha hostigada por el tábano, a la hija de Inaco, que abrasa de amor el corazón de Zeus y ahora, odiada de Hera, se ejercita por fuerza en esas infinitas carreras?
IO. ¿De dónde viene que has pronunciado el nombre de mi padre? Responde a la infortunada: ¿quién eres tú, miserable, que a esta desgraciada saludas en términos tan verídicos y nombraste el mal de divina procedencia que me consume al morderme con aguijones vagabundos?
Empujada con violencia por el hambriento ultraje de mis saltos, he llegado víctima del airado designio de Hera. ¿Cuál de los desgraciados sufre, ¡ay, ay!, como yo? Pero dime con claridad lo que voy a padecer. ¿Qué expediente, qué remedio hay de mi mal? Enséñamelo, si lo sabes. Habla, da a conocer esto a la pobre virgen errante.
PROMETEO. Te diré claramente todo lo que quieras saber, no entretejiendo enigmas, sino en lenguaje simple, como es justo abrir la boca a amigos. Estás viendo al dador del fuego a los mortales. Prometeo.
IO. Oh tú que te mostraste tan beneficioso a la comunidad de los mortales, paciente Prometeo, ¿por qué razón sufres esto?
PROMETEO. Acabo justamente de quejarme por mis trabajos.
IO. Entonces, ¿no vas a otorgarme ese favor?
PROMETEO. Di qué pides: de mí puedes saberlo todo.
IO. Indica quién te ató en esa roca escarpada.
PROMETED. La decisión de Zeus, pero la mano de Hefesto.
IO. ¿Y de qué faltas pagas tú la pena?
PROMETED. Basta que te haya manifestado sólo esto.
IO. Muéstrame, además, el fin de mi viaje y cuál será este día para mí, la desdichada.
PROMETEO. No conocerlo es mejor para ti que conocerlo.
Io. No me escondas lo que he de padecer.
Prometeo. No te rehúso ese favor.
IO. Entonces, ¿por qué tardas en proclamarlo todo?
PROMETEO. No hay malquerencia, pero dudo en turbar tu alma.
IO. No te preocupes más por mí, pues me es dulce.
PROMETEO. Ya que lo deseas, debo hablar; escucha, pues.
CORIFEO. No, todavía no; dame también a mí una parte de satisfacción. Sepamos primero la enfermedad de ésta, que nos diga ella misma sus funestos infortunios. De ti aprenda después los restantes trabajos.
PROMETED. Trabajo tuyo es, lo, de complacerles con esta dádiva, máxime cuando son hermanas de tu padre; pues llorar y lamentar las desgracias cuando se ha de obtener una lágrima de los que escucha, merece el esfuerzo realizado.
IO. No sé cómo podría negarme a vosotras: en términos claros sabréis todo lo que pedís; sin embargo, me da vergüenza contaros cómo la tempestad suscitada por un dios y causa de mis metamorfosis se ha abatido sobre mí, mísera. Sin cesar visiones nocturnas visitaban mi alcoba virginal y me exhortaban con dulces palabras: «Oh muy feliz muchacha, ¿por qué permanecer tan largo tiempo virgen, cuando puedes alcanzar la boda más excelsa? Porque Zeus está inflamado por ti con el dardo del deseo y anhela compartir contigo los placeres de Cipris. Tú, niña, no rechaces el lecho de Zeus; marcha hacia la pradera ubérrima de Lerna, a los rediles y boyeras de tu padre, para que el ojo de Zeus cese en su deseo.» Tales eran los sueños que todas las noches me sobresaltaban, mísera, hasta que osé revelar a mi padre los sueños nocturnos. Entonces a Pito y a Dodona despachó frecuentes mensajeros para saber qué debía emprender o decir que fuera agradable a los dioses. Pero ellos regresaban refiriendo unos oráculos equívocos, oscuros, difíciles de interpretar. Por último, una respuesta nítida llegó a Inaco, que claramente le recomendaba y anunciaba que me arrojara de la casa y de la patria, para errar en libertad hasta los últimos confines de la tierra, si no quería que viniera el rayo inflamado de Zeus que destruiría todo su linaje. Obediente a estos oráculos de Loxias, mi padre me desterró y cerró su casa, a pesar suyo y mío: pero el freno de Zeus le obligaba a obrar así con violencia. Al punto mi forma y mi espíritu se alteraron y cornuda, como veis, y mordida por el tábano de acerado aguijón, me precipito, de un salto benéfico, hacia la corriente salutífera de Cernea y a la fuente de Lerna. Un boyero, hijo de la Tierra, de intemperados humos, me seguía con sus innumerables ojos fijos en mis pasos. Un destino imprevisto le privó de repente el vivir, y yo, desgarrada por el tábano, corro de país en país bajo el látigo divino. Ya sabes lo sucedido; y si puedes decirme qué penas me faltan, dímelo; no intentes, por compasión, tranquilizarme con relatos falsos; pues digo que no hay enfermedad más vergonzosa que las palabras compuestas.
CORO. Deja, deja, calla. ¡Ay! Nunca, nunca pensé que unas palabras tan extrañas llegaran a mis oídos, que unos sufrimientos, unas miserias, unos espantos, tan penosos de ver, tan penosos de sufrir, helaran mi alma con aguijón de doble filo. ¡Ay, destino, destino, me estremezco al contemplar la suerte de lo!
PROMETEO. Demasiado pronto gimes y llena estás de temor; aguarda hasta que sepas el resto.
CORIFEO. Habla, explícate: es dulce a los enfermos conocer exactamente de
antemano el dolor que les falta.
PROMETEO. La anterior petición la lograsteis fácilmente gracias a mí; deseabais primero saber por ella misma el relato de su desgracia; ahora oír lo que queda, qué sufrimientos ha de padecer esta joven por orden de Hera. Y tú, semilla de Inaco, guarda mis palabras en tu corazón, si quieres conocer el final de tu camino. Primero, partiendo de aquí, vuélvete hacia el sol saliente y dirígete hacia los campos sin arar. Llegarás a los escitas nómadas que habitan chozas de mimbre trenzado sobre carros de hermosas ruedas y que llevan colgados arcos de largo alcance. No te aproximes a ellos, sino que, poniendo el pie en los acantilados en donde resuena el mar, atraviesa el país. A mano izquierda viven los que trabajan el hierro, los cálibes: guárdate de ellos, pues son feroces, inaccesibles a los extranjeros. Llegarás al río Hibristes, de nombre verídico; no lo atravieses, no es fácil de cruzar antes que alcances el mismo Cáucaso, el más alto de los montes, donde este río impetuoso brota de sus sienes. Debes pasar por encima de sus cumbres vecinas de los astros, para tomar el camino que lleva al mediodía, en donde hallarás a la hueste de las amazonas enemigas de los hombres, que un día fundarán Temiscira en torno al Termodonte, allí donde está Salmideso, mandíbula áspera del Ponto, huésped cruel a los marinos, madrastra de las naves; ellas te guiarán muy gustosamente. Entonces llegarás junto a las mismas puertas estrechas del lago, al ; istmo de Cimería, el cual con corazón intrépido debes dejarlo y atravesar el estrecho Meótico. Entre los mortales siempre vivirá el glorioso relato de tu paso y Bósforo recibirá de sobrenombre. Dejando el suelo de Europa, llegarás al continente asiático. ¿No os parece que el tirano de los dioses es en todo igualmente violento? Deseando, dios como es, unirse a esta mortal lanzó contra ella este destino errante. ¡Amargo pretendiente de tu boda has encontrado, doncella! Pues el relato que acabas de oír, piensa que todavía no es ni siquiera el preludio.
IO. ¡Ay, ay de mí! ¡Ah, ah!
PROMETEO. De nuevo gritas y suspiras; ¿qué harás, pues, cuando sepas los sufrimientos que te restan?
CORIFEO. ¿Tienes todavía otros sufrimientos para decirle?
PROMETEO. Sí, un mar tempestuoso de fatal calamidad.
IO. ¿Qué gano, entonces, con vivir? ¿Por qué no al instante me arrojo de esta roca escarpada, para que, aplastándome en el suelo, me libere de todos estos males? Mejor es morir de una vez que sufrir miserablemente todos los días.
PROMETEO. Difícilmente, entonces, podrías soportar mis pruebas. Yo no tengo destinado morir, pues la muerte sería una liberación de mis dolores. Pero ahora no hay término fijado a mis trabajos, hasta que Zeus caiga de su trono.
IO. ¿Es posible que un día caiga Zeus de su poder?
PROMETEO. Tú te alegrarías, creo, de ver este suceso.
IO. ¿Y cómo no, si es por Zeus que sufro tan desgraciadamente?
PROMETEO. Que esto será así, puedes estar segura.
IO. ¿Quién lo despojará de su cetro tiránico?
PROMETEO. Él mismo y sus insensatos planes. lo. ¿De qué manera? Dímelo, si no hay daño en ello.
PROMETEO. Contraerá una boda de la que un día se arrepentirá.
IO. ¿Con una diosa o con una mortal? Dímelo, si se puede.
PROMETEO. ¿Por qué con quién? No está permitido decirlo.
IO. ¿Acaso será derribado de su trono por su esposa?
PROMETEO. Ella tendrá un hijo más fuerte que su padre.
IO. ¿Y no tiene ningún medio de apartar este infortunio?
PROMETEO. No ciertamente, salvo yo desatado de estas cadenas.
IO. ¿Y quién te desatará sin el permiso de Zeus?
PROMETEO. Debe ser uno de tus descendientes.
IO. ¿Cómo dijiste? ¿Un hijo mío te librará de estos males?
PROMETEO. Sí, el tercer linaje después de diez generaciones más.
IO. No es fácil de comprender esta profecía.
PROMETEO. Tampoco busques conocer a fondo tus padecimientos.
IO. No me ofrezcas un bien para después quitármelo.
PROMETEO. De dos presentes, te concederé uno.
IO. ¿Cuáles? Muéstramelos y dame a elegir.
PROMETEO. Te lo concedo, elige: o te diré claramente tus males o el que me liberará.
CORIFEO. De estas dádivas concede una a ésta y otra a mí, y no desprecies mis palabras. A ella cuenta lo que le falta por correr y a mí tu libertador. Pues esto es lo que deseo.
PROMETEO. Puesto que éste es vuestro deseo, no me negaré a narrar todo cuanto deseáis. A ti, primero, lo, revelaré tu agitada carrera; grábala en las fieles tablillas de tu memoria. Cuando hayas atravesado la corriente, frontera de los dos continentes, sigue adelante hacia los encendidos levantes pisados por el sol, cruzando el mugiente mar, hasta que alcances la llanura gorgónea de Cístenes, donde viven las Fórcides, tres viejas doncellas de figura de cisne, que tienen un ojo común, un solo diente, y a las que nunca mira el sol con sus rayos ni la nocturna luna. Cerca de ellas se hallan tres hermanas aladas con cabellera de serpientes, las Gorgonas, aborrecidas de los hombres, a las que ningún mortal puede ver sin expirar. Tal es la advertencia que te hago. Pero escucha otro peligroso espectáculo: guárdate de los perros mudos de Zeus, de dientes afilados, los grifos y del ejército Arimaspo, gente de un solo ojo, montada a caballo, que vive junto a las aguas del aurífero río Plutón: tú no te acerques a ellos. Entonces llegarás a una tierra lejana, un pueblo de tez oscura, establecido junto a las fuentes del sol, donde está el río Etíope. Baja por las riberas de éste hasta que llegues a la catarata, en donde de los montes Biblinos Nilo vierte sus aguas augustas y saludables. Éste te conducirá hasta el país triangular nilótico, donde el destino os reserva, lo, a ti y a tus hijos, fundar una gran colonia. Sí algo de esto es confuso y difícil de comprender, pregunta de nuevo y entérate con precisión. Dispongo de más tiempo del que quiero.
CORIFEO. Si tienes algo nuevo u olvidado que contar de su fatigosa carrera, dilo; pero si lo has dicho todo, concédenos ahora el favor que pedimos. Lo recuerdas, sin duda.
PROMETEO. Ésta ha oído enteramente el final de su viaje. Pero, porque sepa que no vanamente me escucha, le diré qué trabajos bajos ha sufrido antes de venir aquí, dándole con ello la prueba de mi relato. Con todo omitiré la mayor parte de las fatigas e iré al término mismo de tus viajes. En cuanto llegaste a las llanuras de los morosos y al escarpado dorso de Dodona, donde está el profético asiento de Zeus Tesproto con el prodigio increíble de las encinas que hablan, las cuales te saludaron claramente y sin enigmas como la que había de ser la ilustre esposa de Zeus -¿te halaga algo de esto?-, te lanzaste, punzada por tábano, por el camino de la costa hasta el gran golfo de Real, de donde la tormenta vuelve a traer aquí tus cursos errantes. Pero con el tiempo este golfo marino, sábelo bien, será llamado Jonio, recuerdo para todos los mortales de tu paso. Ésta es la prueba de que mi mente ve más de lo que es manifiesto. Lo demás os lo relataré a la vez a vosotras y a ésta, volviendo sobre la huella de mi anterior relato. Hay una ciudad, Cánobo, en el extremo del país, junto a la misma boca y alfaque del Nilo; allí Zeus, imponiéndote su mano serena, al simple contacto, te vuelve el juicio; y darás a luz un hijo, cuyo nombre recordará que hizo nacer Zeus, el negro Épafo, que recogerá el fruto de todo el país que riega el Nilo de ancha corriente. La quinta generación después de él, formada por cincuenta doncellas, volverá de nuevo a Argos no de buen grado, huyendo de unas bodas consanguíneas con sus primos; éstos, en el frenesí de su deseo, halcones que van a la caza de palomas, vendrán también dando caza a unas bodas prohibidas. Mas un dios les negará lo que desean, y el país pelasgo los recibirá, vencidos por los golpes de un Ares femenino con una audacia que vela en la noche; pues cada esposa quitará la vida a su esposo tiñendo en el degüello una espada de doble filo. ¡Tal venga Cipris a mis enemigos! A una sola de las muchachas el encanto del amor no le deja dar muerte al compañero de lecho, sino que será ablandada en su resolución; de dos cosas preferirá una, ser llamada cobarde antes que asesina. Y ésta, en Argos; dará a luz a un real linaje. Sería necesario un largo discurso para exponerlo claramente; sabed, al menos, que de esta siembra nacerá el hombre valiente, famoso por su arco, que me librará de estos tormentos. Tal es el oráculo que me contó mi madre, la titánide Temis, de antiguo nacida. Mas, cómo y de qué manera, se necesita mucho tiempo para decirlo, y tú no ganarías nada con saberlo.
IO. ¡Ah, ah! Una convulsión, un delirio que turba mi mente, vuelven a abrasarme; el dardo sin forjar del tábano me hiere; mi corazón horrorizado palpita en mi pecho; mis ojos giran en sus órbitas. Arrastrada fuera del camino por un viento furioso de locura no gobierno mi lengua, y confusos pensamientos chocan al azar contra las olas de odiosa Ate.
(Io sale apresuradamente.)
CORO. Sabio, sí, sabio era el primero que concibió en su espíritu y formuló con la lengua que casarse según su rango es con mucho lo mejor, y cuando se es artesano no ambicionar unas bodas con gente enervada por las riquezas o envanecida por el linaje.
¡Ojalá que nunca, nunca, oh Moiras inmortales, me veáis aproximarme como esposa al lecho de Zeus, ni conseguir por marido a alguien de los dioses! Pues me estremezco al ver la doncella lo, hostil al varón, consumirse, gracias a Hera, en la fatigosa carrera de sufrimientos. A mí, una boda con un igual, no me asusta. Lo que temo es que el amor de dioses poderosos me mire con su ojo inevitable. Pues es una guerra contra la cual no es posible la guerra, sin más esperanza que la desesperanza, y no sé qué sería de mí. Porque no veo cómo podría escapar a la voluntad de Zeus.
PROMETEO. En verdad, todavía Zeus, por altivo que sea de corazón, será humilde, según la boda que se dispone a contraer, que lo arrojará aniquilado de su tiranía y de su trono. Entonces se cumplirá del todo la maldición de su padre Crono, que pronunció al caer de su antiguo trono. De estos trabajos, ningún dios, salvo yo, podría mostrarle claramente la solución. Yo lo sé y de qué forma. Después de esto, que esté sentado, animoso y confiado en los ruidos con que llena los aires, blandiendo en sus manos un dardo flamígero. Nada de esto le bastará para no caer ignominiosamente con una caída intolerable: tal es el adversario que se está preparando contra sí mismo, prodigio invencible, que encontrará una llama más poderosa que el rayo y un ruido más ensordecedor que el trueno; y dispersará el azote marino que sacude la tierra, el tridente, lanza de Posidón. Cuando choque con este mal, aprenderá qué diferencia hay entre mandar y ser esclavo.
CORIFEO. Tú rechazas, según tus deseos, a Zeus.
PROMETEO. Digo lo que se cumplirá y además lo que deseo.
CORIFEO. ¿Hay que esperar a que alguien mande sobre Zeus?
PROMETEO. Y tendrá que soportar fatigas más pesadas que las mías.
CORIFEO. ¿Cómo no tienes miedo de lanzar palabras como éstas?
PROMETEO. ¿Y qué puede temer aquel que está decretado que no muera?
CORIFEO. Puede enviarte una prueba más dolorosa que ésta.
PROMETEO. Que lo haga: todo lo espero.
CORIFEO. Sabios son los que se inclinan ante Adrastea.
PROMETEO. Adora, implora, adula al poderoso del momento; a mí me importa Zeus menos que nada. Que haga, que mande como quiera durante este corto período; pues no reinará mucho tiempo sobre los dioses. Pero veo a ese correo de Zeus, al servidor del nuevo tirano; seguramente viene a comunicar algo nuevo.
(Llega Hermes conduciendo por sus sandalias aladas.)
HERMES. A ti, el diestro, sumamente mordaz, que ofendiste a los dioses, pasando a los efímeros sus privilegios, ladrón del fuego, a ti te lo digo: el padre te manda decir qué bodas son ésas de que tanto alardeas por las cuales él caerá de su trono. Y esta vez explícate sin enigmas y cada cosa por separado. No me obligues, Prometeo, a un doble viaje, porque ya ves que Zeus no se ablanda con tus procedimientos.
PROMETEO. He aquí un discurso solemne y lleno de arrogancia, como de un criado de los dioses. Sois jóvenes y ejercéis un poder joven, y creéis que habitáis una fortaleza inaccesible a los dolores. Pero ¿no he visto ya a dos soberanos caídos de estas alturas? Y al tercero, al que ahora señorea, lo veré con más ignominia y rapidez. ¿Acaso te parezco tener miedo y agazaparme delante de los dioses jóvenes? Mucho, más bien todo, me falta para ello. Y tú regresa de nuevo por el camino que seguiste, pues no sabrás nada de lo que intentas averiguar de mí.
HERMES. Sin embargo, con estas arrogancias de antaño has venido a anclar en estos males.
PROMETEO. No cambiaría, sábelo bien, mi desgracia por tu servil condición. Es mejor, creo, estar esclavizado a esta roca que ser el fiel mensajero del padre Zeus. Es así que a los ultrajes hay que corresponder con ultrajes.
HERMES. Pareces envanecerse de tu actual situación.
PROMETEO. ¿Yo envanecerme? Así viera yo envanecidos a mis enemigos. Y a ti te cuento entre ellos.
HERMES. ¿También a mí me acusas, de tus desgracias?
PROMETEO. En una palabra, odio a todos los dioses que habiendo recibido beneficios de mí me tratan inicuamente.
HERMES. Comprendo que deliras de una gran enfermedad maligna.
PROMETEO. Estoy enfermizo si enfermedad es odiar a los enemigos.
HERMES. Serías insoportable si estuvieras bien.
PROMETEO. ¡Ay de mí!
HERMES. Zeus no conoce esta palabra.
PROMETEO. El tiempo, al envejecer, todo lo enseña.
HERMES. Tú, sin embargo, todavía no sabes ser sensato.
PROMETEO. Ciertamente, no habría hablado a un criado como tú.
HERMES. Parece que no quieres decir nada de lo que desea el padre.
PROMETEO. Estando en deuda con él, debería devolverle el favor.
HERMES. Te burlas de mí como si fuera un niño.
PROMETEO. ¿No eres un niño y algo más simple todavía, si esperas saber alguna noticia de mí? No hay ultraje ni artificio con cuales me impele Zeus a declarar esto antes de que desate estas cadenas infamantes. Según ello, que lance la llama devoradora, que con la nieve de blanca ala y con truenos subterráneos confunda y agite todo el universo; nada de ello me doblegará hasta revelarle por quién ha de caer de su tiranía.
HERMES. Mira si esta actitud te resulta útil.
PROMETEO. Hace tiempo que todo está visto y decidido.
HERMES. Decídete, insensato, decídete a razonar bien ante estos sufrimientos.
PROMETEO. En vano me importunas, como si exhortaras a una ola. No imagines que un día, asustado por el decreto de Zeus, llegue a ser de alma mujeril y suplique al gran odiado, levantando hacia él mis palmas a guisa de mujer, para que me libere de estas trabas.
HERMES. Me parece que, si hablo, voy a hablar mucho y en vano, pues en nada te conmueves ni ablandas con ruegos; sino que mordiendo el bocado como un potro recién domado, te rebelas y luchas contra las riendas. Sin embargo, tu violencia se funda en un débil razonamiento: pues la obstinación, para el que razona mal, nada puede por sí misma. Considera, si no te convencen mis palabras, qué tempestad, qué triple ola de desgracias te caerá inexorablemente encima. Primero, ese escarpado pico, con el trueno y la llama del relámpago, el padre lo hará pedazos y esconderá tu cuerpo que quedará aprisionado en los brazos encorvados de la piedra. Cuando haya transcurrido una larga duración de tiempo, regresará nuevamente a la luz; pero entonces el perro alado de Zeus, el águila sangrienta, desgarrará vorazmente un gran jirón de tu cuerpo, un comensal que, sin ser invitado, vendrá todo el día a regalarse con el negro manjar de tu hígado. No esperes un término de este suplicio hasta que aparezca un dios dispuesto a sucederte en los trabajos y se ofrezca a descender al tenebroso Hades y a las oscuras profundidades del Tártaro. Ante esto, reflexiona; pues no se trata de una jactancia fingida, sino de una palabra muy bien pronunciada. Porque la boca de Zeus no sabe mentir, sino que cumple todo lo que dice. Tú mira bien y medita y no creas jamás que la insolencia sea mejor que el prudente consejo.
CORIFEO. Para nosotras, Hermes no parece hablar desatinadamente: porque te invita a dejar la arrogancia y a buscar la sabia discreción. Escucha: para un sabio es vergonzoso persistir en el error.
PROMETEO. Conocía yo el mensaje que ése ha vociferado; pero que un enemigo sea maltratado por enemigos, no es deshonroso. Así pues, que lance contra mí el rizo de fuego de doble filo, que el éter sea agitado por el trueno y la furia de vientos salvajes; que su soplo sacuda la tierra y la arranque de sus fundamentos con sus raíces; que la ola del mar con áspero bramido confunda las rutas de los astros celestes; que precipite mi cuerpo al negro Tártaro en los implacables torbellinos de la Necesidad. Sin embargo, él nunca me hará morir.
HERMES. Tales son los pensamientos y las palabras que es posible oír de seres sin juicio. ¿Qué falta a su suplicio para ser un delirio? ¿Se relaja en sus furores? Pero en todo caso, vosotras que compartís sus sufrimientos, retiraos aceleradamente estos lugares, no sea que el mugido implacable del trueno aturda vuestros sentidos.
CORIFEO. Háblame de otras maneras y exhórtame en términos que me convenzan, pues de ninguna manera se puede tolerar la palabra que acabas de soltar. ¿Cómo puedes obligarme a practicar villanías? Con éste quiero sufrir lo que sea preciso, pues he aprendido a odiar a los traidores, y no hay peste que aborrezca más que ésta.
HERMES. Bien, pues, no olvidéis lo que ahora os prevengo, y cuando seáis botín de la calamidad no reprochéis a la fortuna y nunca digáis que Zeus os lanzó a un padecimiento imprevisible, sino, en verdad, vosotras a vosotras mismas. Porque sabiéndolo y sin sorpresas ni engaño os encontraréis por vuestra locura prendidas en la red inextricable de Ate.
(Hermes se retira. El huracán empieza a desencadenarse y la tierra a temblar.)
PROMETEO. Ahora no se trata ya de palabras sino de hechos: la tierra tiembla, al tiempo que en sus zigzagueantes profundidades muge el eco del trueno; relámpagos fulguran encendidos; torbellinos agitan tolvaneras; soplos de todos los vientos saltan unos contra otros, anunciando una lucha de hostil aliento; se mezclan confundidos el cielo con el mar. Tal es el ímpetu de Zeus que, intentando asustarme, avanza claramente contra mí. ¡Oh majestad de mi madre, oh Éter que haces girar la luz común a todos! ¡Ya veis de qué manera tan injusta!
(Las rocas, con Prometeo y las Océanides, se sumergen estrepitosamente entre rayos y truenos)[19].
Imagen 22- Ánfora de cuello ática con figuras negras (black-figure) de Pintor de Prometo atribuido por Bothmer o Grupo del Tirreno atribuido por Beazley. Florencia, Museo Archeologico Etrusco: 76359. Beazley 310028; Beazley, J.D., Paralipomena (Oxford, 1971): 37; Beazley, J.D., Attic Black-Figure Vase-Painters (Oxford, 1956): 97.28; Carpenter, T.H., with Mannack, T., and Mendonca, M., Beazley Addenda, 2nd edition (Oxford, 1989): 26; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: IV, PL.598, Demeter 471 (Part Of A) y VII, PL.425, Prometheus 67 (Part Of A); Photo Alinari 17071, below, 3. — Bothmer (1944), 168/D 1. — ABV (1956), 97/28. — Para. (1971), 37. — Add.[2] (1989), 26. — AttScr (1990), no. 166{1}. — Esposito–De Tommaso (1993), 25/19. — [The only picture cited is:] Esposito–De Tommaso (1993), pl. 20 [sic!]. — Kluiver (1995), 59/2 and 65/2 (inscriptions done by C.J. Ruijgh) (not ill.). 575-525 (Beazley). A1: Herakles libera a Prometeo, Athenea con corona, Demeter (todos nombrados), hombre tapado sentado en taburete con corona, pajaro; B2-4: Frisos de animales, esfinges, sirenas, panteras, verraco, leon y carnero.
- Hesíodo:
La historia de Prometeo en la Teogonía está formada por tres mitos etiológicos estrechamente ligados por la figura de éste:
1- Por qué en los sacrificios los hombres se reservan la carne de las víctimas y dan a los dioses huesos y grasa.
2- Cómo encontraron los hombres el fuego.
3- El origen de la mujer como ruina para la humanidad.
Así, el objetivo principal de la historia es explicar el destino de Prometeo que, como sus hermanos, sufre un castigo que Zeus le impone por sus pecados. Luego se le añadirá otro: explicar el origen del mal entre los hombres.
En Los Trabajos y los Días, Hesíodo muestra el mito de Pandora que tiene precedentes orientales. Su modelación de barro recuerda la creación del hombre (aunque no el de la mujer) en el Génesis…También Eva, como Pandora, es el origen de los males humanos.
Teogonía
…..HIJOS DE MENETIO Y CLÍMENE : Jápeto desposó a una joven Océade de hermosos tobillos, Clímene y subió a su mismo lecho. Esta le dio un hijo, Atlas, de atrevido corazón. Y dio a luz al ilustre Menetio, al hábil y astuto Prometeo. 507-520, pp. 43
Teogonía
Sujeto con indisolubles trabas a Prometeo el muy sagaz
con ataduras complicadas llevándolo al medio de un pilar
y contra él un águila de alas tendidas envió: ella el hígado
inmortal le comía, y este crecía por todas partes tanto
de noche, cuanto en todo el día le devoraba el ave de alas desplegadas.
Pero a ella el fuerte hijo de Alcmena de hermosos tobillos
Heracles la mató, de la miserable desgracia apartó
al Japetónida y lo liberó de sus tormentos
no sin la voluntad de Zeus Olímpico que rige en lo alto
para que la gloria de Heracles nacido en Tebas sea
mayor aún que antes sobre la tierra muy fecunda.
Al hacerlo, honraba a su muy señalado hijo;
y aunque irritado, apaciguó la ira que antes tenía
porque rivalizaba en los designios con el poderoso Cronión...
También pues cuando decidían los dioses y los mortales hombres
en Mecona, entonces a un gran buey de corazón benévolo
habiéndolo dividido, puso delante para engañar la mente de Zeus.
Para ellos carnes y entrañas grasientas con gordura
guardó en un cuero, cubriéndolas con vientre bovino.
Por otro lado los huesos blancos del buey, con artera técnica
disponiéndolo bien, ocultó cubriéndolos con brillante grasa.
Entonces le habló el padre de hombres y dioses:
“Japetónida, entre todos los señores muy señalado,
¡oh amigo, cómo dividiste con parcialidad las partes!
Así le dijo con sarcasmo Zeus, que conoce los inmortales consejos.
Le contestó Prometeo de mente tortuosa con una suave sonrisa sin olvidar su pérfido engaño:
“¡Zeus, el más glorioso y poderoso de los dioses sempiternos! Escoge de estas partes aquella que en tu pecho te mande tu corazón”.
Así habló con engaño. Y Zeus, que conoce los planes eternos, advirtió y no desconoció el engaño; pero en su corazón meditaba calamidades para los hombres mortales y tenía la intención de cumplirlas. Con ambas manos retiró la blanca grasa. Se encolerizó en sus entrañas y la ira le llegó al corazón cuando vio los blancos huesos de buey a causa del engañoso artificio. Desde entonces, las tribus de los hombres queman huesos blancos para los inmortales en perfumados altares.
A él, entonces, le habló muy indignado, Zeus amontonador de nubes:
“¡Hijo de Jápeto, conocedor de toda clase de artimañas, amigo mío, en verdad que no has olvidado el arte de los engaños!”
Así habló, irritado, Zeus que conoce inmortales planes eternos. Y desde entonces, recordando siempre el engaño, ya no dirigió sobre los fresnos la fuerza del fuego infatigable[20] en beneficio de los hombres mortales que habitan en la tierra.
Sin embargo, el valeroso hijo de Jápeto otra vez le engaño, escondiendo la llama del fuego infatigable que se ve de lejos en el hueco de una caña. Hirió con esto el corazón de Zeus que truena en las alturas e irritó su corazón cuando vio entre los hombres la llama del fuego que se ve de lejos[21]...
Así, no es posible engañar ni eludir la voluntad del Zeus; pues ni siquiera el hijo de Jápeto, el bienhechor Prometeo[22] pudo escapar de la terrible cólera de aquel, sino que, por la fuerza, a pesar de ser muy astuto, se vio retenido por una fuerte cadena. 522-567 pp.43-44 y 613 pp.46.
Los Trabajos y los Días
Y es que oculto tiene los dioses el sustento a los hombres pues de otro
modo fácilmente trabajarías un solo día y tendrías un año sin ocuparte
en nada. Al punto podrías colocar el
imón sobre el humo del hogar y cesarían las faenas de los bueyes y de los sufridos mulos.
Pero Zeus lo escondió irritado en su corazón por las burlas de que le hizo objeto el astuto Prometeo; por ello
Entonces urdió lamentables inquietudes para los
hombres y ocultó el fuego. Mas he aquí que el buen hijo
de Jápeto lo robó al providente Zeus para bien de los
hombres en el hueco de una cañaheja a escondidas de
Zeus que se goza con el rayo. Y lleno de cólera díjole
Zeus amontonador de nubes:
¡Japetónica conocedor de los designios sobre todas
las cosas! Te alegras de queme hayas robado el fuego y
has conseguido engañar mi inteligencia, enorme desgracia
para ti en particular y para los hombres futuros.
Yo a cambio del fuego les daré un mal con el que todos
se alegren de corazón acariciando con cariño su propia desgracia.
Así dijo y rompió en carcajadas el padre de hombres
y dioses; ordenó al muy ilustre Hefesto mezclar cuanto
antes tierra con fuego, infundirle voz y vida humana
y hacer una linda y encantadora figura de doncella semejante
en rostro a las diosas inmortales. Luego encargó
a Atenea que el enseñara labores, a tejer la
tela de finos encajes. A la dorada Afrodita le mandó rodear
su cabeza de gracia, irresistible sensualidad y halagos
cautivadores y a Hermes, el mensajero de Argifonte
le encargó dotarle de una mente cínica y un carácter voluble.
Dio estas órdenes y aquellos obedecieron al soberano
Zeus Crónica. [Inmediatamente modeló de tierra el ilustre
Patizambo una imagen con apariencia de casta doncella
por la voluntad del Crónida. La diosa Atenea de ojos glaucos
le dio ceñidor y la engalanó. Las divinas Gracias
y la augusta Persuasión colocaronen su cuello dorados
collares y las Horas de hermosos cabellos la coronaron
con flores de primavera. Palas Atenea ajustó a su cuerpo
todo tipo de aderezos]; y el mensajero Argifonte
configuró en su pecho mentiras, palabras seductoras y
un carácter voluble por la voluntad de Zeus gravisonante.
Le infundió habla el heraldo de los dioses y puso a esta
mujer el nombre de Pandora porque todos los que
poseen mansiones olímpicas le concedieron un regalo,
perdición para los hombres que se alimentan de pan[23]...
En efecto, antes vivían sobre la tierra las tribus de
hombres libres de males y exentas de la dura fatiga y
las penosas enfermedades que acarrean la muerte a los
hombres. Pero aquella mujer, al quitar con sus
manos la enorme tapa de una jarra los dejó diseminarse
y procuró a los hombres lamentables inquietudes.
Sólo permaneció allí dentro la Espera, aprisionada
Entre intangibles muros bajo los bordes de la jarra,
y no pudo volar hacia la puerta; pues antes cayó la tapa
de la jarra (por la voluntad de Zeus portador de la égida
y amontonador de nubes)[24]. 43-83 pp.70-71 y 90-101 pp. 72.
Imagen 23- Crátera de cáliz ática con figuras rojas (red-figure), de Grupo de Polygnotos atribuido por Beazley. Bolonia, Museo Civico Archeologico: 17358 y 288BIS. Beazley 213717; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, PL.421, Prometeo 11 (B) y Phaon 1 (PART OF A); Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, PL.317, Boardman, J., Athenian Red Figure Vases, The Classical Period (London, 1989): FIG.161 (DRAWING); Carpenter, T.H., with Mannack, T., and Mendonca, M., Beazley Addenda, 2nd edition (Oxford, 1989): 322; Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963): 1056.86 , 1680. Bolonia, Italia. B: Sátiros Bailando, Prometeo con antorchas; A: Phaon (nombrado) en un bote con remo, Afrodita (nombrada), Erotes, uno con aro, Ares con lanza, escudo con emblema de león.
- Higinio
Fábulas.
CXLII Pandora
1. Prometeo, hijo de Iápeto modeló por primera vez a los hombres con barro. Después Vulcano, por orden de Júpiter, fabricó la imagen de la mujer con barro y Minerva le dio la vida.. Los demás dioses le dieron un regalo cada uno y por estola llaaron Pandora. Fue entregada en marimonio a Epimeteo, hermano de Prometeo. De ella nació Pirra, de quien se dice que fue la primera mujer mortal.
CXLIV Prometeo
1. Antes de que los hombres obtenían el fuego de los inmortales y no sabían conservarlo por largo tiempo. Más tarde Prometeo lo llevó a la tierra en una férula y enseñó a los hombres como conservarlo tapado por las cenizas.
2.A causa de esto, mercurio lo amarró a una piedra con clavos de hierro en el Monte Cáucaso por orden de Júpiter y puso a su lado a un águila que le comía el corazón: cuando había comido durante el día, volvía a crecer por la noche. Hércules mató este águila treinta mil años después y lo liberó[25]. CXLII, pp 131 y CXLIV 132-133.
Imagen 24 (en dos fotografías)- Crátera de campana ática de figuras rojas (red figure) del Pintor de Munich atribuido por Beazley. Philadelphia (PA), University of Pennsylvania: L2945. Beazley 215382; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, PL.421, Prometeo 7 (A); Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963): 1163.33. Volterra, Etruria. 430 (LIMP)…450-400 (Beazley). B: Rey (hombre tapado con cetro); A: Prometeo en Chiton y traje estampado con cetro? Y sátiro con antorcha.
- Juvenal
Quizás lograría superar esto algún que otro joven a quien el Titán (Prometeo) modeló las entrañas con arte benigno y con barro de mejor calidad, pero a los demás se les imponen las huellas que deberían evitar sus padres, les arrastra la órbita tantas veces patente de una culpa ya inveterada[26]. XIV, 35-39, pp. 415.
- Luciano de Samosata
Es uno de los grandes satíricos no sólo de la Antigüedad, sino de todos los tiempos. Miembro de la clase ilustrada, Luciano se burla despiadadamente, desde un ateísmo materialista, de las costumbres de la época, de las supersticiones religiosas y de los afanes mundanos, sirviéndose del diálogo no como forma literaria con intenciones filosóficas, sino como procedimiento artístico para dar salida a su capacidad dramática y satírica. De gran interés es ver como este romano de origen sirio y que escribe en griego utiliza la palabra “crucifixión”, que si bien él no era cristiano, si era un romano que habría presenciado esos castigos por lo que su influencia es obvia.
Diálogos entre los Dioses
Acto II
Escena I
Hermes.- Este es el Cáucaso Hefesto, donde ha de ser clavado este desdichado Titán. Echemos un vistazo a ver si encontramos una roca adecuada, si es que hay algún lugar libre de nieve para que se agarren con más fuerza las cadenas y a este le vean clavado bien desde abajo.
Hefesto.- Echemos un vistazo, Hermes, porque no conviene crucificarlo cerca del suelo, para que no le rescaten esas creaciones suyas, los hombres. Pero tampoco en la cima de la montaña que no lo verían los de abajo. Si te parece lo crucificamos en el medio, al borde del abismo, con los brazos sujetos a las rocas.
Hermes.- ...No hay más que hablar, una cruz perfecta. No te resistas, anda y sube y prepárate para que te clavemos a la montaña.
Prometeo.-Os lo pido a vosotros, Hefesto y Hermes, tened piedad que yo no merezco esta desgracia.
Hermes.- ¿Qué dices prometeo? Cómo te oiga al instante seremos nosotros los que estemos ahí clavados. ¿O no te parece que hay hueco para clavar a dos más? Anda extiende la derecha. Hefesto, tú agárrala, clávala y martillea con fuerza. Dame la otra. Clava bien esta. Más tarde bajará un águila a roerte los hígados, para que tengas lo que te mereces por tu hermosa creación humana.
Prometeo.- Oh Crono, Jápeto y tú, madre. ¿Cuántos sufrimientos sin merecerlo!.
Hermes.- ¿Sin merecerlo; Prometeo? Para empezar, al repartir la carne, te quedaste con la mejor parte y a Zeus le diste los huesos cubiertos de grasa. Luego encima modelas a los hombres, seres absolutamente astutos y malignos y las mujeres aún peores. Y como remate, entre todos los tesoros de los dioses, vas y robas el fuego...
Prometeo.- Me parece Hermes que culpas a un inocente, yo creo que por tales cosas merezco una recompensa. Si tienes tiempo me gustaría demostrar que Zeus ha dictado una sentencia injusta contra mí. Hermes que conoces bien las leyes y eres un buen picapleitos, defiende su causa, manteniendo que su decisión de crucificarme en el Cáucaso es justa
Hermes.-Un poco tarde Prometeo, la defensa que quieres mantener y poco útil...
Prometeo.- Empieza tú Hermes y acusarme lo mejor que sepas y no te olvides ninguno de los argumentos de tu padre. Y tú Hefesto, puedes hacer de juez.
Hefesto.- Ni hablar por Zeus. Tendrías en mi más un acusador que un juez después de que te llevaras el fuego y dejaras fría mi fragua
Prometeo.- Entonces repartíos la acusación. Tú puedes llevar el tema del robo y que hermes me culpe por lo de la carne y la creación del hombre...
Hefesto.- Que Hermes hable también por mí...
Prometeo.- No pensaba yo que Hermes, precisamente, fuera a acusarme a mi de robo siendo del gremio (dios de los ladrones).
Escena II
Hermes.-...cuando se te encargo el reparto de la carne, te quedaste con las mejores partes y engañaste al rey. Modelaste a los hombres sin ser necesarios y, encima, nos robas el fuego para dárselo a ellos...
Prometeo.- ...Para empezar escucha lo referente a la carne...Zeus es tan mezquino y censor como para enviar a una antigua divinidad como yo a la cruz...No recuerda que luchamos codo con codo en la guerra, ni se da cuenta que no merece la pena la causa de su enfado sólo por no tener él siempre la mejor parte...Hablaré ahora de mi creación, los seres humanos por lo cual me acusan doblemente, y no sé de qué soy yo el responsable ¿es que no debería haber creado a los hombres y haberlos dejado siendo barro? ¿o es que deberían haber sido moldeados de una manera distinta. En nada a perjudicado a los dioses que yo los creara y la tierra ha dejado de ser despoblada y agreste...No había templos de los dioses...no había ídolos de madera...discurrí la forma amasando un poco de barro para dar vida a unos seres vivos y os modelé con formas parecidas a las nuestras. Yo mezclé tierra y agua, amasé y di vida a los hombres... ¿Qué es lo que encoleriza a Zeus, es que cree que se vana rebelar contra él y le van a hacer la guerra como los gigantes? No Hermes, con esto he beneficiado a los dioses...A lo mejor pensáis que debería haber diseñado al hombre de distinta manera, no parecido a los dioses. ¿Pero qué mejor modelo podía haber tomado siendo absolutamente hermosos? ¿Debía haberlo realizado irracional, feroz, silvestre? ¿Cómo nos sacrificarían entonces o nos harían ofrendas?...Sobre el fuego que robe…¿cuánto fuego, cuántas partículas de fuego hemos perdido desde que lo tiene los humanos?...la naturaleza de este bien es tal que no se pierde nada cuando se comparte[27]. Acto II, escenas 1 y 2, pp.27-33.
Imagen 25 (en dos fotorafías)- Crátera de columna ática de figuras negras (black-figure) de Pintor de Prometeo o del Grupo de Tirreno atribuidos ambos por Bothmer. Museo: Berlin, Schloss Charlottenburg: F1722; 2: Berlin, Antikensammlung: F1722. Beazley 310123; Carpenter, T.H., with Mannack, T., and Mendonca, M., Beazley Addenda, 2nd edition (Oxford, 1989): 28; Corpus Vasorum Antiquorum: BERLIN, ANTIKENMUSEUM 7, 14-15, BEILAGE 1.2, PLS.(2999,3000,3001) 6.1-2, 7.1-4, 8.1-2; View Whole CVA Plates; Beazley, J.D., Paralipomena (Oxford, 1971): 39; Beazley, J.D., Attic Black-Figure Vase-Painters (Oxford, 1956): 104.124; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, PL.426, PROMETHEUS 70 (PART). Chiusi, Italia. 575-525 (Beazley). HP2: Panteras, flores de loto; HP1: Leones; B: Jinetes; A: Prometeo, atado a un poste, Herakles disparando flechas, águila, hombre tapado con bastón.
- Ovidio
Las Metamorfosis, fuente de inspiración de poetas, humanistas y artistas de todas las épocas, es la más fecunda creación literaria de la antigüedad. Este extenso poema épico ofrece una espléndida muestra mitográfica arropada por un coherente marco filosófico. Doscientas cincuenta historias, mitos y leyendas que abarcan desde el nacimiento de la humanidad y la creación del mundo, en la era de los cataclismos, hasta la muerte y apoteosis de César. Las Metamorfosis describen lo maravilloso, lo prodigioso, las más increíbles transformaciones, en un estilo rápido y elegante. Su carácter narrativo convive con el temple poético, el fondo didáctico y una diversidad de géneros literarios, desde el himno y la tragedia a la elegía amorosa y la poesía pastoril. Por su facilidad natural para la poesía y su arte para reflejar las pasiones humanas, Ovidio, “impulsado secretamente por las musas”, alcanza con sus Metamorfosis la gloria de los mejores clásicos[28]
Metamorfosis
…Y así nació el hombre, bien porque aquel artífice de las cosas, principio de un mundo mejor lo fabricara con simiente divina, o bien porque la tierra que recién formada y recién separada del alto éter aún conservaba en el interior alguna semillas del cielo junto al que fue creada, fuera mezclada con agua de lluvia por el hijo de Iapeto, que plasmó con ello una imagen a semejanza de los dioses que todo los regulan[29]. I, 82, pp.78.
- Pausanias
Descripción de Grecia
La estatua de Atenea está de pie con un manto hasta los pies y en su pecho esta labrada en marfil la cabeza de Medusa; sostiene en una mano una Nike de cuatro codos y en laotra una lanza; juntoa sus pies yace un escudo y cerca de la lanza un dragón; este dragón podría ser Erictonio. La basa de la estatua tiene un alto relieve que representa el nacimiento de Pandora: se canta por Hesíodo y por otros que esta Pandora fue la primera mujer, pues antes de haber nacido Pandora no existía el sexo de las mujeres...[30]. Libro I, 24, 7, pp. 108-109.
En el camino de la ciudad, vemos una capilla construida de ladrillo crudo, y, en esta capilla, una estatua de mármol del Monte Pentélico; Asclepio es por unos pocos, y en otros, una Prometeo. La base de ésta su opinión sobre lo que el torrente hay piedras tan prodigioso tamaño sólo es la carga de un carro. Estas piedras son del color del barro, pero de barro mezclado con arena, como en los arroyos y pantanos, e incluso, como dicen, un olor de carne humana y todos estos motivos, alegan que son los restos del barro Prometeo, que formaron la raza humana[31].Libro X, 4, 4
- Platón
Protágoras:
Era un tiempo en el que existían los dioses, pero no las especies mortales. Cuando a éstas les llegó, marcado por el destino, el tiempo de la génesis, los dioses las modelaron en las entrañas de la tierra, mezclando tierra, fuego y cuantas materias se combinan con fuego y tierra. Cuando se disponían a sacarlas a la luz, mandaron a Prometeo y Epimeteo que las revistiesen de facultades distribuyéndolas convenientemente entre ellas. Epimeteo pidió a Prometeo que le permitiese a él hacer la distribución "Una vez que yo haya hecho la distribución, dijo, tú la supervisas". Con este permiso comienza a distribuir. Al distribuir, a unos les proporcionaba fuerza, pero no rapidez, en tanto que revestía de rapidez a otros más débiles. Dotaba de armas a unas, en tanto que para aquellas, a las que daba una naturaleza inerme, ideaba otra facultad para su salvación. A las que daba un cuerpo pequeño, les dotaba de alas para huir o de escondrijos para guarnecerse, en tanto que a las que daba un cuerpo grande, precisamente mediante él, las salvaba.
De este modo equitativo iba distribuyendo las restantes facultades. Y las ideaba tomando la precaución de que ninguna especie fuese aniquilada. Cuando les suministró los medios para evitar las destrucciones mutuas, ideó defensas contra el rigor de las estaciones enviadas por Zeus: las cubrió con pelo espeso y piel gruesa, aptos para protegerse del frío invernal y del calor ardiente, y, además, para que cuando fueran a acostarse, les sirviera de abrigo natural y adecuado a cada cual. A algunas les puso en los pies cascos y a otras piel gruesa sin sangre. Después de esto, suministró alimentos distintos a cada una: a una hierbas de la tierra; a otras, frutos de los árboles; y a otras raíces. Y hubo especies a las que permitió alimentarse con la carne de otros animales. Concedió a aquellas descendencia, y a éstos, devorados por aquéllas, gran fecundidad; procurando, así, salvar la especie.
Pero como Epimeteo no era del todo sabio, gastó, sin darse cuenta, todas las facultades en los brutos. Pero quedaba aún sin equipar la especie humana y no sabía qué hacer. Hallándose en ese trance, llega Prometeo para supervisar la distribución. Ve a todos los animales armoniosamente equipados y al hombre, en cambio, desnudo, sin calzado, sin abrigo e inerme. Y ya era inminente el día señalado por el destino en el que el hombre debía salir de la tierra a la luz. Ante la imposibilidad de encontrar un medio de salvación para el hombre. Prometeo roba a Hefesto y a Atenea la sabiduría de las artes junto con el fuego (ya que sin el fuego era imposible que aquella fuese adquirida por nadie o resultase útil) y se la ofrece, así, como regalo al hombre. Con ella recibió el hombre la sabiduría para conservar la vida, pero no recibió la sabiduría política, porque estaba en poder de Zeus y a Prometeo no le estaba permitido acceder a la mansión de Zeus, en la acrópolis, a cuya entrada había dos guardianes terribles. Pero entró furtivamente al taller común de Atenea y Hefesto en el que practicaban juntos sus artes y, robando el arte del fuego de Hefesto y las demás de Atenea, se las dio al hombre. Y, debido a esto, el hombre adquiere los recursos necesarios para la vida, pero sobre Prometeo, por culpa de Epimeteo, recayó luego, según se cuenta, el castigo del robo.
El hombre, una vez que participó de una porción divina, fue el único de los animales que, a causa de este parentesco divino, primeramente reconoció a los dioses y comenzó a erigir altares e imágenes a los dioses. Luego, adquirió rápidamente el arte de articular sonidos vocales y nombres, e inventó viviendas, vestidos, calzado, abrigos, alimentos de la tierra. Equipados de este modo, los hombres vivían al principio dispersos y no en ciudades, siendo, así, aniquilados por las fieras, al ser en todo más débiles que ellas. El arte que profesaban constituía un medio, adecuado para alimentarse, pero insuficiente para la guerra contra las fieras, porque no poseían el arte de la política, del que el de la guerra es una parte. Buscaban la forma de reunirse y salvarse construyendo ciudades, pero, una vez reunidos, se ultrajaban entre sí por no poseer el arte de la política, de modo que al dispersarse de nuevo, perecían. Entonces Zeus, temiendo que nuestra especie quedase exterminada por completo, envió a Hermes para que llevase a los hombres el pudor y la justicia, a fin de que rigiesen en las ciudades la armonía y los lazos comunes de amistad. Preguntó, entonces, Hermes a Zeus la forma de repartir la justicia y el pudor entre los hombres: "¿Las distribuyo como fueron distribuidas las demás artes?".
Pues éstas fueron distribuidas así: Con un solo hombre que posea el arte de la medicina, basta para tratar a muchos, legos en la materia; y lo mismo ocurre con los demás profesionales. ¿Reparto así la justicia y el poder entre los hombres, o bien las distribuyo entre todos?. "Entre todos, respondió Zeus; y que todos participen de ellas; porque si participan de ellas solo unos pocos, como ocurre con las demás artes, jamás habrá ciudades. Además, establecerás en mi nombre esta ley: Que todo aquel que sea incapaz de participar del pudor y de la justicia sea eliminado, como una peste, de la ciudad[32]. 320 , d, pp. 57-60.
Imagen 26- Crátera de campana ática con figuras rojas (red figure) del Pintor de Nikias atribuido por Beazley. Gotha, Schlossmuseum: 75. Beazley 217480; Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963): 1334.19; Carpenter, T.H., with Mannack, T., and Mendonca, M., Beazley Addenda, 2nd edition (Oxford, 1989): 365; Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae: VII, PL.422, Prometheus 17 (Parts Of A); Corpus Vasorum Antiquorum: Gotha, Schlossmuseum 2, 14, PLS.(1390-1391) 59.1, 60.1-3. Capua, Italia. 410 (LIMP)…425-375 (Beazley). A: Dioniso o Prometeo con un chiton dibujado (molusco) con antorchas, sátiros bailando, sátiro anciano (Papposilenos) con bastón y antorchas; B: Jovenes tapados, uno con strigil, uno con bastón.
8. Bibliografía consultada
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Esopo. Fábulas. Trad Bádenas de la Peña P. y López Facal J. Madrid, Ed Gredos,2006
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Lexicon iconographicum mythologiae classicae : (LIMC) / [publié par la Fundation pour le Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae (LIMC), Editorial: Zürich und München: Artemis, 1981-1999
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Enlaces de Internet
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www.wikipedia.com
Imagen 27- Crátera de campana ática de figuras rojas (Red Figure) de Pintor del Louvre G 433 atribuido por Beazley. 1: Munich, Arndt; 2: New Haven (CT), Yale University: 1913.129. Beazley 217555; Beazley, J.D., Attic Red-Figure Vase-Painters, 2nd edition (Oxford, 1963): 1342.3; Carpenter, T.H., with Mannack, T., and Mendonca, M., Beazley Addenda, 2nd edition (Oxford, 1989): 367; Baur (1922), 86-87, fig. 23, pl. 7 (A). — Beazley (1939b), 626ff., fig. 6 (A, after Baur). — ARV[2] (1963), 1342/3. — Add.[2] (1989), 367. Nazzano, Italia . 425-400 (LIMP)…425-375 (Beazley). A: Dioniso o Prometeo con antorcha y centro, sátiros con antorchas y tirsos (un tirso es un bastón que está todo él forrado de vid o de hiedra y a veces de lazos. Está rematado por una piña de pino. Se trata de un símbolo fálico que representa esa fuerza vital que se asocia por lo general con el dios griego Dioniso-Baco); B: Jóvenes tapados.
9. Citas y notas bibliográficas/internet
[1] Se señala “el corazón” excepción a una de las características iniciales del mito que indica que lo que daña el águila a Prometeo en su cautiverio es el hígado
[2] http://www.theoi.com/Titan/TitanPrometheus.html
[3] Diccionario Espasa de Mitología griega y romana pp.371
[4] http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/20835/1/Deus%20uerus%20prometheus%20en%20tertuliano.pdf
[5] www.wikipedia.com
[6] Esta nota, como las que siguen acerca de la Biblia de Sagrada Biblia. Revisión general de R.P. Serafín de Ausejo.Barcelona, Ed Herder, 1964
[7] Diccionario Espasa de Mitología griega y romana pp.372
[8] http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/20835/1/Deus%20uerus%20prometheus%20en%20tertuliano.pdf
[10] Graves, R. Los mitos griegos vol I. Madrid. Alianza Ed. 2001
[11] Diccionario Espasa de Mitología griega y romana pp. 371
[12] Diccionario Espasa de Mitología griega y romana pp.372
[13] http://tdd.elisava.net/coleccion/14/songel-es
[14] Apolodoro: Biblioteca mitológica edición de José Calderón Felices. Madrid Akal Clásica 1987
[15] Apolonio de Rodas. Argonáuticas. Trad Mariano Valverde Sánchez. Madrid, Ed Gredos, 1996
[16] Aristófanes. Las Aves. Trad Francisco Rodríguez Adrados. Madrid. Enlace relacionado http://kubaba.univ-paris1.fr/recherche/antiquite/Luri.pdf
[17] Diodoro de Sicilia. Biblioteca Histórica. Introducción general, Libros I-II. Trad Jesús Lens. Madrid. Ed Clásicas1995
[18] Esopo. Fábulas. Trad Bádenas de la Peña P. y López Facal J. Madrid, Ed Gredos,2006
[19] http://libros-be.hostei.com/_prometeo_encadenado-esquilo.pdf. Revisado con: Esquilo. Tragedias completas. Trad. Luis Bernardo de Cuenca. Madrid, Biblioteca Edad, 1989
[20] Nota a pie de página del texto original: el origen del fuego se cree que está en el interior de los árboles ya que surge de la fricción de dos maderos
[21] Origen del mito de Pandora
[22] Nota a pie de página del texto original: el objetivo inicial de la historia es explicar el destino de Prometeo que, como sus hermanos, sufre un castigo que Zeus le impone por sus pecados. Pero a este objetivo se añade otro: explicar el origen del mal entre los hombres. Como señala Vernant, Prometeo, padre de los hombres, tiene un carácter ambivalente: benéfico y maléfico. Tiene su aspecto torpe en la persona de su hermano y contrario Epimeteo. Pandora, también es ambivalente en muchos aspectos. Es un mal, pero es un mal amable. Los pecados de Prometeo son dos y los hombres reciben igualmente dos castigos: Primer pecado, Prometeo presume de su sabiduría al creer que engaña a Zeus. Primer castigo: Zeus no da el fuego. Segundo pecado: Prometeo roba el fuego a Zeus. Segundo castigo: creación de Pandora. El objetivo de este mito es explicar el destino de Prometeo como divinidad enfrentada a la sabiduría de Zeus. La historia de Pandora aquí sólo interesa como castigo por el pecado del titán. En los Trabajos y los días se explica más el origen del mal.
[23] La versión del mito de Prometeo en Trabajos y Días tiene por objetivo explicar por qué tenemos que trabajar a pesar de regir el Universo un dios justo y benévolo como Zeus, y sirve de introducción al mito de las Edades, que ilustra el tema de la injusticia y sus consecuencias en la evolución de la humanidad. Así en relación a la Teogonía para explicar la nueva situación del hombre, se debe explicar primero que antes la existencia del fuego (alimento) entre los hombres y su desaparición posterior.
[24] Hesíodo. Teogonía. Los trabajos y los Días. Adelaida y Angeles Martín Sánchez. Madrid, Alianza Ed.1986
[25] Higinio. Fábulas. Trad. Santiago Rubio Fernaz. Madrid Ed Coloquio, 1987
[26] Juvenal. Sátiras Juvenal. Sátiras. Trad Manuel Balasch. Madrid, Ed Gredos, 1991
[27] Luciano de Samósata. Diálogos de los Dioses. Trad Vicente Castro Rodríguez. Madrid. Ed Clásicas 2006
[28] http://books.google.es/books/about/METAMORFOSIS.html?id=emA1AwEACAAJ&redir_esc=y
[29] Ovidio. Metamorfosis. Trad. Ely Leonetti Jungl. Madrid, Ed. Colección Austral, 1994
[30] Pausanias. Descripción de Grecia: Ática y Laconia. Trad A. Díez Tejera. Madrid, Ed Aguilar 1964
[32] Platón. Protágoras. Georgias. Carta Séptima. Trad. Javier Martínez García. Madrid, Alianza Ed. 1998