por Francisco Diez de Velasco
Emplazamiento imaginario que la mitología griega localizaba en
el lugar donde el sol se pone, en los límites del Océano.
Las Hespérides (las "Vespertinas" o "las Occidentales") eran hijas
de la Noche según Hesíodo y moraban en un hermoso jardín
de árboles de frutos de oro que vigilaba una enorme serpiente (en
griego drákon) y entre sus vecinos se contaban Atlas y también
las Gorgonas. Estesícoro, al narrar el robo de los bueyes de Gerión
por Heracles, dice que las Hespérides "tenían su casa de
oro en la hermosa isla de los dioses". Esta caracterización sobrenatural
y bienaventurada del lugar tiene quizá su exponente más claro
en Eurípides, que en el Hipólito, ubica el jardín
en los límites cósmicos, allí donde acaban las rutas
del mar y se halla el límite del cielo: se trata de "una tierra
maravillosa donde las fuentes destilan ambrosía" (el alimento de
los dioses).
El episodio principal que se desarrolla en el jardín lo protagoniza
Heracles. En su último trabajo, el héroe tiene que apoderarse
de las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Dos
versiones literarias principales diferentes narran la hazaña. La
que transmite Ferécides cuenta que Heracles no roba personalmente
las manzanas, sino que tras un viaje que le llevara desde el extremo Oriente
a los límites de Occidente consigue que sea Atlas el que se haga
con los frutos mientras él sostiene la bóveda del firmamento.
La versión que conocemos por Paniasis no habla de Atlas y es el
propio Heracles el que, penetrando en el jardín y tras dar muerte
a la serpiente guardiana, consigue los frutos de oro. La iconografía
ilustra versiones diferentes que quizá tuvieran una testificación
literaria que se ha perdido. Así en buen número de vasos
(algunos significativamente encontrados en la cirenaica, territorio colonizado
por los griegos en el norte de África) Heracles se adentra en un
jardín en el que cualquier signo de violencia ha desaparecido: las
Hespérides reciben al héroe, le ayudan a recolectar las manzanas,
entretienen a la serpiente, incluso Eros revolotea marcando que Heracles
ha vencido la prueba con las armas del amor. Los últimos trabajos
de Heracles cobran un nuevo significado simbólico gracias a esta
caracterización del jardín que ilustra de modo tan claro
la iconografía, tras el extremo occidente (episodio de Gerión)
y el Inframundo (descenso para capturar a Cerbero) el jardín es
el paso definitivo en la progresiva penetración en la alteridad
que transforma a Heracles de hombre en dios (y que culmina en su apoteosis);
el Jardín de las Hespérides se figura como lugar de delicias,
antesala del bienaventurado reino de los dioses. No es de extrañar
que los griegos africanos de Cirene, desde antiguo, defendiesen que en
su tierra se localizaba el jardín: en una moneda fechable en el
500 a. e. ya figuraron a Heracles ante una Hespéride de un modo
que la violencia no se contemplaba o también nombraron Euespérides
a la ciudad que fundaron en la parte más occidental de su territorio
a comienzos del siglo VI a.e.; la cirenaica, zona marginal en la expansión
griega se convertía así gracias al mito en el punto más
cercano al reino de los dioses, en un lugar bienaventurado.
La caracterización maravillosa e insular que tiene en algunos
relatos griegos (aunque no en todos) el Jardín de las Hespérides
y su relación de proximidad con Atlas llevó a que, tras la
inclusión de las Islas Canarias en la órbita europea a partir
de la Baja Edad Media, se especulase con diferentes ubicaciones para el
jardín en el archipiélago. Núñez de la Peña
es un ejemplo extremo de este afán de identificación: pensaba
que el valle de la Orotava, Ta-oro que en su etimología particular
traducía como "de tanto oro" porque producía unas magníficas
manzanas de color dorado, era el Jardín de las Hespérides
cercado de dragos (el drákon griego), presidido por un Teide
convertido en Atlas. Ya Viera criticó esta ubicación, aunque
tantos otros (Viana, Cairasco, Pérez del Cristo) creían encontrar
en las Canarias indicios suficientes para defender que había sido
el Jardín de las Hespérides. El mito griego, gracias a estos
autores mantiene entre nosotros una fascinación a la que tampoco
es ajena la significativa carga simbólica de los elementos que combina
(el árbol, la manzana, la serpiente, el héroe y las mujeres
de estirpe divina); no es de extrañar que otros autores hermanasen
el episodio con el relato bíblico del Jardín de Edén.
1) HESIODO (1/2 s. VII a.e.)
"Parió la noche al maldito Moros, a la negra Ker y a Thanatos; parió también a Hypnos y engendró a la tribu de los Sueños. Luego además la diosa, la oscura Noche, dió a luz, sin acostarse con nadie a la Burla, al doloroso Lamento y a las Hespérides que, al otro lado del ilustre Océano, cuidan las bellas manzanas de oro y los árboles que producen el fruto" (Teogonía 213-216; traducción A. Pérez Jiménez y A. Martínez Díez, BCG: ) .
"Ceto, en contacto amoroso con Forcis alumbró por último a un terrible reptil que en sombrías grutas de la tierra, allá en los extremos confines, guarda manzanas completamente de oro" (Teogonía 333-335)
"A su vez tuvo Ceto con Forcis a las Grayas de bellas mejillas, canosas desde su nacimiento; las llaman Viejas los dioses inmortales y los hombres que pululan por la tierra. También a Penfredo de bello peplo, a Enío de peplo azafranado y a las Gorgonas que viven al otro lado del ilustre Océano, en el confín del mundo hacia la noche, donde las Hespérides de voz melodiosa" (Teogonía 270-275)
"Atlas sostiene el vasto cielo a causa de una imperiosa fatalidad, allá en los confines de la tierra, a la entrada del país de las Hespérides de voz melodiosa, pues esta suerte le asignó como lote el prudente Zeus" (Teogonía 517-518)
"Hesiodo dice que estas Hespérides, Egle, Eritea y Hesperetusa,
hijas de la Noche, tenían manzanas de oro al otro lado del Océano"
(Servio, Comentario a la Eneida de Virgilio IV,484 = Hesiodo fragmento
360, dudoso, Merkelbach/West)
2) ESTESÍCORO (com. s. VI a.e.)
"... a través de las olas del mar profundo llegaron a la hermosa
isla de los dioses, allí donde las Hespérides tienen su casa
de oro" (Gerioneida de Estesícoro, fragmento S8 SLG=Davies,
traducción F.R. Adrados, BGC; )
3) MIMNERMO (fines del VII a.e.)
"Helios, pues, consiguió su tarea para todos los días,
y jamás se le ofrece descanso ninguno, ni a él
ni a sus caballos, en cuanto la aurora de dedos rosáceos
abandona el Océano y asciende hasta el cielo.
A él sobre el mar lo transporta su lecho encantado,
cóncavo, moldeado por las manos de Hefesto,
de oro precioso, provisto de alas, sobre las ondas del agua;
durmiendo plácido viaja desde el país de las Hespérides
a la región de los Etíopes, donde su raudo carro y corceles
le aguardan, en tanto aparece la Aurora nacida del alba.
Y entonces se sube a su carro el hijo de Hiperión"
(traducción García Gual)
4) Relato de PANIASIS (compuesto hacia mediados del s. V a.e.)
"Bajo la dura ley del desmesurado tirano [en referencia a Euristeo], en la primera flor de la juventud, [Heracles] llegó hasta donde van a parar las lejanías del mediodía, a las regiones de las Hespérides, a las manzanas de oro y a la guardiana por siempre desconocedora del lánguido sueño que las vigilaba. Se apoderó de ellas con su mano, después de que aquella sierpe de la madrastra insaciable de odios [en referencia a Hera] pereció ante el golpe del vencedor, aflojando la sinuosidad de sus espiras y sus fuertes ataduras" (Paniasis, fragmento 11 Bernabé = 10 Matthews, traducción A. Bernabé, BCG)
5) Relato de FERÉCIDES (compuesto hacia mediados del s. V a.e.):
Ciertas ninfas, hijas de Zeus y Temis y que habitaban una gruta próxima al Erídano, le indicaron a Heracles dónde podía encontrar a Nereo, quien le informaría del camino. Así, Heracles pide a Nereo que le indique dónde se encuentran las manzanas de oro. El "Viejo del Mar" intenta rehuir la pregunta metamorfoseándose en distintos seres, hasta que al fin le enseña el camino de Tartessos. Desde ahí el héroe pasa a Libia, donde mata a Anteo, hijo de Poseidón. Seguidamente llega a la ribera del Nilo, en Menfis, donde mata a Busiris, otro hijo de Poseidón. Después de haber remontado el río hasta Tebas, se dirige hacia la Libia exterior por la montaña, matando numerosas bestias salvajes en el desierto. Llega al mar Exterior. Gracias a la copa de oro del Sol, Heracles navega sobre este mar y sobre el Océano hasta la otra extremidad de la tierra, junto a Prometeo y mata al águila que martiriza al Titán. Como agradecimiento éste aconseja al héroe que no coja él mismo las manzanas, sino que obligue a Atlas a encargarse de esta empresa, sosteniendo él el cielo durante el tiempo necesario. Heracles se dirige ahora junto a Atlas. Este, después de haber ido a buscar los frutos de oro, rehúsa liberar al héroe y tomar su carga tradicional. Acepta, sin embargo, sostener la bóveda celeste unos instantes a fin de permitir a Heracles poner un cojín sobre su cabeza. El héroe aprovecha para hacerse con las manzanas y se las lleva a Euristeo (3F16a y 17 Jacoby, versión J. Delgado).
Crátera de campana apula con escena satírica (h. 380
a.e.) Colección Caputi y Moretti
Fragmento de crátera de f.n. del pintor Cleofrades (c
h. 490 a.e.) Getty/Louvre/Florencia
6) Pausanias (citando obras desaparecidas)
"El tercero de los tesoros y el cuarto son ofrenda de los de Epidamno [...] tiene el mundo sostenido por Atlas, y tiene a Heracles, el manzano, el árbol de las Hespérides, y enroscado al manzano la serpiente, éstos también de cedro y obra de Teocles, hijo de Hegilo. La inscripción sobre el mundo dice que lo hizo con su hijo. Las Hespérides, que fueron cambiadas de sitio por los eleos, todavía en mi tiempo están en el Hereo" [en la descripción del templo de Hera en Olimpia] "Las Hespérides, en número de cinco, las hizo Teocles" (Pausanias VI,19,8 y V,17,2:Traducción M.C. Herrero, BCG, usada en lo sucesivo)
Arca de Cipselo (Pausanias, V,18,4): "Atlas sostiene sobre sus hombros,
según la leyenda, el cielo y la tierra, y lleva las manzanas de
las Hespérides. Acerca de quién es el hombre que tiene la
espada y va hacia Atlas nada de particular dice la inscripción sobre
él, pero es evidente para todos que se trata de Heracles. Y sobre
ellos está inscrito: Este Atlas sostiene el cielo y soltará
las manzanas"
7) Eurípides, Heracles (395-406)
"Y se llegó a las doncellas cantoras, hasta su morada del Poniente
para arrancar con su brazo de las ramas de oro el fruto de la manzana y
mató a la serpiente de rojizo lomo que las vigilaba inaccesibles
enroscando su espiral [...] y puso sus manos en el punto medio de apoyo
del cielo, cuando marchó a casa de Atlas y sostuvo la estrellada
morada de los dioses con su hombría" (traducción J.L. Calvo,
BCG)
8)Eurípides, Hipólito (741-751):
"Me gustaría alcanzar en mi camino la costa que da entre sus frutos las manzanas de las Hespérides cantoras, donde el soberano del purpúreo mar ya no concede ruta a los marineros y fija el venerable límite del cielo que Atlas sostiene!. Las fuentes destilan ambrosía en la alcoba nupcial del palacio de Zeus, allí donde una tierra maravillosa, dispensadora de vida, alimenta la felicidad de los dioses" (traducción A. Medina, BCG)
Tetradracma de plata. Cirene, circa 500 a.e.
Hidria ática de f.n. Londres E227, de la Cirenaica c. 360 a.e.
Pelike ática de f.r.New Haven Yale uni 1918.138 de Dernah (Cirenaica)
h. 370-360
Pelike ática de f.r. Amsterdam, Pierson A505, p. de Hyppolytos
(h. 360-350 a.e.)
Amsterdam, Pierson 8229 com. IV a.e.
París, Petit Palais 327, c. 330-320 a.e.
Lécito paestano de f.r. Nápoles MN 81847 del pintor Asteas
(h. 350 a.e)
9) Argonauticas de Apolonio de Rodas (IV, 1395ss.) siglo III a.e.
"Llegaron a la llanura sagrada, en la que hasta el día anterior
Ladón, una serpiente de subterráneo origen, guardaba las
manzanas de oro de la tierra de Atlas, mientras en torno corrían
las ninfas Hespérides en medio de deliciosos cantos. Pero en aquellos
momentos la sierpe, destrozada por Heracles, estaba tendida junto al tronco
del manzano. Y tan solo se agitaba apenas la punta de su cola, pero desde
su cabeza y por el negro espinazo yacía exánime, que con
las flechas había entrado en su sangre el amargo veneno de la Hidra
de Lerna, y las moscas se secaban sobre sus pútridas heridas. A
su lado, las Hespérides, con las manos argénteas sobre sus
rubias cabezas, plañían con agudo son. Ellos se acercaron
de súbito. Y al momento, al presentarse en apresurada marcha, aquéllas
se transformaron allí mismo en polvo y tierra [Orfeo suplica que
les ayuden y las Hespérides vuelven a transformarse] Héspera
surgió transformada en un negrillo, Eritea como un álamo
y Egle como el sagrado tronco de un sauce. De nuevo dejaron las formas
de aquellos árboles, y aparecieron por fin luego tales como eran
de por sí, sacratísimo milagro. Y habló Egle en respuesta
a los jadeantes héroes con dulces palabras: "sin duda que es una
gran ventura para vuestras ansias, que llegara aquí el muy osado
que arrebató la vida a la serpiente guardiana, y que se marchó
después de coger los frutos de oro de las diosas! (Nos ha dejado
una pena tremenda a nosotras! Llegó, pues, ayer un mortal, espantosísimo
por su violencia y su tamaño, cuyos ojos echaban chispas bajo su
ceño amenazador, salvaje. La piel simple y sin curtir de un león
monstruoso le vestía. Una robusta maza de olivo llevaba, y un arco,
con el que disparó y mató a este monstruo. Llegó también
él devorado por una ardiente sed, ya que recorría a pie la
comarca. Oteó todo el largo de esta región buscando agua.
No llegó a verla en ningún lado. Pero aquí hay una
roca venida de la laguna de Tritón. El, entonces, no se si por cálculo
o por inspiración de un dios, la golpeó con el pie de una
patada hacia abajo, y el agua brotó de golpe .... Así dijo.
Ellos echaron a correr en seguida, locos de alegría hacia el lugar
donde Egle les indicó para alcanzar la deseada fuente" (traducción
García Gual)
10) Biblioteca atribuida a Apolodoro (II,[113],5,11ss.):
"Cumplidos los trabajos en ocho años y un mes, al no aceptar
Euristeo ni el del ganado de Augías ni el de la Hidra, como undécimo
trabajo le ordenó hacerse con las manzanas de oro de las Hespérides.
Estas manzanas no estaban en Libia como han dicho algunos, sino en el Atlas,
entre los Hiperbóreos. Gea se las había regalado a Zeus cuando
se desposó con Hera. Las guardaba un dragón inmortal, hijo
de Tifón y Equidna, que tenía cien cabezas y emitía
muchas y diversas voces. Con él vigilaban también las Hespérides,
Egle, Eritia, Hesperie y Aretusa. [Heracles en el viaje pasa por Iliria,
lucha con Nereo que le indica dónde está el jardín,
atraviesa Libia, Egipto, Asia, Arabia, el cáucaso donde libera a
Prometeo] Prometeo había advertido a Heracles que no fuera él
mismo a buscar las manzanas sino que enviase a Atlas, y que sostuviera
entretanto la bóveda celeste; así, cuando llegó al
país de los Hiperbóreos, ante Atlas, lo reemplazó,
según el consejo recibido. Atlas, después de coger de las
Hespérides tres manzanas, regresó junto a Heracles. Y para
no cargar de nuevo con el cielo dijo que él mismo llevaría
las manzanas a Euristeo, y ordenó a Heracles que sostuviera la bóveda
celeste en su lugar. Heracles accedió, pero con astucia consiguió
devolvérsela a Atlas. Aconsejado por Prometeo lo invitó a
soportarla mientras él se colocaba una almohadilla en la cabeza.
Al oír esto Atlas dejó las manzanas en el suelo y sostuvo
la bóveda; entonces Heracles recogió las manzanas y se marchó.
Algunos dicen que no las consiguió por mediación de Atlas
sino que las cogió él mismo después de matar a la
serpiente que las custodiaba" (traducción M. Rodríguez de
Sepúlveda, BCG)
11) Diodoro (IV, 26-27):
"Emprendió [Heracles] su útimo trabajo que consistía
en traer las manzanas de oro de las Hespérides y puso rumbo de nuevo
hacia la Libia. En lo que se refiere a estas manzanas los mitógrafos
no se ponen de acuerdo, algunos dicen que crecían en ciertos jardines
de las Hespérides, en Libia, manzanas [mêla en griego]
de oro custodiadas sin descanso por un dragón [drákon,
dragón o serpiente en griego] espantoso; otros cuentan que las Hespérides
poseían rebaños de extraordinaria belleza a los que, por
licencia poética, les fue dado el nombre de ovejas [mêla
en griego] de oro, del mismo modo que a Afrodita se la denomina áurea
a causa de su belleza. Otros, por su parte, dicen que los rebaños
tienen un color especial, semejante al oro y que por ello se les dió
ese nombre y que Dracón [Drákon, que era en Grecia
un antropónimo] era el nombre del pastor, hombre que sobresalía
por su fuerza física y valentía y que guardaba las ovejas
y daba muerte a cualquiera que osase robar alguna de ellas. Pero dejemos
a cada cual la opción de creer al respecto lo que más le
convenga. En cualquier caso Heracles dió muerte al guardian de las
mêla
(manzana-ovejas) y se las llevó a Euristeo de tal modo que, resueltos
los doce trabajos, esperaba acceder a la inmortalidad tal y como había
profetizado el oráculo de Apolo. Pero no hay que olvidar lo que
los mitos cuentan de Atlas y la raza de las Hespérides. En la región
denominada Esperitis se cuenta que vivían dos hermanos muy famosos
llamados Héspero y Atlas. Estos hermanos poseían
rebaños
que destacaban por su belleza, de color amarillo dorado, siendo ésta
la razón por la cual los poetas al hablar de estos rebaños
como mêla les llamaban mêla (ovejas pero también
manzanas) de oro. A Hespero le nació una hija, que fue llamada Hespéride
y dada en matrimonio a su hermano y por la cual el país tomó
el nombre de Hesperitis. De ella tuvo Atlas siete hijas llamadas Atlántides
por el padre y Hespérides por la madre. Como estas Atlántides
eran de una belleza e inteligencia singulares se cuenta que Busiris, rey
de los egipcios, urdió los medios para apoderarse de ellas y envió
por mar a unos piratas para raptarlas y traerlas a su presencia ... los
piratas raptaron a las doncellas mientras jugaban en un jardín y
huyeron rápidamente a sus navíos donde las embarcaron. Heracles
sorprendió a los piratas mientras comían en una playa y puesto
al tanto por las doncellas de lo ocurrido, dió muerte a todos los
piratas y devolvió a las muchachas a su padre Atlas. A cambio Atlas,
para agradecerle el favor, no solamente le ayudó en el citado trabajo
sino que le enseñó en profundidad la astrología. Y
como éste había ahondado en los secretos de la astrología
y había llegado a descubrir la disposición esférica
de las estrellas, se sostenía comunmente la creencia que cargaba
sobre sus espaldas con el cosmos entero. De igual modo, como Heracles fue
el primero en introducir en Grecia la teoría de la esfera, alcanzó
gran fama, como si hubiera cargado sobre sí el cosmos de Atlas,
realidad a la que los hombres aluden con palabras oscuras [las del mito]"
12) Paléfato, que en su obra Sobre las cosas increíbles (XVIII) (IV a.e.?):
"Cuentan que las Hespérides eran ciertas mujeres que poseían un manzano guardado por un dragón, que producía manzanas de oro. También dicen que Heracles luchó para hacerse con las manzanas. Lo que realmente sucedió fue lo siguiente, Héspero era un varón milesio que vivía en Caria y tenía dos hijas llamadas Hespérides. Poseía además unas hermosas y fecundas ovejas de la misma raza que hoy en día hay en Mileto y por eso mismo las llamaban doradas. Y es que, del mismo modo que es bellísimo el oro, eran también hermosísimas. El rebaño se llamaba mêla. Heracles lo vió cuando pacía cerca del mar, lo cercó, lo cogió y lo embarcó en su nave. En cuanto al pastor que se llamaba Dragón [pasaje corrupto] lo llevó a su patria cuando no vivía ya Héspero sino sus hijas. Por eso la gente decía: "contemplamos las mêla (ovejas-manzanas) de oro que se llevó de las Hespérides Heracles tras dar muerte a su guardián Dragón" (traducción Martínez, 119)
13) Catasterismos de (pseudo)Eratóstenes:
"El Dragón: este es el Dragón grande que está entre ambas Osas. Se dice que era el que guardaba las manzanas de oro; murió a manos de Heracles; por ello le fue asignado también un lugar entre las constelaciones por Hera, quien le colocó como guardián de las manzanas contra las Hespérides. Ferécides afirma que, en efecto, cuando Hera fue desposada por Zeus, al llevarle los dioses regalos, llegó Gea y le llevó las manzanas de oro. Al verlas Hera, se admiró y dijo que se plantaran en el huerto de los dioses que estaba junto a Atlas. Y como desaparecían siempre las manzanas a manos de las hijas de Atlas, puso como guardián a un dragón enorme. Tiene un elemento de distinción claro: le oprime la figura de Heracles, recuerdo vivísimo de la lucha, que Zeus dispuso mediante este rasgo distintivo. Tiene tres estrellas brillantes sobre la cabeza; doce a lo largo del cuerpo hasta la cola, muy cerca unas de otras. En total quince.
El Arrodillado: afirman que éste es Heracles que ha atacado al Dragón. Está puesto, fácil de ver, sosteniendo la maza y arrollando la piel del león. Se dice que cuando vino por las manzanas de oro, mató a la serpiente que estaba puesta como guardiana, para ésto precisamente había sido puesta por Hera, para que se enfrentara con Heracles. Así que, cumplido el trabajo con grandioso peligro, Zeus consideró el trabajo digno de recuerdo y colocó su figura entre las constelaciones. Por un lado está la serpiente con la cabeza en vilo. Por otro el agresor, que aprieta sobre ella una rodilla mientras con el otro pie intenta pisarle la cabeza, al tiempo que extiende el antebrazo derecho, en el que sostiene la maza como si fuera a golpearla; el antebrazo izquierdo está envuelto en la piel del león. Tiene una estrella brillante sobre la cabeza ...[sigue la descripción de la posición de las demás]. En total diecinueve" (traducción J.R. del Canto, CAG)
Heracles, las hespérides y Atlas polar, crátera de volutas
apula de Nápoles, MN 81934, hacia 340-320 a.e.
Ánfora fr. apula, Berlin, Staatl. Mus. F3245, circa 330
a.e.
Apoteosis de Heracles, Louvre y Hermitage, hacia 460 a.e. Posidón,
Hera o Hebe, Zeus, Heracles, Atenea, árbol y serpiente, Atlas, Hespéride,
Iris
Mosaico cosmológico de Mérida (Mérida, Casa del Mitreo, in situ)
Claves: plantear las personificaciones mitológicas principales del mosaico
La parte inferior: es la promesa de prosperidad
Navigia, Portus, Pharus, Copiae, Tranquilitas
La parte superior: es una promesa de perfección e inmutabilidad
Saeculum (Aureum), Polum, Caelum, Chaos (controlado)
¿Quien sostiene estas promesas?: el emperador romano, un dios
(o hijo de un dios) concreto, entre tantas abstracciones.