MOOC RELIGIONES EN ESPAÑA
Material preparado por Francisco DIEZ DE VELASCO
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Las fotografías y los textos han sido realizadas por el autor, 
que pertenece al grupo de investigación HISTOREL de la 
UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA


Antijudaísmo en España: el ejemplo de un manual de historia franquista

El antijudaísmo español es un tema de estudio muy transitado. La expulsión de los judíos de Castilla y Aragón en 1492 marcó un punto de inflexión que ha tenido un enorme peso simbólico y ha evidenciado una cierta excepcionalidad española.

Es bien cierto que los judíos fueron expulsados en muchos otros lugares de la Europa medieval, terminaron al cabo de los años pudiendo retornar. No así en el caso español hasta muy avanzado el siglo XIX. Y además se mantenía una ideología antijudía que, si bien no tuvo los componentes terribles y asesinos que se plantearon bajo el nazismo, pervivió durante décadas bajo el régimen franquista y se enseñaba en las escuelas del modo más crudo.



Revisaremos el ejemplo del manual titulado Yo soy Español de Agustín Serrano de Haro, que era el primer libro de Historia que tenían como texto los escolares españoles. Correspondía su estudio a niños y niñas de 6 años de edad. Se publicó entre 1943, en su primera edición y 1966 en su edición número 26.
 




En el capítulo 18 de todas las ediciones salvo la última se desarrollaba un episodio que se fechaba en la Edad Media y en el que se narraba la muerte de un niño cristiano en Zaragoza.
Repasaremos cuatro ediciones de este manual:
        -la 1ª de 1943;
        -la 19 de 1958;
        -la 24 de 1962;
        -y la 26 de 1966
Se producen cambios muy interesantes en las dos últimas.


1) Edición de 1943 (1ª), en pleno auge del eje
 
 





2) Edición de 1958 (19ª, con cambios en el texto que potencian los elementos más truculentos de la narración, pero no en las sugerencias)



3) Edición de 1962 (24ª: con claros cambios en el título y en las sugerencias, se intenta matizar el antijudaísmo)
 




4) Edición de 1966 (26ª) en la que el episodio ha desaparecido


Se había producido una gran transformación en el catolicismo que permite comprender el cambio que se evidencia en las últimas ediciones del manual escolar que se comenta. Porque hay que tener en cuenta que durante el franquismo la educación estaba firmemente supervisada por las autoridades católicas que daban su visto bueno, su nihil obstat, a los libros de texto.
El 25 enero de 1959 el papa Juan XIII convocó un concilio, el Vaticano II. Comenzó el 11 de octubre de 1962 y finalizó el 8 de diciembre de 1965.

Las relaciones del catolicismo con las religiones no cristianas y en especial con el judaísmo se definieron en la declaración Nostra Aetate cuya aprobación se fecha el 28 de octubre de 1965. En ella se dice expresamente que se "deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos". Se expone que no se puede justificar bajo ningún concepto y en especial basándose en los evangelios, la acusación de deicidio respecto de los judíos y exhorta a "no enseñar nada que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo ni en la catequesis ni en la predicación de la palabra de Dios".
No es de extrañar que el episodio desapareciese del manual Yo soy español en su edición postconciliar de 1966.


Llegados a este punto podemos preguntarnos: ¿cuál sería la excepcionalidad española en el asunto? No desde luego la de poseer relatos míticos e imaginarios de santos niños asesinados por judíos, que corrían en el Medievo por muchas regiones de Europa, convertida en una balsa de estereotipos del horror. Lo propio, la obstinación española, ha sido mantenerlo hasta época tan avanzada y como técnica pedagógica que trataba a los alumnos hasta los años del baby boom y del 600 como si de iletrados campesinos medievales se tratara. Se seguía manteniendo con firmeza un antijudaísmo con claras implicaciones políticas que planteaban crudamente una caracterización como antiespañoles de los judíos de ese territorio que denominaban Sefarad y que se corresponde con la Península Ibérica.

En el simbólico 1992, el mismo día en el que 500 años antes, los Reyes Católicos habían firmado el decreto de expulsión de los judíos, el Rey Juan Carlos I pronunció el la sinagoga de Madrid un discurso en el que se redefinieron del modo más oficial y solemne los parámetros para pensar el judaísmo español.
 
 








El antijudaísmo oficial y la excepcionalidad española en estos asuntos quedaban relegadas a pesadillas de un pasado que, a pesar de haber poblado el primer encuentro de muchos españoles con la Historia, muestra justamente lo que la Historia no debe ser.
Si bien se quiso hacer historia de relatos imaginarios, de leyendas que servían para potenciar el odio, una de las tareas de los historiadores es no dejar de recordar que aquello ocurrió y quizá alertar que los argumentos del odio que toma como blanco ciertas religiones, al cabo del tiempo, pueden parecernos tan ridículos como los que se expresaban en este episodio de "los judíos matan a un niño" que se ha comentado.