Doctorado en Ciencias de las Religiones. Universidad Complutense.
Instituto de Ciencias de las Religiones (http://www.ucm.es/info/iucr/pages/webs/doctorado_2009_2010.html)
MÓDULO 2: PARTE 3: HACER HISTORIA DE LAS RELIGIONES, HOY
MATERIALES DE ESTUDIO
-generalidades
-ejemplos
-la
convergencia disciplinar desde el conocimiento personal
ACTIVIDAD OBLIGATORIA
-actividad
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La enorme diversidad de modos de hacer historia de las religiones que
hemos repasado, junto con el ejemplo muy destacado de un intento de interpretación
completa de la disciplina que emprendió Mircea Eliade, ilustran
por una parte el dinamismo de la misma pero también su quiebra metodológica
y su carácter inacabado. La variabilidad de las culturas humanas,
la mutación constante que ejemplifica el tiempo histórico,
la necesidad de tener en cuenta tanto lo social como lo inconsciente, lo
personal y lo colectivo, la complejidad de los modelos imaginarios generados
por las diversas culturas, parecen demostrar la imposibilidad de llegar
a aprehender lo religioso por una única vía y un único
enfoque.
En la actualidad se mantienen en vigencia muchas de las escuelas, perspectivas
y líneas de pensamiento que hemos revisado anteriormente aunque
parece tenderse a la búsqueda de una síntesis que, para llegar
a consolidarse, habrá sin duda de tener en cuenta sensibilidades
extra-occidentales que han tenido un reflejo desigual hasta el momento
en el establecimiento de la disciplina.
De todos modos ciertas aproximaciones presentan un mayor dinamismo, una consolidación más notable o unas mayores posibilidades de futuro y quizá convenga enumerarlas de modo sintético.
1) La escuela sociológica francesa, bajo el influjo de los avances conceptuales del estructuralismo y del marxismo confeccionó un producto, la escuela de Annales, que en sus últimas generaciones, y gracias al concepto de historia total, definió un marco muy conveniente para el quehacer de un historiador de las religiones, necesariamente deudo de los avances que en la comprensión de los fenómenos religiosos han consolidado la psicología, la sociología o la antropología. Esa nueva historia de las religiones parece poseer los instrumentos teóricos para generar una comprensión a la par de lo social y lo mental que existe en la religión, aunque son mayores las expectativas y posibilidades que desde el punto de vista teórico parece presentar esta escuela que las investigaciones ejemplares que efectivamente está generando. Resulta en cierto modo mucho más significativo de los avances de la sociología francesa actual (postestructuralista, postmarxista y en cierto modo post-postmoderna) el trabajo de Pierre Bourdieu, que aunque no ha tenido a la religión como dedicación específica, ha generado instrumentos para el análisis religioso muy interesantes, como la teoría de la acción, el desarrollo del concepto de capital simbólico y el concepto de campo religioso (que puede estudiarse por medio de una cartografía).
2) El materialismo, en particular el marxista, depurado de sus caracteres más militantes y en cierto modo domesticado (convertido en estrategia de investigación y no ya en método de lucha política), al abrirse a las corrientes que convulsionaron las ciencias humanas en los años setenta (en particular el estructuralismo) ha generado intelectuales como Maurice Godelier que lejos de caer en análisis simplistas o reduccionistas ofrece explicaciones muy eficaces sobre el papel de la religión tanto en sociedades preestatales como antiguas. Los puntos de vista materialistas, si consiguen mitigar la tendencia religiocéntrica (al revés) pueden resultar muy útiles para abrir los ojos ante ciertas manifestaciones de la religión que suelen ser soslayadas por puntos de vista de carácter idealista.
3) El conocimiento de la religión de las sociedades preestatales se ha multiplicado con el desarrollo de los métodos de análisis postcoloniales (que buscan superar el etnocentrismo occidental). Una perspectiva muy interesante la ofrece la ecología de las religiones. El conocimiento de las constricciones medioambientales al desarrollo antrópico y los medios rituales puestos en práctica por muchas sociedades para minimizar el impacto humano permiten analizar las religiones no sólo como mecanismos de explotación sino también de preservación de las sociedades humanas.
4) La psicología ha depurado sus instrumentos de comprensión conceptual de las experiencias religiosas. Los estudios en laboratorio de estados extáticos y experiencias místicas han permitido avanzar en la comprensión del inconsciente como lugar nuclear en la forja de un lenguaje que se expresa en lo religioso de modo privilegiado. La psicología transpersonal ahondando en los conceptos junguianos ha defendido la necesidad de la autorrealización que no se cumple plenamente sin el acceso a las experiencias transpersonales, uno de cuyos cauces tradicionales lo ofrecen las religiones que potencian la meditación y la introspección. La necesidad de comprender y de dotar a la ciencia de instrumentos para analizar este tipo de prácticas milenarias, no resulta únicamente una necesidad en una época en la que los prejuicios religiocéntricos se están superando (y se potencia una apertura a los modos de expresión religiosos no occidentales), sino una condición clave para acceder a una mejor comprensión de las infinitas variedades de las experiencias religiosas.
5) Como consecuencia de esta necesidad de análisis de las experiencias religiosas y en consonancia con el desarrollo que están teniendo las ciencias del cerebro, se está apuntalando una ciencia cognitiva de la religión (otros la denominan neuroteología, neurofilosofía o neuroreligión). La neurobiología y en general las ciencias de la mente plantean el complejo tema de enfrentar la religión (o las experiencias místicas: d'Aquili desde una perspectiva empírica (y no metafísica). Buscar a Dios (o su ausencia) en el cerebro resulta un reto que trasciende los límites hasta ahora impuestos a la investigación en este tema. Religión no sería por tanto sólo ideología, sino que podría pasar a convertirse en biología, su estudio entraría de lleno en las competencias de las ciencias de la vida. Una perspectiva que redimensiona en gran medida las expectativas y compartimentos estancos en los que se aparca y encasilla el estudio de la religión (una aproximación integral de este tipo al estudio de la religión dejaría de pertenecer exclusivamente al denostado territorio de las humanidades).
6) Una línea de estudio que se está potenciando en la última década, y que coincide con una vieja obsesión de los estudios decimonónicos sobre religión, es la reflexión sobre los orígenes. Se plantea desde múltiples perspectivas. Lo hace, por ejemplo, desde los análisis de cognición y hominización para desentrañar el momento en el que el desarrollo cerebral puede permitir el surgimiento de modos de expresión simbólicos como son el lenguaje o la religión. Otro camino muy interesante plantea la combinación de etología y religión, intentando desentrañar entre los primates comportamientos de carácter ritual (o religioso) y entre ciertas prácticas rituales (o religiosas) los restos de comportamientos que se testifican entre diferentes animales.
7) La reflexión filosófica sobre la religión ha seguido diferentes caminos, de los que parecen tener un especial impacto los intentos de generar una hermenéutica depurada y de desmontar los presupuestos modernos que podían resultar muy poco respetuosos, por ejemplo, con los pensamientos no occidentales. La crítica postmoderna, de todos modos, salvo en el caso de H.G. Gadamer, se ha mantenido anclada en unos modos de reflexión, paradójicamente, muy religiocéntricos. A pesar de postular la caída de los grandes relatos (y es difícil encontrar mayores relatos que los que ofrecen muchas de las religiones), Vattimo sigue en una línea de creyente (aunque lo haga intentado hacer débil al fuerte pensamiento del catolicismo). Tampoco la mirada de Derrida o de Trías se posan más allá de la herencia cultural y religiosa occidental y haya que buscar en especialistas en religiones no judeocristianas ejemplos de empleo de los presupuestos de análisis puestos en práctica por la postmodernidad . Desde otro orden de cosas el pensamiento de Ricoeur su búsqueda de una hermenéutica que tenga en cuenta también las complejidades de las narraciones religiosas, resulta muy fructífero como apuesta de futuro.
Como conclusión parece primar la necesidad de la búsqueda
de una perspectiva holística (a pesar de las críticas antes
planteadas), que intente superar posiciones reduccionistas, entendiendo
el estudio de la religión como una aproximación con múltiples
facetas y muchos métodos, que justamente extraiga su fuerza de la
apertura hacia lo diferente e incluso lo inusual, caracterizada por tratarse
de un enfoque personal y por construirse desde la convergencia disciplinar.
3) La convergencia disciplinar desde el conocimiento
personal
Todo lo anteriormente revisado en las sesiones anteriores nos desvela
de modo claro la necesidad de integrar una notable cantidad de estrategias
de análisis que han desarrollado un buen número de disciplinas
bien asentadas en el mundo académico. Pero la ambición antes
expuesta de defender una mirada general por parte de quienes se dedican
a la historia de las religiones impide que tal integración consista
en una mera parcelación del estudio de la religión entre
diversas disciplinas.
La historia de las religiones necesita que esa integración se
realice desde la ambición de una mirada unificadora y coherente.
El problema de método que se plantea en este punto resulta un reto
complicado: el procedimiento habitual a la hora de enfrentar problemas
estimados fronterizos, que encabalgan contenidos y modos de trabajo de
diferentes disciplinas suele pasar por la puesta en marcha de estrategias
de colaboración de carácter multidisciplinar (cuando se trata
de superponer las aportaciones de cada grupo particularizado de especialistas),
interdisciplinar (cuando se intenta dar un paso más e interrelacionar
los trabajos de unos y otros) o transdisciplinar (cuando la relación
de trabajo es lo suficientemente estrecha como para que permeen los modos
de unos en los otros, construyendo un asomo de lenguaje común).
Pero estas estrategias de coordinar diferentes especialistas, que pueden
resultar puntualmente muy eficaces (si se intentan superar los pruritos
puristas y los metalenguajes iniciáticos de cada disciplina) probablemente
quiebren a la hora de alcanzar explicaciones globales (que intenten construir
una historia general y comparada de las religiones). Éstas terminan
exigiendo una toma de posición de carácter tan personal que
no puede ser compartida ni en la más empática de las sesiones
de transdisciplinaridad.
Estudiar la religión y las religiones exige quizá en
mayor medida que en otros campos un ejercicio de conocimiento de tipo personal
(Polanyi Personal Knowledge), una síntesis en la que los parámetros
del universo individual del investigador y el estudioso otorguen un sentido
a su quehacer más allá de la parcialización e incluso
de la cooperación entre diversas disciplinas. La diferencia entre
el historiador de las religiones que ambiciona esta mirada que combina
pasado y presente resulta entonces suficientemente clara respecto de la
de cualquier especialista de una disciplina, una etapa histórica,
una cultura o una zona geográfica determinada que enfrenten estudiar
la religión de su campo acotado. El foco no lo ofrece por tanto
el tema y su mayor o menor interés por parte de una disciplina determinada,
sino el individuo que busca por medio de concentrar los esfuerzos en el
estudio de la religión, desde el mayor número posible de
perspectivas, alcanzar una comprensión global y personal de las
culturas humanas (o cuando menos un atisbo de ella).
Cada tema particular se convierte desde este punto de vista en un paso
adelante en este empeño global, aunque enfrente necesariamente el
escollo de las capacidades individuales acotadas: así un conocimiento
personal es necesariamente un conocimiento limitado, pero, a la par, es
un proyecto coherente, que en ese locus puede no tener que plegarse a glebas
disciplinares que puedan poner en entredicho el resultado final. Un proyecto
como el de Max Weber, de intentar explicar las claves religiosas de la
modernidad, por medio del análisis tanto de las religiones europeas
(generadoras de lo moderno) como del mundo que no derivó más
que vicariamente (por el impacto colonial) en la modernidad (como las religiones
de la India o China) resulta ejemplar de esta ambición global que
solo puede ser entendida como obra personal. Pero si intentamos determinar
la ubicación disciplinar de Weber nos hallaremos ante un fuerte
escollo: sociólogo, antropólogo, filósofo, historiador...
es reivindicado por multitud de colectivos disciplinares e intentar definirlo
es enjaular un proyecto personal cuya ambición solo puede reivindicarse.
La ambición aquí expuesta y ejemplificada en Weber queda
plenamente inserta en los modelos generalistas y de hecho pone en entredicho
las construcciones disciplinares acotadas, muestra la quiebra del modelo
de especialización y parcialización de los saberes y se inserta
en la identificación de un malestar, una insatisfacción metodológica
resentida también desde otros enfoques, puntos de vista y campos
del saber bien alejados de los que centran su reflexión en la religión.
Estudiar la religión se convierte en una aventura que, desde
esta mirada general, y estos enfoques sintéticos centrados en la
fuerza de la reflexión personal, necesita de la convergencia disciplinar
para satisfacer una ambición holística, totalizadora, que
sea capaz de reflejar tanto lo social como lo individual, la cognición
y el comportamiento, lo pequeño y lo grande, lo que requiere el
microanálisis y lo que exige el macroanálisis construido
desde el recurso a los métodos cuantitativos, lo astronómico
y lo microscópico, para reflejar tanto las ambiciones universales
de un Claude Lévi-Strauss como las prevenciones y sensibilidades
particularizadas de un Clifford Geertz, por ejemplo. Requiere abrirse a
lo que importa a muchos y también a lo que interesa a muy pocos
o incluso a uno solo (que obliga a calibrar los mecanismos de la escucha,
invertir en el uso de técnicas cualitativas que pueden obligar a
la biografía, a la minucia de la historia de vida, o incluso al
psicoanálisis), que exige reflejar el sentimiento y lo espectacular,
el mundo del hoy y los remotos territorios de la hipótesis sobre
los primeros humanos.
Tal ambición resulta quizá el reto metodológico
más difícil para la historia de las religiones, que aproxima
la disciplina a las intenciones holísticas y comparativas de una
antropología que se atreva a saltar más allá del mero
análisis de la cultura y que ambicione también procesar tanto
la dinámica social, como los intrincados mundos pasados y presentes
de las sociedades complejas (y en particular de las religiones universalistas)
lo que la emparentaría, o incluso haría indiscernibles sus
fronteras, de una historia o una sociología con ambiciones de generar
análisis holísticos. Podríamos seguir enumerando ámbitos
y disciplinas, ahondando quizá en la insatisfacción que tanta
frontera y tanta denominación enfrentada produce a la hora de pensar
al ser humano y el abigarrado mundo de lo que cree (y también de
la increencia). Tantas fuentes de información y tantas disciplinas,
en resumen, se comprenden de modo coherente por medio de una convergencia
disciplinar que se centra en las síntesis personales, un terreno
complicado y al que se llega solo por medio de aproximaciones y tentativas
necesariamente parciales.
Tras esta ambición hay por tanto una apuesta metodológica
sistemática. Se trata de una necesidad inexcusable, ya que olvidar
los requerimientos del método sería renunciar a la posibilidad
de la existencia de la propia historia de las religiones. Olvidar la necesaria
renuncia al religiocentrismo y la búsqueda de una perspectiva neutral
diluiría los límites con la teología, olvidar la perspectiva
generalista y holística obviaría la diferencia que hay entre
la mirada sociológica, antropológica, filosófica,
etc. que reflexionase sobre temas religiosos y la que ofrece la historia
de las religiones entendida al modo que hemos intentado esbozar en estas
páginas.
Plantee una reflexión final sobre la utilidad de este curso de doctorado en lo relativo al tema de investigación que cada alumno/a esté preparando (tesis o trabajo de investigación). Se intentará, si dicho tema lo permite (pues trata de algún campo de la historia de las religiones), adaptar lo estudiado en el curso de doctorado a la investigación en curso (realizando un pequeño modelo o esquema de desarrollo, aunque sea meramente teórico). Realice un argumentario sobre el asunto para su discusión en clase.