Manuel Marzal y la Enciclopedia Iberoamericana de Religiones
 
Por Francisco Diez de Velasco. Presentado en el Taller-Seminario, "Perspectivas metodológicas en Historia de las Religiones. In memoriam Manuel Marzal", Universidad de La Laguna, 29 de septiembre de 2005

 
El 16 de julio de 2005 murió en Lima, Manuel Marzal. Fue miembro del comité académico de la EIR (Enciclopedia Iberoamericana de Religiones) desde su fundación y en este foro, en el que participan buena parte de los miembros de este comité, y que deseamos que se dedicase a su memoria, plantearemos algunos hitos de su larga trayectoria docente e investigadora y nos detendremos en mayor medida en su participación en la Enciclopedia Iberoamericana de Religiones.
 
De izquierda a derecha: 
Julio Trebolle (coordinador de EIR)  
y Manuel Marzal en el patio maya  
del Museo de Antropología de  
Ciudad de México 
Agosto de 2004
 
Nacido en 1931 en Olivenza, en Extremadura, en la frontera entre España y Portugal, con veinte años marchó a Perú, donde vivió la mayor parte de su vida y desarrolló su carrera académica, y desde 1960 era ciudadano peruano. En su etapa formativa e investigadora también residió en otros países de América Latina, principalmente Ecuador, donde hizo sus estudios de filosofía entre 1954 y 1957 que culminaron en 1964 con el doctorado por la Pontificia Universidad Católica de Ecuador y en México donde estudió teología en el Instituto Teológico de la Compañía de Jesús y también Antropología Social en la Universidad Iberoamericana de México donde en 1968 obtuvo la maestría. Será justamente en el campo de la antropología, y en particular en el de la antropología de la religión donde desarrolló su labor docente y de investigación, a partir de 1968 en la Pontificia Universidad Católica de Perú (PUCP) y en los últimos cinco años de su vida llevando a buen puerto la creación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya en Lima, de la que fue su primer presidente (véase http://www.uarm.edu.pe/).
Manuel Marzal se sentía en algunos aspectos identificado con la trayectoria de Ruiz de Montoya, jesuita como él mismo, erudito, hombre de acción, responsable durante casi toda su vida en el proyecto de las misiones del Paraguay y defensor de los indios, pero también diplomático y viajero (estuvo durante años en la corte española para defender los derechos de los guaranís y consiguió que el rey les permitiera portar armas), místico, etnógrafo y escritor (dejó tanto gramáticas y diccionarios guaranís como una historia de las reducciones del Paraguay o un libro de mística). Marzal, como expuso en las recopilaciones de autores de la época que denominó La utopía posible: indios y jesuitas en la América colonial (Lima, PUCP, 2 vols., 1992-1994) y también en su obra quizá más conocida tanto en España como en Iberoamérica: Historia de la antropología indigenista: México y Perú (Barcelona, ed. Anthropos, 1993; la primera edición peruana es de 1981 y ha tenido otras seis en Perú y Ecuador), se encuadraba entre los admiradores del proyecto de las reducciones jesuitas en el Paraguay, que entendía como un modelo que preservaba retazos de la identidad india en el terrible contexto colonial del momento. Marzal no lo hacía con el peso argumental del ideólogo sino dejándonos oír las voces de los protagonistas, en un ejemplar planteamiento del método etnohistórico, pero que desgraciadamente, dadas las fuentes documentales que han pervivido tiende a silenciar las voces guaranís no reducidas.
 
Parte correspondiente al bloque sobre la época colonial de la edición de Barcelona de la Historia de la antropología indigenista
 

Como antropólogo teórico, además, Marzal reivindicó el valor documental de las obras de muchos religiosos de los siglos del dominio español en América, poco apreciada por los padres de la antropología británica y estadounidense quizá tanto por su sesgo confesional, como por escribir en español y también por la dificultad de acceso a sus escritos. Resultan ejemplares, entre las múltiples obras en las que expone este punto de vista, sus síntesis de historia de la antropología: Historia de la antropología social (Quito, Abya-yala, 2ª ed. 1996) e Historia de la antropología cultural ((Quito, Abya-yala, 2ª ed. 1997).

Marzal no fue sólo un antropólogo teórico, destaca en su trayectoria investigadora la profunda labor etnográfica, de recopilación de documentación directa, de trabajo de campo, centrada de modo especializado en el estudio de la religión, sensible a la transformación que los cambios económicos y sociales estaban acelerando a partir de finales de la década de 1950 en el Perú. Trató de las comunidades campesinas o de los inmigrantes en Perú, destacando sus libros: El mundo religioso de Urcos, Cusco, IPA, 1971, Estudios de religión campesina, Lima, PUCP, 1977 (2ª ed. 1988) o Los caminos religiosos de los inmigrantes de la Gran Lima, Lima, PUCP, 1988, 2ª ed. 1989).
Sensible a los valores del cambio religioso en el marco geográfico general de Iberoamérica, dedicó diversas síntesis a estos procesos, por ejemplo en el ámbito del país donde residía: La transformación religiosa peruana, Lima, PUCP, 1983, 2ª ed. 1988. Resulta particularmente notable de los puntos de vista variados que interconectaba en sus intereses la síntesis El sincretismo iberoamericano: Un estudio comparativo sobre los quechuas (Cusco), los mayas (Chiapas) y los africanos (Bahía), Lima, PUCP, 1985, 2ª ed. 1988), en la que comparaba estos tres ámbitos del mundo iberoamericano proponiendo aproximaciones que desde un punto de vista metodológico podríamos denominar como científicas, pero a la par también puntos de vista de carácter confesional, en un contexto en el que la teología de la liberación estaba planteando nuevos modelos de entender la diferencia religiosa en América. Marzal entendió que como antropólogo también debía ser un actor participante de los temas que estudiaba, una perspectiva que quizá, desde las posiciones metodológicas de los investigadores europeos resulte discutible, pero que caracteriza los puntos de vista vitales de muchos estudiosos iberoamericanos.

 

 
Las reflexiones sobre lo que entendía por panorama religioso de América Latina las sistematizó, desde la perspectiva global de una carrera académica en su cúlmen, en la segunda parte de su imponente libro (de más de 600 páginas) Tierra encantada. Tratado de antropología religiosa de América Latina (Madrid-Lima, Trotta, 2002), quizá su obra más ambiciosa y significativa para el estudio de la religión, cuya primera parte presenta una reflexión sistemática de lo que es la religión desde la óptica de un estudioso que se aproxima a la misma con los puntos de vista del antropólogo.

 
 
Fue también destacada su labor en las asociaciones internacionales dedicadas al estudio de la religión. En el seno de la IAHR (Internacional Association for the History of Religions), la asociación internacional principal en este campo, fue miembro honorario vitalicio (Honorary Life Member), que lo hermana con un selecto grupo de especialistas reconocidos a nivel mundial en el estudio de la religión (véase http://www.iahr.dk/honorary.htm). Su labor fue también muy activa en la asociación regional americana, la ALER (Asociación Latinoamericana para el Estudio de la Religión) y en las reuniones científicas que se han desarrollado bajo su auspicio, en el seno de la cual organizó y presidió el en Lima, en la Pontificia Universidad Católica del Perú en 2002 (véase http://www.pucp.edu.pe/eventos/congresos/).
 
 
Manuel Marzal durante el  
IX Congreso Latino-Americano  
sobre Religión y Etnicidad,  
Lima, Agosto de 2002
Por último y en relación con el motivo que nos reúne hoy aquí, un proyecto al que dedicó sus esfuerzos en los últimos años fue la consolidación de la Enciclopedia Iberoamericana de Religiones, en cuyo comité académico ha sido, desde el primer momento, uno de los miembros más activos, participando en todos los encuentros anuales desarrollados en el contexto de la EIR.

 
Exponiendo la ponencia  
"La religión andina actual"  
durante el curso  
de verano de la Universidad  
Complutense de Madrid  
"Religiones  
y Culturas en  
Iberoamérica".  
El Escorial,  
29 de agosto de 2003
 
Exponiendo la ponencia 
"La religión quechua actual" 
durante el Coloquio "Estudios  
sobre Religión en Iberoamérica.  
Enciclopedia Iberoamericana  
de Religiones" 
UNAM, México 
26 de Agosto de 2004

Participó en el primer volumen con una síntesis sobre los aportes de la antropología al estudio de la religión ("Antropología de la religión" El estudio de la religión, F. Diez de Velasco y F. García Bazán, eds. Madrid, Trotta, 2002, pp. 121-146) y fue el editor del volumen cuarto: Religiones andinas, Madrid, Trotta, 2005), que llegó a ver publicado solo dos meses antes de su muerte. Característico de cómo entendía un tema de estudio tan complejo como el de las religiones andinas es la selección de contenidos por la que apostó: reflejar tanto el pasado como el presente, tanto las perspectivas arqueológicas como etnográficas e históricas, tanto las síntesis generales como el estudio puntual de casos muy significativos. La finalidad era reflejar la complejidad y riqueza del mundo religioso andino más allá de esencialismos y de nostalgias.
 

 
Su labor de propuesta de temas de publicación y de dinamización de equipos de investigadores ha llevado a que a su muerte hubiese puesto en marcha toda una serie de futuros volúmenes de la EIR, coordinando a los editores y su trabajo. Algunos de ellos están ya en avanzada fase de preparación para la edición.
Son los siguientes:
Mitologías amerindias, Alejandro Ortiz (ed.)

Religión y sociedad civil, Catalina Romero (ed.)

Procesos de evangelización en Iberoamérica, siglos XVI a XVIII. Fernando Armas (ed.)

Religión y liberación, Gustavo Gutiérrez (ed.)

Religiones amazónicas, Jaime Regan (ed.) 

 
Gustavo Gutiérrez y Manuel Marzal en la  
reunión del comité académico de EIR  
de Lima, 2002, proponiendo la invitación  
para editar el volumen Religión y liberación
 
Y por desgracia quedará truncado el volumen al que tenía pensado editar en los años venideros, dedicado al Pluralismo católico en Iberoamérica, uno de los temas de investigación que conocía de modo más profundo y en el que sus aportaciones hubieran sido fundamentales y renovadoras, en la línea de una sistematización de los factores diferenciales, tanto geográficos como sociológicos, tanto personales como grupales, tanto caracterizadores de la etnicidad como de la globalización, presentes en el variado catolicismo iberoamericano.
Con Marzal desaparece un gran antropólogo, un gran especialista en el estudio de la religión y una gran persona, pero también un estudioso que intentaba ir más allá de la comodidad de la erudición puntual y la especialización, que no desdeñaba la mirada general y la comparación a la hora de intentar comprender la complejidad de las religiones en su variedad y sus semejanzas, un perfil intelectual y una ambición que, en mi opinión, resulta un sello distintivo de lo que entiendo, desde la reflexión metodológica que caracteriza este encuentro, por hacer historia de las religiones. Un término que utilizo, no como un pequeño apartado, coto cerrado de historiadores, sino en la línea de la convergencia disciplinar que, por ejemplo, caracteriza a la Asociación Internacional de Historia de las Religiones, a la EIR y de la que el taller-seminario que emprendemos, desde la variedad de sus participantes y sus puntos de vista disciplinares, espero que sirva de muestra.