Manuel
Marzal y la Enciclopedia Iberoamericana de Religiones
El
16 de julio de 2005 murió en Lima, Manuel Marzal. Fue miembro del
comité académico de la EIR (Enciclopedia Iberoamericana
de Religiones) desde su fundación y en este foro, en el que
participan buena parte de los miembros de este comité, y que deseamos
que se dedicase a su memoria, plantearemos algunos hitos de su larga trayectoria
docente e investigadora y nos detendremos en mayor medida en su participación
en la Enciclopedia Iberoamericana de Religiones.
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De izquierda
a derecha:
Julio Trebolle
(coordinador de EIR)
y Manuel Marzal
en el patio maya
del Museo de
Antropología de
Ciudad de México
Agosto de 2004 |
Nacido
en 1931 en Olivenza, en Extremadura, en la frontera entre España
y Portugal, con veinte años marchó a Perú, donde vivió
la mayor parte de su vida y desarrolló su carrera académica,
y desde 1960 era ciudadano peruano. En su etapa formativa e investigadora
también residió en otros países de América
Latina, principalmente Ecuador, donde hizo sus estudios de filosofía
entre 1954 y 1957 que culminaron en 1964 con el doctorado por la Pontificia
Universidad Católica de Ecuador y en México donde estudió
teología en el Instituto Teológico de la Compañía
de Jesús y también Antropología Social en la Universidad
Iberoamericana de México donde en 1968 obtuvo la maestría.
Será justamente en el campo de la antropología, y en particular
en el de la antropología de la religión donde desarrolló
su labor docente y de investigación, a partir de 1968 en la Pontificia
Universidad Católica de Perú (PUCP) y en los últimos
cinco años de su vida llevando a buen puerto la creación
de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya en Lima, de la que fue su primer
presidente (véase http://www.uarm.edu.pe/).
Manuel
Marzal se sentía en algunos aspectos identificado con la trayectoria
de Ruiz de Montoya, jesuita como él mismo, erudito, hombre de acción,
responsable durante casi toda su vida en el proyecto de las misiones del
Paraguay y defensor de los indios, pero también diplomático
y viajero (estuvo durante años en la corte española para
defender los derechos de los guaranís y consiguió que el
rey les permitiera portar armas), místico, etnógrafo y escritor
(dejó tanto gramáticas y diccionarios guaranís como
una historia de las reducciones del Paraguay o un libro de mística).
Marzal, como expuso en las recopilaciones de autores de la época
que denominó La utopía posible: indios y jesuitas en la
América colonial (Lima, PUCP, 2 vols., 1992-1994) y también
en su obra quizá más conocida tanto en España como
en Iberoamérica: Historia de la antropología indigenista:
México y Perú (Barcelona, ed. Anthropos, 1993; la primera
edición peruana es de 1981 y ha tenido otras seis en Perú
y Ecuador), se encuadraba entre los admiradores del proyecto de las reducciones
jesuitas en el Paraguay, que entendía como un modelo que preservaba
retazos de la identidad india en el terrible contexto colonial del momento.
Marzal no lo hacía con el peso argumental del ideólogo sino
dejándonos oír las voces de los protagonistas, en un ejemplar
planteamiento del método etnohistórico, pero que desgraciadamente,
dadas las fuentes documentales que han pervivido tiende a silenciar las
voces guaranís no reducidas.
Parte correspondiente
al bloque sobre la época colonial de la edición de Barcelona
de la Historia de la antropología indigenista
Como
antropólogo teórico, además, Marzal reivindicó
el valor documental de las obras de muchos religiosos de los siglos del
dominio español en América, poco apreciada por los padres
de la antropología británica y estadounidense quizá
tanto por su sesgo confesional, como por escribir en español y también
por la dificultad de acceso a sus escritos. Resultan ejemplares, entre
las múltiples obras en las que expone este punto de vista, sus síntesis
de historia de la antropología: Historia de la antropología
social (Quito, Abya-yala, 2ª ed. 1996) e Historia de la antropología
cultural ((Quito, Abya-yala, 2ª ed. 1997).
Marzal
no fue sólo un antropólogo teórico, destaca en su
trayectoria investigadora la profunda labor etnográfica, de recopilación
de documentación directa, de trabajo de campo, centrada de modo
especializado en el estudio de la religión, sensible a la transformación
que los cambios económicos y sociales estaban acelerando a partir
de finales de la década de 1950 en el Perú. Trató
de las comunidades campesinas o de los inmigrantes en Perú, destacando
sus libros: El mundo religioso de Urcos, Cusco, IPA, 1971, Estudios
de religión campesina, Lima, PUCP, 1977 (2ª ed. 1988) o
Los caminos religiosos de los inmigrantes de la Gran Lima, Lima,
PUCP, 1988, 2ª ed. 1989).
Sensible
a los valores del cambio religioso en el marco geográfico general
de Iberoamérica, dedicó diversas síntesis a estos
procesos, por ejemplo en el ámbito del país donde residía:
La transformación religiosa peruana, Lima, PUCP, 1983, 2ª
ed. 1988. Resulta particularmente notable de los puntos de vista variados
que interconectaba en sus intereses la síntesis El sincretismo
iberoamericano: Un estudio comparativo sobre los quechuas (Cusco), los
mayas (Chiapas) y los africanos (Bahía), Lima, PUCP, 1985, 2ª
ed. 1988), en la que comparaba estos tres ámbitos del mundo iberoamericano
proponiendo aproximaciones que desde un punto de vista metodológico
podríamos denominar como científicas, pero a la par también
puntos de vista de carácter confesional, en un contexto en el que
la teología de la liberación estaba planteando nuevos modelos
de entender la diferencia religiosa en América. Marzal entendió
que como antropólogo también debía ser un actor participante
de los temas que estudiaba, una perspectiva que quizá, desde las
posiciones metodológicas de los investigadores europeos resulte
discutible, pero que caracteriza los puntos de vista vitales de muchos
estudiosos iberoamericanos.
Las
reflexiones sobre lo que entendía por panorama religioso de América
Latina las sistematizó, desde la perspectiva global de una carrera
académica en su cúlmen, en la segunda parte de su imponente
libro (de más de 600 páginas) Tierra encantada. Tratado
de antropología religiosa de América Latina (Madrid-Lima,
Trotta, 2002), quizá su obra más ambiciosa y significativa
para el estudio de la religión, cuya primera parte presenta una
reflexión sistemática de lo que es la religión desde
la óptica de un estudioso que se aproxima a la misma con los puntos
de vista del antropólogo.
Fue
también destacada su labor en las asociaciones internacionales dedicadas
al estudio de la religión. En el seno de la IAHR (Internacional
Association for the History of Religions), la asociación internacional
principal en este campo, fue miembro honorario vitalicio (Honorary Life
Member), que lo hermana con un selecto grupo de especialistas reconocidos
a nivel mundial en el estudio de la religión (véase http://www.iahr.dk/honorary.htm).
Su labor fue también muy activa en la asociación regional
americana, la ALER (Asociación Latinoamericana para el Estudio de
la Religión) y en las reuniones científicas que se han desarrollado
bajo su auspicio, en el seno de la cual organizó y presidió
el en Lima, en la Pontificia Universidad Católica del Perú
en 2002 (véase http://www.pucp.edu.pe/eventos/congresos/).
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Manuel Marzal
durante el
IX Congreso Latino-Americano
sobre Religión
y Etnicidad,
Lima, Agosto
de 2002 |
Por
último y en relación con el motivo que nos reúne hoy
aquí, un proyecto al que dedicó sus esfuerzos en los últimos
años fue la consolidación de la Enciclopedia Iberoamericana
de Religiones, en cuyo comité académico ha sido, desde
el primer momento, uno de los miembros más activos, participando
en todos los encuentros anuales desarrollados en el contexto de la EIR.
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Exponiendo la
ponencia
"La religión
andina actual"
durante el curso
de verano de
la Universidad
Complutense de
Madrid
"Religiones
y Culturas en
Iberoamérica".
El Escorial,
29 de agosto
de 2003 |
Exponiendo la
ponencia
"La religión
quechua actual"
durante el Coloquio
"Estudios
sobre Religión
en Iberoamérica.
Enciclopedia
Iberoamericana
de Religiones"
UNAM, México
26 de Agosto
de 2004 |
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Participó
en el primer volumen con una síntesis sobre los aportes de la antropología
al estudio de la religión ("Antropología de la religión"
El estudio de la religión, F. Diez de Velasco y F. García
Bazán, eds. Madrid, Trotta, 2002, pp. 121-146) y fue el editor del
volumen cuarto: Religiones andinas, Madrid, Trotta, 2005), que llegó
a ver publicado solo dos meses antes de su muerte. Característico
de cómo entendía un tema de estudio tan complejo como el
de las religiones andinas es la selección de contenidos por la que
apostó: reflejar tanto el pasado como el presente, tanto las perspectivas
arqueológicas como etnográficas e históricas, tanto
las síntesis generales como el estudio puntual de casos muy significativos.
La finalidad era reflejar la complejidad y riqueza del mundo religioso
andino más allá de esencialismos y de nostalgias.
Su
labor de propuesta de temas de publicación y de dinamización
de equipos de investigadores ha llevado a que a su muerte hubiese puesto
en marcha toda una serie de futuros volúmenes de la EIR, coordinando
a los editores y su trabajo. Algunos de ellos están ya en avanzada
fase de preparación para la edición.
Son
los siguientes:
Mitologías
amerindias, Alejandro Ortiz (ed.)
Religión
y sociedad civil, Catalina Romero (ed.)
Procesos
de evangelización en Iberoamérica, siglos XVI a XVIII. Fernando
Armas (ed.)
Religión
y liberación, Gustavo Gutiérrez (ed.)
Religiones
amazónicas, Jaime Regan (ed.)
Gustavo Gutiérrez
y Manuel Marzal en la
reunión
del comité académico de EIR
de Lima, 2002,
proponiendo la invitación
para editar el
volumen Religión y liberación |
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Y
por desgracia quedará truncado el volumen al que tenía pensado
editar en los años venideros, dedicado al Pluralismo católico
en Iberoamérica, uno de los temas de investigación que
conocía de modo más profundo y en el que sus aportaciones
hubieran sido fundamentales y renovadoras, en la línea de una sistematización
de los factores diferenciales, tanto geográficos como sociológicos,
tanto personales como grupales, tanto caracterizadores de la etnicidad
como de la globalización, presentes en el variado catolicismo iberoamericano.
Con
Marzal desaparece un gran antropólogo, un gran especialista en el
estudio de la religión y una gran persona, pero también un
estudioso que intentaba ir más allá de la comodidad de la
erudición puntual y la especialización, que no desdeñaba
la mirada general y la comparación a la hora de intentar comprender
la complejidad de las religiones en su variedad y sus semejanzas, un perfil
intelectual y una ambición que, en mi opinión, resulta un
sello distintivo de lo que entiendo, desde la reflexión metodológica
que caracteriza este encuentro, por hacer historia de las religiones. Un
término que utilizo, no como un pequeño apartado, coto cerrado
de historiadores, sino en la línea de la convergencia disciplinar
que, por ejemplo, caracteriza a la Asociación Internacional de Historia
de las Religiones, a la EIR y de la que el taller-seminario que emprendemos,
desde la variedad de sus participantes y sus puntos de vista disciplinares,
espero que sirva de muestra.