MOOC RELIGIONES EN ESPAÑA
Material preparado por Francisco DIEZ DE VELASCO
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Las fotografías y los textos han sido realizados por el autor, 
que pertenece al grupo de investigación HISTOREL de la 
UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA

CÓRDOBA: ¿MEZQUITA O CATEDRAL?

Respecto del monumento más famoso que alberga Córdoba, ¿Cómo llamar al lugar?
Un empeño reciente (que retoma viejas obsesiones) parece promover que se cite y se rotule solo o principalmente bajo la denominación de "Catedral de Córdoba". Pero, ¿quién la conoce por tal?
Muchas emisiones postales no han podido menos que evidenciar su carácter de monumento religioso de primer orden, quizá el más representado en la filatelia española si dejamos de lado la iconografía jacobea. Desde los sellos de la República a los de la Junta de Defensa Nacional y luego las variadas series realizadas bajo el nacionalcatolicismo franquista, todas usan el nombre mezquita.


Sello d la República Española de 1931, en el texto se utiliza la denominación "Mezquita de Córdoba"


Sello de la Junta de Defensa Nacional de 1936, el texto dice "Córdoba"


Sellos del año 1964, el texto dice "La mezquita (Córdoba)"


Sello del año 1986 de la serie Patrimonio Cultural Hispano Islámico en el que se representa la mezquita de Córdoba y el busto de Abderramán II


Sello de 1988 de la serie Patrimonio de la Humanidad, el texto dice "Mezquita de Córdoba"


Solo la más reciente y además la más espectacular de todas, que se hermanó hasta con la amonedación de dos euros conmemorativa de 2010, apuesta por llamarla con una doble referencia "mezquita-catedral".


Hoja de 2010 dedicada al Patrimonio Mundial con el texto "Mezquita Catedral de Córdoba"


Moneda de 2 euros de 2010 paralela a la emisión anterior


¿Se trata del reflejo de su transformación en un objeto de deseo que no se quiere compartir por medio de recortar o acotar su nombre? Quizá sencillamente se trate de alguna aproximación sofisticada que llama mezquita a lo cultural del monumento y usa catedral para lo cultual o incluso que opta por denominar catedral a la parte marcada por bancos y altares y deja mezquita para el resto.


Vista del patio de la mezquita desde la entrada del alminar

Bosque de columnas

Pero también hay una cierta reivindicación del uso del edificio para el culto islámico. En efecto se puede encontrar en ocasiones a algunos musulmanes haciendo la oración al aire libre, en el patio exterior de la mezquita, situados frente a la pared que, pasado el bosque de columnas del interior del edificio, desemboca en el maravilloso mirhab que debiera marcar la dirección de La Meca.


Mirhab de la mezquita de Córdoba

De modo muy excepcional y en relación con la presencia de autoridades de países musulmanes, a algunos notables también se les ha tolerado que lo hicieran en su interior. Pero la herencia andalusí tiene sus sorpresas hasta para el islam actual. La de Córdoba es una mezquita que no se alinea con la alquibla, sino, como ocurre en algunos otros casos en Al Andalus, prima en ella la orientación Sur que era la que tenía La Meca desde el Damasco del que tuvo que huir el omeya Abderramán, luego emir independiente respecto de los califas abasíes que exterminaron a casi toda su parentela. Otros explican esta orientación desorientada por la estructura de la ciudad y la dirección que toma el Guadalquivir en esta zona. Que los constructores se hubiesen plegado a la orografía es un curioso argumento, Abderramán III, el primero de los omeyas andalusíes que se denominó califa (más radical por tanto en su independencia y su reto frente a Bagdad), cuando mandó construir su nueva capital, Medina Azahara, en las cercanías de Córdoba, se plegó en efecto a la orografía a la hora de alinear el palacio, pero la mezquita, aún a costa de quedar bastante esquinada respecto del resto, sí se colocó en dirección a La Meca.


Medina Azahara, Córdoba, restos de la mezquita cuya posición, alineada hacia La Meca, contrasta con la del resto de las edificaciones del complejo

En resumen, caso de que se permitiese a los musulmanes orar en la mezquita cordobesa en la actualidad, quizá tendrían que hacerlo en una dirección diferente de la que indica el espectacular mirhab actual y en torno al que se ordenan las maravillosas e interminables hileras de columnas del edificio, del mismo modo que también la catedral católica construida, embutida, imbricada, embebida en el centro del monumento califal marca un espacio demasiado pomposo incluso para el culto diario católico actual que ha terminado ubicándose en otra zona, debidamente adaptada, pero sin las estridencias y contrastes de otros tiempos, situada simbólicamente en la parte de la mezquita que mandó construir Almanzor, azote de cristianos.


Zona actual de culto habitual en la catedral de Córdoba

Esa nueva zona de culto ha renunciado también a utilizar la no menos retocada, redefinida y redecorada capilla dedicada a los “mártires” cordobeses de entre los que el monje Eulogio destacó en los años centrales del siglo IX.


Capilla dedicada a los mártires cordobeses en la que la transformación de la decoración y de los arcos del edificio califal es muy destacada

Martirio que nos ilustra que los oscuros frente a los claros primaron en no pocos momentos de la historia del mutuo vivir de musulmanes y cristianos (sin olvidar a los judíos cuyas persecuciones por parte de ambos). Eulogio parece que mostraba una sensibilidad parecida a la de nuestros coetáneos caricaturistas del periódico danés Jyllands Posten o el francés Charlie Hebdo, que no reparaba en que criticar a Mahoma o ridiculizarlo era y es tenido por un insulto de máximo calibre por parte de muchos musulmanes. Choque de sensibilidades que puede que desde el punto de vista teórico haya de dirimirse en el altar de la libertad religiosa, pero que en el caso de San Eulogio, tras su “martirio” o ajusticiamiento (depende de quien lo defina) terminó petrificándose después de la conquista castellana de Córdoba en su altar de la catedral (antes mezquita) mientras que en el caso de la controversia de la caricaturas se produjo en 2005 y en 2015 un revuelo y una violencia tales que evidenciaron una delicada dinámica que permea nuestro mundo globalizado que por una parte hace que Dinamarca o Francia se puedan encontrar en el centro de las miradas de un mundo sin fronteras religiosas (aunque pueda desear blindar las nacionales) pero por otra lleva a que entre la libertad de expresión y la libertad de prensa se pueda introducir la rabia como factor difícilmente computable en cualquier ecuación jurídica.

Volviendo a Córdoba, junto al culto católico, por otra parte poco relevante si tenemos en cuenta el escaso número de sus seguidores habituales y ese "objeto de deseo" del culto islámico solo imaginado, resulta verdaderamente descollante el uso del lugar como meta de todo turista que pase por la ciudad y que bajo ningún concepto podría dejar de visitar el edificio. Miles y miles de ellos a cada momento, lanzando miradas múltiples, incluso hasta las de la religión desalojada, en ocasiones tamizada por las inexcusables exigencias del turismo imperante que no puede perdonar el trofeo fotográfico, que, evidentemente, no se buscará ubicar en las partes del edificio trastornadas por el catolicismo triunfante, sino que se centra en el mirhab como eje (aunque no para orar en este caso y por tanto no hay impedimento por parte de los guardias de seguridad del recinto).


Recuerdo fotográfico ante el mirhab de la mezquita de Córdoba

La permanencia secular en el edificio de estos elementos no deja también de evidenciar, por otra parte, una sensibilidad muy particular por parte de los usuarios a lo largo de los siglos del espacio desde su cristianización. Muestra un respeto patrimonial frente al que quizá la reivindicación de la exclusividad en el nombre y uso religioso que se realiza por algunos actualmente resulte extraño y que contrasta con otros ejemplos, como el del mirhab del palacio de la Aljafería de Zaragoza donde la luz buscada para dar resalte y colorido cambiante al lugar se conseguía con una solución arquitectónica que se avenía bien a la hora de instalar una salida directa de humos para la cocina cuartelaria que sin el menor respeto al monumento se instaló en el lugar y que solo una cuidadosa restauración ha conseguido que recobre, por lo menos parcialmente, su antiguo esplendor.


Mirhab de la Aljafería de Zaragoza

Mirhabs que de todos modos han ido perdurando acá y allá, incluso en lugares como Granada en los que la antigua mezquita mayor fue arrasada, anegada por la presencia hasta de la tumba de los reyes conquistadores de la ciudad, pero que enfrente de la capilla que alberga sus cuerpos, en la Madraza, la que fue la antigua universidad islámica, se muestra en todo su esplendor.


Mirhab de la madraza de Granada


 


Resumiendo, la que fuera mezquita aljama de la capital del califato andalusí, la mayor del mundo musulmán en su día tras la de La Meca, y que anteriormente había sido una basílica visigótica dedicada a San Vicente, es desde el punto de vista eclesiástico "Catedral de la Asunción de Nuestra Señora".


Placa proveniente de la basílica visigoda de Córdoba sobre la que se construyó la mezquita. Museo de la Mezquita, Córdoba

Unos usos cultuales consecutivos que ilustran un camino de perplejidades: el deseo de defender la exclusividad en el uso religioso se combina con un enquiblamiento problemático si se usase en las oraciones islámicas, todo ello aderezado con la cruda realidad de su verdadero uso principal actual: la transformación en atracción turística, que con dificultad podría mantener una “convivencia” con un mayor grado de utilización religiosa.