Material preparado por Francisco DIEZ DE VELASCO Este material electrónico tiene licencia Creative Commons (atribución no comercial sin derivadas 3.0 unported) Las fotografías y los textos han sido realizadas por el autor, que pertenece al grupo de investigación HISTOREL de la UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA |
¿DESDE CUANDO HABRÍA RELIGIONES?
Pensar más allá de los diferentes relatos religiosos sobre la creación (donde el ser humano es por naturaleza necesariamente religioso), centrándonos en el proceso de hominización y sapientización que estudia la antropología lleva a que surja la pregunta: ¿desde cuándo se pueden testificar religiones en el territorio que nos interesa, la Península Ibérica?... ¿Desde cuando se pueden testificar rituales?.
Desde luego los ritos de muerte son los más
antiguos que se pueden rastrear. "Nuestra especie" (homo sapiens),
los humanos modernos, realizan esos rituales.
Parece que otra especie emparentada y que pobló
la Península Ibérica, los neandertales (homo neanderthalensis),
tenían la estructura fisiológica y genética que evidencia
que eran capaces de utilizar un lenguaje complejo, elemento imprescindible
a la hora de poder transmitir las informaciones que permitirían
compartir significados religiosos comunes.
PERO, ¿Y ANTES?
REPRESENTANDO FIGURAS: ¿rituales de caza? ¿experiencias chamánicas? ¿arte por el arte?
Es muy difícil otorgar significados seguros a imágenes para las que no tenemos palabras, por eso se ha tendido a interpretarlas dependiendo del gusto de cada época.
Cuando se descubrió Altamira y las otras cuevas
con pinturas de la zona cantábrica y pirenaica y se aceptó
que eran obra de los pobladores prehistóricos de la zona, se pensó
que ilustraban rituales mágicos para propiciar la caza, se imaginaba
que al pintar al animal se capturaba su esencia. Las pinturas eran por
tanto MAGIA, una interpretación que correspondía al gusto
de la época, ya que pensaban que los "primitivos" (como se les llamaba
entonces que incluía tanto a los prehistóricos como a los
grupos étnicos colonizados) tenían un pensamiento irracional
y salvaje que solo gracias a la acción civilizatoria podía
superarse.
Muchas otras interpretaciones tan etnocéntricas
o religiocéntricas como esta se han ideado desde entonces para intentar
explicar el fascinante arte prehistórico. Por ejemplo la que descarta
que tenga cualquier significado religioso y propone que corresponde a la
necesidad innata humana: sería arte por el arte.
Altamira (Santander), bisonte
Figurilla de marfil de un cérvido del yacimiento Jarama II (Guadalajara).
Museo Arqueológico Nacional, Madrid
Cabra. Cueva de la Garma (Cantabria)
En la actualidad otra hipótesis tiene muchos
defensores: animales, puntos, manos, humanos en actitudes enigmáticas
no reflejaría lo que está fuera, sino los territorios interiores
del trance, la cueva sería el lugar del trance religioso y los que
lo pintaban, los chamanes de la prehistoria, buscadores espirituales que
usaban el arte como vehículo de expresión de sus vivencias
"místicas".
Manos humanas. Cueva de la Garma (Cantabria)
Cueva de la Garma (Cantabria), vista general de la copia que se encuentra
en el Museo Arqueológico de Santander
Se suele utilizar la denominación de Venus paleolíticas para algunas figuras de mujeres que aparecen en yacimientos prehistóricos. Sin duda es un nombre inadecuado puesto que presupone que serían diosas del amor, como lo era Venus para los romanos. No sabemos ni que nombre tenían ni lo que representaban.
"Venus" de El Pendo (Museo Arqueológico de Santander)
Otro tanto ocurre en épocas posteriores con los que se denominan ídolos y que resultan tan fascinantes y numerosos en la Península Ibérica. ¿Representarían a dioses, a antepasados, o quizá a antepasados divinizados?. Solo caben las conjeturas ya que carecemos de contextos seguros de significado.
De izquierda a derecha: Ídolo en mármol hallado en Morón
de la Frontera;
Ídolo de placa en pizarra hallado en Valencina de la Concepción;
Ídolo antropomorfo en hueso hallado en Valencina de la Concepción,
los tres se encuentran en el Museo Arqueológico de Sevilla
CUANDO TENEMOS SIN DUDA DIOSES los detectamos por tratarse en muchos casos de objetos importados, para los que tenemos elementos de comparación, y en ocasiones llevan hasta inscripciones. Nos ilustra un mundo de religiones en movimiento que es muy antiguo, evidenciándose que la Península Ibérica resulta un territorio abierto en lo cultural y lo religioso. Pensar que se pueden definir elementos religiosos autóctonos es un espejismo, auqnue en la época del nacional-catolicismo franquista se buscaban esas esencias nacionales también en estos territorios de la historia más antigua.
Estas influencias resultan muy evidentes desde hace
algo más de tres milenios, cuando se funda la primera ciudad hispana
en el pleno sentido de la palabra, en Gadir-Cádiz, por parte de
inmigrantes fenicios que traen sus dioses y diosas: por ejemplo Melkart,
que los griegos nombraron como Herakles y los romanos como el Hércules
gaditano y que todavía aparece reflejado en el escudo de Andalucía
y en las calles de Cádiz.
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Hércules dominando la acción legislativa de los padres
constitucionales de las cortes gaditanas en el monumento
levantado en la Plaza de España, realizado entre 1912 (centenario
de la Constitución) y 1929
OTRAS DIOSAS FENICIAS
Diosa Astarté en bronce procedente
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Bronce denominado Carriazo en el que se figura a una diosa entre aves
y flores. Museo de Sevilla
O los objetos religiosos egipcios, cargados de significado en su patria de origen, pero que en la Península Ibérica se debieron repensar, incluyéndose en las tumbas para propiciar un mejor más allá.
Cantimplora de fayenza verde de agua del Nilo
con cuello con decoración de flor de loto y simios, portando las inscripciones: "que Ptah procure un feliz año a su dueño" y "que Neit otorgue larga vida y salud a su dueño". Hallado en la tumba 17 de la necrópolis de Les Casetes, Villajoyosa, Alicante, correspondiente a un guerrero, que incluía armas y material fenicio. Museo Municipal de Villajoyosa, Alicante |
De modo parecido a los que ocurría con los vasos griegos del ajuar de beber vino, que al incluirse en las tumbas propiciaban que el difunto esperase un más allá bienaventurado en compañía de Dioniso en un banquete eterno.
Detalle del ajuar de un guerrero de la tumba 137 de Cabezo Lucero,
Guardamar del Segura, Alicante.
Reconstrucción del Museo Arqueológico (MARQ), Alicante
Una bienaventuranza en el más allá que aseguraría la presencia de esas estatuas que denominamos damas y que han aparecido en la zona poblada por los íberos y que resultan impresionantes.
Dama de Baza, gran figura en piedra caliza en la que se aprecia la
policromía, fotografía realizada in situ en la excavación
del Cerro del Santuario, necrópolis de la antigua Basti;
Dama de Baza en su emplazamiento actual en el Museo Arqueológico
Nacional, Madrid
Dama de Elche, Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
En la parte trasera se aprecia el orificio para albergar las cenizas.