Francisco Díez de Velasco. Universidad de La
Laguna
Presentado en el XI Congreso de la Sociedad Española
de Ciencias de las Religiones "Violencia, Paz
y Religión", Sevilla, 19-21 de Mayo de 2016
1) En su primera época, antes de su estancia italiana (que va de septiembre de 1948 a agosto de 1954) y en los primeros momentos de ésta (hasta 1952 en que presenta la tesis)
El tema de la violencia y la religión no es
tratado ni de modo explícito ni implícito. De hecho
los estudios enfocados sobre temas religiosos no son los más relevantes
ni los principales: son AAM 1943a/d; 1946a; 1947a/d; 1948d/q/r; 1951a,
9 trabajos sobre 43.
2) Sacralización del toro
En su tesis doctoral (AAM 1952a-b) trata el tema de
la sangre y el sacrificio del toro pero no lo hace desde la perspectiva
de la violencia, le interesan otros elementos, en particular los elementos
menos sacrificiales del asunto y en particular el tema del toro nupcial.
En los trabajos que derivan de la tesis (AAM 1953b; 1954a; d; 1962; 1998;
2003; 2015) tampoco se adentra en ese tipo de análisis.
3) Religión, sangre y muerte en García Lorca
Dedicó a la religión en García Lorca
un trabajo fundamental, quizá para muchos la obra maestra del autor
que ha tenido varios formatos y títulos (AAM 1953c; g; 1963; 2010).
La clave es el tema de la sangre y la muerte y en especial la luna y
la sangre/muerte. Pero no habla de violencia de modo expreso aunque
sí hay un análisis del simbolismo cruento…
Resulta interesante plantear que entiende su trabajo
como un "descenso al antro" de García Lorca (era el título
que quería para el libro que preparaba y terminó llamándose
por imposición del director de la colección en la que apareció
en la editorial Taurus (el padre Jesús Aguirre) La metáfora
y el mito.
4) Violencia e irreligión
Desarrolla esta línea de análisis en su
tesis
doctoral española (AAM 1953a), dedicada a Polibio de la que
extrae su último trabajo publicado en vida (AAM 1956), aunque ya
había estudiado el asunto en lo relativo a la comparación
de los personajes de Job y Prometeo (AAM 1954c).
Usa los casos de violencia religiosa, o más bien
de violencia impía (en el contexto de su análisis
de la asebeia) (más bien incluso de violencia política
en contextos de carácter religioso) para apuntalar la idea de que
Polibio es muy crítico respecto de la falta de respeto hacia las
instituciones religiosas oficiales de la ciudad. Según el autor
no sería por tanto un ateo o un irreligioso sino un defensor del
statu quo (se trataría de un planteamiento lógico
con su ideología de que la religión es un invento para controlar
al pueblo)
Los ejemplos que ofrece son los siguientes:
-exiliados de Cineta en Arcadia que se les
deja volver a la ciudad previa ceremonia religiosa (pacto religioso) y
mientras la hacen ya maquinan la violación del pacto y el asesinato
de con quienes pactaron,
-la guerra social (220-217) y la muerte de los
éforos por ser filomacedonios en el altar del templo de Atenea Calcieca
por unos jóvenes… lo analiza como un crimen contra la religión
política, es un pecado nacional además de religioso,
-el rey Prusias, que un día hace
un sacrificio a Esculapio en Pérgamo y al día siguiente destruye
los templos de la ciudad incluido el de Esculapio:
AAM 1956: 58 = AAM 1959b: 423 = AAA 2008: 209:
"Lo interesante es que Polibio condena aquí a
Prusias como impío y como religioso, como incrédulo
y como simulador de piedad y que olvidándose de los múltiples
saberes pragmáticos que posee y de toda la ciencia y experiencia
militar (que en tantos otros pasajes acredita y propugna con vehemencia)
, parece estar dispuesto a ver en el hambre y en la disentería del
ejército de Prusias, no sus causas naturales e inmediatas, sino
su carácter de castigo divino. En este pasaje se conjugan los rasgos
contradictorios del Polibio religioso y del irreligioso: la violenta
impiedad de Prusias ha servido para sublevar la conciencia político-religiosa
del historiador; análogamente la blanda religiosidad del rey bitinio
repugna al típico racionalismo griego de nuestro escritor; y, en
fin, la incongruencia de ambas actitudes, con sus extremos de ficción
y de violencia, choca con el respeto de Polibio hacia las instituciones
religiosas".
Su análisis se centra en que frente a la violencia
impía se posiciona Polibio leyéndolo como violencia contra
la faceta cultual de lo religioso nacional (frente a la religión
política). Polibio no cree en los relatos míticos (esa parte
de la religión nacional) pero sí en la faceta cultual… es
lógico ya que Polibio entiende la religión como un instrumento
del control político…
Estos episodios le sirven para calificar la posición
polibiana:
AAM 1956: 63-64 = AAM 1959b: 429-430 = AAA 2008:
213-214:
"El mundo antiguo, lo mismo que el moderno, conoció
casos de irreligiosidad virulenta, de irreligiosidad sarcástica
o rencorosa, o blasfematoria, o nihilista. A ninguno de estos tipos se
adscribe la irreligiosidad de Polibio. La suya es la irreligiosidad del
hombre de ciencia (y en tal sentido sus actitudes preludian ciertos tipos
de incredulidad característicos del siglo xix ; recorriendo las
páginas de Polibio se tiene a veces la sensación, ante su
minuciosa escrupulosidad científica, su tesón inquisitivo,
la mole histórica que confeccionó y su mismo estilo realista
e inimaginativo, de estar leyendo a un gran positivista del siglo pasado);
en lugar de la violencia o el rencor; en lugar del sarcasmo irreligioso
que suele florecer de la pluma del artista o del literato Polibio ofrece
una irreligiosidad comprensiva y generosa, conservadora y en cierto sentido
nostálgica. No tiende a destruir, sino a sustituir y aun cabría
decir a perfeccionar racionalmente la religiosidad misma, sin querer desalojarla
con violencia del santuario de las conciencias, deseoso de ver prolongarse
el mundo ritual vinculado a las instituciones patrias. Precisamente por
ser la suya una irreligiosidad característica del científico
y del político Polibio representa un caso, por así decirlo,
químicamente puro, de insensibilidad a todo el contenido mistérico
escatológico y soteriológico de la religiosidad; insensibilidad
que se aviene perfectamente con una forma de vida, como la suya, esencialmente
teórica y política.
Su irreligiosidad se nos ha aparecido así como
una situación contradictoria, es decir, polivalente y escindida.
Polivalente, porque no se limita a negar y rechazar, sino también
a conservar, sustituir y en cierto modo reconstruir y reformar. Escindida
porque brota de una conciencia en la que los valores no se articulan en
torno a un centro unitario, sino múltiple. Desde el punto de vista
de la psicología religiosa el caso de Polibio es una buena piedra
de toque para aquilatar en qué sentido y hasta qué punto
la irreligiosidad puede y suele no ser un nihilismo, y cómo el tipo
del hombre irreligioso es susceptible de situarse más cerca del
reformador religioso que del iconoclasta. Es, sobre todo, un valioso documento
para percibir el peculiar aspecto que adquiere una irreligiosidad en esa
etapa de su evolución histórica en la que sobre el "momento
religioso" predomina el "momento cultural", y Polibio sería un ejemplo
hondamente claro de cómo es no ya sólo posible, sino en cierto
modo inevitable en el seno de comunidades históricas muy evolucionadas,
una especie de religiosidad cultural después de haber sido abandonada
la religiosidad religiosa."
5) Sacrificios humanos y antropofagia ritual en Mesoamérica
Para el tema de violencia y religión el trabajo
clave y su penúltimo artículo (AAM 1955c, publicado en
mayo de 1955 y terminado en la primavera de 1955). Es un tema nuevo, aunque
las cuestiones relativas a Hispanoamérica le interesaron desde sus
primeros trabajos de 1948 en Cuadernos Hispanoamericanos (cuyo primer
director fue Laín y él actuó como primer secretario
de facto y donde publicó 21 trabajos).
El autor plantea el estudio de los rituales mesoamericanos
de sacrificio humano y en general los sacrificios. La idea principal
es la clasificatoria (un interés que se encuentra en muchas
otras obras, muy particularmente en su trabajo de cátedras luego
publicado como libro póstumo: AAM 1961).
Apuesta por clasificarlas como religiones de la mortificación:
AAM 1955c: 167-168 = AAM 1959b: 320-322 = AAA 2008:
163-164
"Cuando los historiadores hablan de las religiones indígenas
americanas suelen caracterizarlas echando mano de un concepto y de un vocablo
que, a fuerza de repetido, parece insustituible: su crueldad. Los ritos
y ceremonias de aquellas religiones, se dice, eran crueles: dioses que
exigían víctimas humanas, sacerdotes que extraían
el corazón de los prisioneros, niños arrojados a las corrientes
subterráneas, mujeres desolladas cuya piel servía para adornar
el cuerpo del oficiante; a veces, en fin, prácticas de antropofagia
ritual. Y siempre la tremenda abominación de la sangre derramada.
La noción de crueldad parece resumir y caracterizar cumplidamente
el tipo de religiosidad que circuló por las culturas precolombinas.
Y, sin embargo, una mirada atenta a la índole
peculiar de los fenómenos religiosos tiene que delatar como inadecuada
semejante caracterización. Religión cruel, pero todas las
religiones, y no sólo las arcaicas, han dado siempre cauce a diversos
ingredientes y matices de crueldad.
Y por el lado opuesto, tampoco la ternura es un rasgo
del que tengan un monopolio las religiones espiritualistas como el Cristianismo
o el Budismo; también la vemos florecer, a veces bajo formas conmovedoras,
en el paisaje religioso de los pueblos que llamamos salvajes.
Pero la cuestión es otra: crueldad y ternura resultan
ser, de por sí, nociones poco aptas para tejer una red cuyas mallas
apresen la delgada materia de que están hechas las religiones. Más
aún: tal como suele ser aplicada a las americanas la calificación
de crueldad, parece una categoría demasiado profana, y por ello
extranjera al reducto íntimo de lo sagrado.
¿Y las religiones americanas? ¿Son susceptibles
de ofrecer algún rasgo bastante insistente y primordial que sirva
para caracterizarlas? Los historiadores, ya es sabido, insisten en su crueldad.
Pero aquí tratamos de perseguir su contenido más medular
y más sustantivamente religioso. Y puestos a resumir ese contenido
por medio de un concepto, llamaríamos a esas religiones, en forma
algo emblemática, religiones de la mortificación".
El interés de Álvarez de Miranda como analista es que frente a la violencia religiosa opta por aplicar un modelo interpretativo que rehúye en principio las posiciones de descalificación.
Sigue un procedimiento con muchas reminiscencias de los modos de trabajo de la Escuela de Roma. Empieza su artículo con un bloque llamado Presupuestos (recordemos los Presupposti del sacrificio umano, de Angelo Brelich que se publicarán póstumamente, reflejando el curso que impartió en 1967) en el que uno de los apartados intenta un análisis comparado del tema en las religiones antigua. El camino para intentar entender la pulsión violenta es empezar comparándolo con otras religiones, con lo que se hace en otros contextos culturales, y luego determinar lo diferencial, que es justamente lo que le permite delinear la particularidad (la que le lleva a optar en este caso por el concepto clasificatorio de religiones de la mortificación).
Resulta interesante que apuesta por interpretaciones
que casi podríamos denominar ecológicas: la falta
de animales sacrificiales grandes les lleva a mantener la preeminencia
sacrificial del ser humano. Pero no es una interpretación
materialista, puesto que se trata de una razón sacrificial,
no dietética como por ejemplo mantuvo Payne a finales del siglo
XIX o dietético-energética como desarrolló Harner
(Edward Payne, History of the New World called America, Oxford, Clarendon
1899 vol II p. 550-551o Michael Harner, "The Ecological Basis for
Aztec Sacrifice", American E thnologist 4, 1977:117-35; "The Enigma
of Aztec Sacrifice", Natural History 86/4, 1977:47-51).
Para Álvarez de Miranda el sacrificio humano en
el Méjico prehispánico se trataría de un fenómeno
multicausal, aunque el elemento simbólico sería la clave,
estas son sus palabras:
AAM 1955c: 181 = AAM 1959b: 342-343 = AAA 2008:
177-178
"Lo que llevamos dicho de las religiones de Méjico
y Centroamérica nos induciría a preferir otro lenguaje. Más
que pervertida, la religiosidad naturalista parece allí heroicamente
estancada y prisionera de su propio arcaísmo, que le impidió
el tipo de crecimiento normal en estas religiones, que es de signo interiorizador
y depurador, permitiéndole sólo crecimientos reiterativos
y a la larga hipertróficos.
Ahora bien: ¿cómo entender ese estancamiento
representado por la mortificación invariablemente naturalista en
el marco de culturas muy evolucionadas y que son, históricamente,
altas culturas? Esta interrogación, en torno a la cual gira todo
el problema de las religiones americanas como religiones "extravagantes",
no creo que admita una respuesta única. Circunstancias diversas,
materiales y espirituales, hubieron de concurrir, seguramente, a hacer
de aquellas religiones las religiones de la mortificación del hombre.
Entre las primeras no dudaríamos en señalar como importante
la inexistencia de un régimen ganadero que permitiese allí,
como lo permitió en las religiones del mundo antiguo, el progresivo
desplazamiento del sacrificio desde la esfera humana a la animal. Toda
la carne mortificada para vivificar el cosmos tuvo que salir de la cantera
humana; carentes del sucedáneo adecuado, las religiones de Méjico
y Centroamérica hicieron siempre efectivo y endémico en ellas
mismas el sacrificio de Isaac. Pero hubieron de intervenir también
otros factores culturales más íntimos, y ante todo la especial
manera con que aquellas culturas concibieron la inserción del hombre
en la Naturaleza, erigiéndolo simultánea y contradictoriamente
en un ser sublime y abyecto. Sublime, porque hasta su origen material y
carnal le hace partícipe de la naturaleza divina y porque su destino
es el de un vicario de los dioses que hereda de ellos la alta función
de mantener en orden y al día la creación del mundo. Abyecto,
porque ese mismo hombre aparece como tendido y arrojado entre los restantes
seres naturales…"
Llega a apostar porque las guerras en algunos casos tendrían como finalidad principal la religiosa, buscando conseguir víctimas sacrificiales para honrar a los dioses y mantener en marcha el sol (se trataría de una violencia puramente religiosa, de índole litúrgica).
AAM 1955c: 175-176 = AAM 1959b: 333-334 = AAA 2008:
172
"Y, de hecho, tanto el morir en guerra como el morir
sacrificado servían a una misma finalidad vivificadora del mundo.
Por eso el destino de los muertos en batalla era el mismo de los prisioneros
cuyo corazón se ofrendaba al sol; unos y otros llegaban hasta el
cielo y acompañaban siempre al sol en su recorrido. Lo más
significativo de estas creencias es la especial solidaridad entre los mortificados
y la confluencia de la guerra y del sacrificio humano. Los americanistas
han puesto de relieve el hecho de que entre los pueblos náhuatl
y maya las guerras surgían muchas veces, no ya por conflictos políticos
y por colisiones tribales, sino por la necesidad de adquirir víctimas
para los sacrificios, concibiéndose así como canteras del
culto religioso. Yo creo que las identificaciones señaladas expresan,
además, un matiz peculiar que la guerra y las inmolaciones tienen
en estos pueblos, configurando ambas cosas como una especie de abnegados
torneos en pro de la mortificación. Una de las formas características
del sacrificio azteca consistía efectivamente en un torneo: era
el torneo mortal entre el prisionero y sus sacrificadores. El matador se
identificaba y en cierto modo se intercambiaba con la víctima, surgiendo
entre ambos un tipo de relación casi caballeresca, así como
en la evocación del deicidio la víctima se identificaba con
el dios cuya figura encarnaba en una sacra representación de valor
casi teatral. Es difícil hallar religiones que hayan elevado tanto
como éstas la práctica de la mortificación confiriéndole
semejantes desarrollos lúdicos y litúrgicos".
A pesar de su intento de buscar una cierta neutralidad analítica y clasificatoria que no desvirtúe totalmente el estudio no deja de necesitar reivindicar (recordemos que está en una España nacional-católica y en un catolicismo previo al Concilio Vaticano II) la superioridad del cristianismo, también en este tema.
AAM 1955c: 170 = AAM 1959b: 324-325 = AAA 2008:
166
"Como tantas otras nociones de valor religioso, la de
"mortificación" ha sido levantada por el Cristianismo hacia la esfera
de un alta espiritualidad. Dentro de él, y aun cuando sea practicada
bajo las formas más cruentas, estos es, como "mortificación
de la carne" está sirviendo a un proceso de interiorización,
forma parte de un ejercicio enderezado a eso que los tratadistas de Ascética
llaman la perfección espiritual. Por sangriento que sea, el acto
del disciplinante cristiano consiste en sacar partido para la "vida espiritual"
hasta de los más carnales niveles de la vida natural. Las religiones
arcaicas, ya se sabe, no alcanzaron conceptos tan sublimados. No conocieron
el sentido de la mortificación como ejercicio de tan alto valor
espiritual, aunque sí la realizaron muchas veces como práctica
material y natural. Más aún, la ejercitaron como práctica
incluso más externa e ilimitada que las religiones espiritualistas,
puesto que no retrocedieron ni ante la mutilación ni ante esa mortificación
totalitaria, que es la inmolación, el acto de hacer literalmente
de una vida una muerte".
Álvarez de Miranda, por tanto, presenta rasgos interesantes en su modo de enfrentar violencia y religión pero, como resulta lógico, es un intelectual de su tiempo, y ese tiempo era la España de mediados de la década de 1950 donde la religión de la Nación no podía compararse con ninguna otra, ni siquiera en el quehacer de un universitario forjado en la metodología comparativa que era elemento clave en la "Scuola di Roma".
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-1944: “Pedro Muguruza no es solo arquitecto”: Cisneros
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-1944a: “Reseña a Condesa de Campo Alange, María
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91-93.
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-1945b: "Arte y política":Revista de estudios
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-1945c: “La tragedia griega y los problemas de su utilización
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(traducción de J. García Mercadal), Madrid, Ediciones y Publicaciones
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-1946a: “Reseña a H. W. van Loon, Las artes”:
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1, pp. 28-33.
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-1948c: “Breviario del Quijote": Cuadernos Hispanoamericanos,
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-1948e: “Los pueblos de España": Cuadernos
Hispanoamericanos 3, pp. 588-591.
-1948f: “Picasso antes de Picasso": Cuadernos Hispanoamericanos,
3, pp. 599-603.
-1948g: “Temas del Barroco": Cuadernos Hispanoamericanos,
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-1948i: "Las profecías se cumplen": Cuadernos
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-1948k: "La joroba de Kierkegaard": Cuadernos Hispanoamericanos,
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12, p. 1. Accesible online en la dirección: http://www.filosofia.org/hem/194/alf/ez1201.htm
(Obras I, pp. 143-147).
-1948m: "Sobre el estilo": Alférez, 14-15,
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(Obras I, pp. 165-169).
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(firmado genéricamente como Alférez pero recopilado como
del autor en Obras I, pp. 173-179).
-1948q: "La civilización, el pecado y nosotros":
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-1949: "España como deseo": Alférez, 23-24, pp. 6-7. Accesible online en la dirección: http://www.filosofia.org/hem/194/alf/ez2306.htm (Obras I, pp. 227-239).
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Ediciones Cultura Hispánica (colección Santo y Seña),
105 pp. (Obras I, pp. 243-305; recopilado en Mito, religión
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publicado como monografía en AM 1963).
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-1954d: "Cuestiones de mitología peninsular ibérica":
Revista
de la Universidad de Madrid III, 9, pp. 25-43 (Obras II, pp.
181-210; recopilado en Mito, religión y cultura, pp. 81-100).
-1954e: "El sacerdote en la novela, o la nivelación
de lo sagrado": Revista, 88 (17-23 de diciembre de 1953), p. 7 (Obras
I, pp. 387-392, donde se fecha en enero de 1954).
-1954f: "La religión de los padres": Revista,
94 (28 de enero-3 de febrero de 1954), p. 9 (Obras I, pp. 395-400).
-1954g: "Vuelta a las cosas": Revista, 98 (25
de febrero-2 de marzo de 1954), p. 7 (Obras I, pp. 403-408).
-1954h: "1954: nueve siglos de cisma": Revista,
103 (1-7 de abril de 1954), p. 7 (Obras I, pp. 411-416).
-1954i: "Poesía del tiempo precario": Revista,
107 (29 de abril-7 de mayo de 1954), p. 7 (Obras I, pp. 419-424).
-1954j: "Anécdota de una autocrítica ejemplar":
Revista,
113 (10-16 de junio de 1954), p. 5 (Obras I, pp. 427-432).
-1954k: “L’antica religione mediterranea nella tradizione
iberica”: Rassegna mediterranea VII,2, s.p. (6 pp.).
-1954l: "Religiones del Japón. Consideración
especial del sintoísmo", inédito mecanografiado (fechado
en mayo de 1954), 18 pp.
-1955:
El saber histórico-religioso y la ciencia
española. Primera lección dada en la cátedra de “Historia
de las religiones, Madrid, Universidad de Madrid, 38 pp. (Obras
II, pp. 289-315; recopilado en Mito, religión y cultura,
pp. 1-18).
-1955a: "Reflexiones sobre lo telúrico": Cuadernos
Hispanoamericanos, 61, pp.37-49 (Obras I, pp. 435-456).
-1955b: "Carácter de las religiones de Méjico
y Centroamérica": Cuadernos Hispanoamericanos, 65, pp. 167-184
(Obras II, pp. 319-347; recopilado en Mito, religión y
cultura, pp. 163-181).
-1955c: "El padre Wilhelm Schmidt, España y la
etnología": Arbor, 32 (119), pp. 275-287 (Obras II,
pp. 351-372).
-1955d: "El mito del buen salvaje": fechado en Madrid
en 1955 (Obras II, pp. 375-378).
-1955e: "Un tratado de Historia de las Religiones", Cuadernos
Hispanoamericanos 61, pp. 109-112.
-1955f: "Reseña a Wilhelm Schmidt, Der Ursprung
der Gottesidee": Arbor, 31 (113), pp. 171-174.
-1955g: "Una interpretación histórica de
nuestro tiempo", Cuadernos Hispanoamericanos 62, pp. 241-245.
-1955h: "Un nuevo libro de José Luis Aranguren",
Cuadernos
Hispanoamericanos 62, pp. 259-261.
-1955i: "Arte y prehistoria", Cuadernos Hispanoamericanos
63, pp. 431-435.
-1955j: “El Libro de Job, comentado por Fray Luis
de León”: Revista de Educación X, 27-28 (enero-febrero
de 1955) pp. 22-25.
-1955k: “Comentario al Fedón de Platón”:
Revista
de Educación X, 27-28 (enero-febrero de 1955) pp. 25-30.
-1955l: “Odore di Roma”, Concretezza. Rivista Politica
Quindicinale, 9, maggio: p. 33.
-1956: "La irreligiosidad de Polibio": Emerita, 24, pp. 27-65 (Obras II, pp. 381-431; recopilado en Mito, religión y cultura, pp. 183-215).
-1959a:
Obras I (Varia), (con prólogo de
Joaquín Ruiz-Giménez) Madrid, Ediciones Cultura Hispánica
(recopilación por Consuelo de la Gándara), 471 pp.
-1959b:
Obras II (Ensayos histórico-religiosos),
(con
prólogo de Pedro Laín Entralgo y epílogo de José
Luís López Aranguren) Madrid, Ediciones Cultura Hispánica
(recopilación por Consuelo de la Gándara), 455 pp.
-1961: Religiones mistéricas (con prólogo de Pedro Laín Entralgo), Madrid, Revista de Occidente, 244 pp.
-1962: Ritos y Juegos del toro (con prólogo de Julio Caro Baroja), Madrid, Taurus, 218 pp.
-1963: La metáfora y el mito, Madrid, Taurus, 72 pp.
-1998: Ritos y Juegos del toro (con una nota preliminar de Pedro Álvarez de Miranda), Madrid, Biblioteca Nueva, 152 pp.
-2003: Le taureau. Rites et jeux, Portet-sur-Garonne, Éditions Loubatières (traducción por Henrique Sopena de AM 1962), 159 pp.
-2008: Mito, religión y cultura. Anthropos, Barcelona (presentación, final y edición a cargo de A. Ortiz-Osés).
-2010: La metáfora y el mito. Intuiciones de la religiosidad primitiva en la obra de Lorca. Edición al cuidado de Pedro Álvarez de Miranda. Renacimiento, Sevilla. 137 pp.
-2015: Ritos y Juegos del toro (con prólogos de Julio Caro Baroja y Consuelo de la Gándara y epílogo de Francisco Díez de Velasco), Sevilla, Athenaica, 308 pp.
Gándara, C. de la / Álvarez de Miranda,
A. (1946), Historia de la literatura universal en cuadros esquemáticos,
Madrid, Ediciones y Publicaciones Españolas S.A., 1ª ed., 70pp.
(5ª ed. 1973, 158pp.).
-id. 1949: Historia de la literatura española
en cuadros esquemáticos, Madrid,Ediciones y Publicaciones Españolas
S.A., 1ª ed., 119pp. (5ª ed. 1972, 120pp., los autores -que firman
de ese modo el prólogo- simplemente aparecen bajo el nombre Gándara-Miranda).