El arquetipo en Eliade, d'Ors y Jung

Francisco Diez de Velasco. Universidad de La Laguna

Conferencia presentada en el VI Encuentro Arte Pensamiento 2016. Fundación Cristino de Vera, La Laguna, 22 de noviembre de 2016.



RESUMEN
La reflexión sobre el tiempo y el intento de desciframiento de constantes en la historia llevaron a Mircea Eliade a emplear el concepto de arquetipo. Lo hace de modo sistemático en su libro El mito del eterno retorno, publicado en París en 1949, pero redactado en parte durante su estancia portuguesa, en la que tuvo varios encuentros con Eugenio d'Ors. En la segunda edición americana, en 1958, redacta un nuevo prefacio en el que expone que usa "el término arquetipo... a la manera de Eugenio d'Ors". Se revisará el modo eliadiano, dorsiano y jungiano de entender la palabra y sus diferencias y coincidencias.


 

1) Mircea Eliade (1907-1986) entre Eugenio d'Ors (1881-1954) y Carl Gustav Jung (1875-1961)
 

 
Aparece en la edición de 1959, Nueva York, Harper Torchbooks, con un nuevo prefacio y con el título que el autor quería ponerle desde que lo estaba ideando en Lisboa: Cosmos e Historia

A la izquierda: primera edición en inglés, Nueva York, Pantheon Books, 1954, con el título que refleja el de la francesa de 1949.
A la derecha: reciente edición de 2004 (Princeton University Press), que vuelve a este título



 

El nuevo prefacio de la edición de 1959

Lo toman, por ejemplo, la segunda 
y sucesivas ediciones alemanas (Kosmos und Geschichte,
Der Mythos der ewigen Wiederkehr, Hamburgo, 
Rowohlt Verlag 1966; id. Frankfurt, Insel Verlag, 
1984, 10-12) o la italiana (Il mito dell’eterno ritorno
Bolonia, ed. Borla, 1968, en que aparece presentado 
como un prólogo ad hoc).
Pero nunca ha aparecido en las publicadas en lengua 
española que reflejan la traducción de Ricardo Anaya 
de Ediciones Emecé, Buenos Aires,1952 (con sucesivas 
reediciones) recogida en España en las ediciones de Alianza 
editorial (Madrid, 1972 y sucesivas) que, a su vez, derivan 
de las ediciones francesas de Gallimard que no incluyen 
este nuevo prólogo, manteniéndose el primero, fechado 
en Cascais 1945-París, 1947, en todas las ediciones 
y sucesivas reimpresiones hasta hoy.


Páginas VIII-IX

"Al usar el término "arquetipo", omití especificar que no me estaba refiriendo a los arquetipos descritos por el profesor C.G. Jung. Fue un error desafortunado. Ya que usar, con un sentido completamente distinto, un término que juega un papel de importancia principal en la psicología de Jung, puede inducir a confusión. Resulta necesario puntualizar que para el profesor Jung los arquetipos son estructuras del inconsciente colectivo. Pero en mi libro no trato en modo alguno de los problemas de la psicología profunda ni utilizo el concepto de inconsciente colectivo. Como he dicho, uso el término "arquetipo" tal como lo hacía Eugenio d'Ors, como sinónimo de "modelo ejemplar" o "paradigma", es decir, en último análisis, en el sentido agustiniano. Pero en nuestro días la palabra ha sido rehabilitada por el profesor Jung, que le ha otorgado un nuevo sentido, y sería ciertamente deseable que el término "arquetipo" no se usase en su acepción pre-junguiana sin que este hecho quedase meridianamente diferenciado"


 

Fotografía de la portada: Eliade y Jung en el Encuentro Eranos de 1952 en Ascona (Suiza).
D. Allen, Mircea Eliade y el fenómeno religioso, Madrid, Cristiandad (traducción de J. Fernández Zulaica de la ed. de París de 1982), 1985, p. 219 trata de la cuestión en el contexto del estudio de la relación (e influencia) de Jung en Eliade

 

Arquetipo en Jung:
"Lo inconsciente colectivo es una parte de la psique que se distingue de un inconsciente personal por víanegativa, ya que no debe su existencia a la experiencia personal, y no es por tanto una adqusición personal. Mientras que lo inconscientepersonal consta en lo esencial de contenidos que fueron conscientes en algún momento pero desaparecieron de la consciencia por haber sidoolvidados o reprimidos, los contenidos de lo inconsciente colectivo nunca estuvieron en la consciencia y por eso nunca fueron adquiridos por el individuosino que existen debido exclusivamente a la herencia. El concepto de arquetipo, que es un correlato indispensable de la idea de inconsciente colectivo, indica que en la psiqueexisten determinadas formas que están presentes siempre y en todo lugar... Mi tesis, pues, es la siguiente: a diferencia de la naturaleza personal de la psique consciente, existe un segundo sistemapsíquico de carácter colectivo, no personal, además de nuestra consciencia inmediata, que es de naturaleza perfectamente personaly que nosotros -aunque le pongamos como aditamento lo inconsciente personal- consideramos como la única psique empírica. Este insconscientecolectivo no se desarrolla individualmente sino que es hereditario. Consta de formas preexistentes, los arquetipos, que pueden llegar a ser conscientessolo de modo secundario y que dan formas definidas a ciertos contenidos psíquicos". "El concepto de inconsciente colectivo" en Los arquetipos y lo inconsciente colectivo, Obra Completa vol. 9/1, Madrid, Trotta, pp. 41-42 (texto de una conferencia de 1936)
 


 

2) Eliade y d'Ors: convergencias vitales y de intereses en torno al arquetipo
 
 

"No hay que olvidar (que Eliade) fue también periodista, con un activo de más de 800 artículos de toda índole: actividad comparable, hasta cierto punto, con la de Eugenio d’Ors, y que hizo de él la brújula de la rebeldía cultural conocida en la literatura rumana con el nombre de Nueva Generación".

(Alejandro Cioranescu “Mircea Eliade. Más allá de la historia” Syntaxis 12-13 (1986-1987), 144-149, recogido en: La forma y el tiempo. Ensayos de literatura general y comparada (edición de Andrés Sánchez Robayna), Madrid/Tenerife, Biblioteca Nueva/Fundación Caja Canarias, 2014, 127-128)


Alejandro Cioranescu (1911-1999)




-La ingente obra de Eliade tanto literaria como periodística o dedicada a la disciplina historia de las religiones resulta bien conocida y su impacto internacional es evidente (para solo resumirlo en unas pocas referencias, véanse las obras y recopilaciones de todo tipo dedicadas por Mircea Handoca (Dosarul  Eliade, Bucarest, Curtea Veche, 1998ss.); las biografías de Florin Turcanu o Mac Linscott Ricketts (Mircea Eliade: The Romanian Roots, 1907-1945, Boulder, East European Monographs, 2 vols. 1988) o la recopilación bibliográfica, aunque incompleta, de D. Allen/D. Doeing (Mircea Eliade, an annotated bibliography, 1980).

-De Eugenio d'Ors todavía no se ha conseguido recensionar completamente toda su extensísima obra, que escribió  a partir de 1899 en catalán, castellano y francés. Comenzó en 1906 un glosari(o) que continuó casi sin interrupción hasta la fecha de su muerte, escribiendo al menos una página diaria para diversos periódicos (lo que suma la cantidad de más de 15.000 glosas), además de sus múltiples libros y artículos. (Para la bibliografía de d'Ors, véase Alicia García-Navarro, Eugenio d'Ors. Bibliografía, Cuadernos del Anuario Filosófico, Navarra, 1991 -puesta al día en la web por Marta Torregrosa: http://www.ensayistas.org/filosofos/spain/Ors/biblio-de.htm-, también la recopilación realizada por Pía d'Ors: http://www.unav.es/gep/dors/bibliografia.htm). En el glosario la palabra arquetipo aparece, por lo menos, desde 1926/1927 o quizá antes).
 
 


La prueba del laberinto, Madrid, Cristiandad, 1980 -ed. or. París 1979, trad. de J. Valiente Malla (conversaciones con Claude-Henri Rocquet)



Reivindica el recuerdo de la mutua admiración entre ambos, teniendo en cuenta la diferencia de edad (casi una generación a favor de d'Ors), y donde, por tanto, la dirección del sentimiento será del más joven hacia el mayor (desde 1928 a 1949), hasta un momento en que ésta se invertirá (a partir de 1949).
 

Eliade tiene su primer encuentro intelectual con d'Ors no en español sino en francés. La diferencia dorsiana respecto de otros pensadores españoles la expone Eliade en su artículo de Vremea del 28 de febrero de 1937 titulado "Del Barroco" (trad. esp. Garrigós, Revista de Occidente 258, nov 2002, p. 179-180): frente a sus maestros y colegas, no dirige su pensamiento solo hacia España, sino también hacia la cultura europea, lo que hace de él un pensador español con un impacto internacional destacado.
Justamente d'Ors utiliza el término arquetipo en su libro de 1935 Du baroque, sobre el que Eliade diserta en esta "glosa" de Vremea.
 
 


Du baroque (traducción de Mme. Agathe Rouart-Valéry, con prólogo del autor y 80 ilustraciones), NRF, Gallimard, París, 1ª ed., 1935 (última edición 2000)
La edición en español: Lo barroco, Aguilar, Madrid, 1944





Pero debió de comenzar a leerlo mucho antes. Su primer libro de impacto internacional (que publicó en francés antes que en español) fue Coupole et monarchie. en las conversaciones con Rocquet dice Eliade:

"En este mismo orden de ideas, escribió una especie de filosofía del estilo, "Cúpula y monarquía". Es una filosofía de las formas, una filosofía de la cultura elaborada por un tradicionalista. Hay traducción francesa de esta obra. Si encuentra este libro en una librería de viejo, no deje de leerlo. Es apasionante".


Coupole et monarchie, suivi d'autres études sur la morphologie de la culture (versión francesa de Mme. Andrée de Stoutz), Les Cahiers d'Occident, 2ºserie, núm. 6, Librairie de France, París, 1926, 117 pp.

Sin duda le impactó la recopilación titulada: Jardín des plantes. Tanto es así que a una recopilación de artículos diversos que envía Eliade para su publicación en 1934 le da el título de Oceanografie (recordar que el libro de d'Ors es una traducción de la edición española de 1921: Oceanografía del tedio, que a su vez apareció en catalán: Oceanografia del tedi, en 1918). Incluso se podría decir que el propio modelo de recopilaciones eliadianas de esta época tienen un cierto aire dorsiano.


Jardín des plantes (Le songe est une vie, Caboche ou la Prévision et la Nouvauté y l'Océanographie de l'Ennui)
traducción de Jean Cassou, Francis de Miomandre y Mercèdes Legrand; con prólogo del autor), Editions J.O. Fourcade, París,1930, 241 pág.



Oceanografie, Bucarest, Editora Cultura Poporului, 1934


Y también la recopilación titulada en francés Au grand Saint-Christophe que ilustra una admiración por d'Ors que también tiene en cuenta las actitudes vitales. En su libro recopilatorio de 1939 titulado Fragmentarium comienza citando el sacrificio dorsiano que realizaba la noche de año nuevo (y que denominó "la page paienne" en la traducción francesa, la que leyó Eliade y que corresponde a una glosa que apareció en su libro: La filosofía del hombre que trabaja y que juega (Barcelona 1914), previamente en catalán Filosofia de I'home que treballa i que juga (Barcelona, 1911)).


Au grand Saint-Christophe (con prólogo del autor: "Au grand Saint-Christophe"; traducción de M. y Mme.Tissier de Mallerais; comprende además "Trois Natures Mortes", traducida por Valery Larbaud), Corrêa, París, 1932, 269 pág.



Fragmentarium, Bucarest, Vremea, 1939 /traducción española de C.I. Aresianu y F, de Carlos Otto, Madrid, Trotta, 2004


Eliade recordaba este sacrificio en su Diario 1945-1969 (p. 77 trad. J. Garrigós, Barcelona, Kairós, 2001) en la anotación del 21 de julio de 1950, reflexionando sobre la pérdida de su Diario de Córdoba, escrito en 1944 y del que estaba muy orgulloso, decía que lo que en d'Ors era inmolación voluntaria, en su caso fue destrucción involuntaria (aunque parece que la obra apareció posteriormente ya que J. Garrigós la incluyó como anexo IV de su traducción del Diario Portugués).

Diario Portugués, trad. esp. J. Garrigós, Barcelona, Kairós, 2001 / Diario 1945-1969, Barcelona, Kairós, 2001(ed. previa, Madrid, Espasa, 1979)


Pero específicamente para el tema del arquetipo le impactaron los planteamientos sobre las constantes históricas que esboza d'Ors en sus reflexiones sobre lo barroco:
-"Métahistoire. Le baroque, constante historique", Revue des Questiones Historiques, año 62, núm. 6, noviembre 1934, pp. 29-34
-Du baroque (traducción de Mme. Agathe Rouart-Valéry, con prólogo del autor: "De ce livre" y 80 ilustraciones), NRF, Librairie Gallimard, París, 1ª ed., 1935, 252 pp.

Aunque en el artículo que le dedica de modo monográfico en Vremea del 28 de febrero de 1937 titulado "Del Barroco" antes citado, solo trata muy de pasada el tema del tiempo y sus constantes, es un asunto que será clave en Eliade y que estudió Couliano en sus diversas acepciones.


I.P. Culiano, Mircea Eliade, Asis, Citadella, 1978 (reed. Roma, settimo sigillo, 2008)




Natale Spineto (Mircea Eliade, pp. 181ss.), que analiza el uso eliadiano del término arquetipo con cierto detalle expone que en 1937 es cuando lo usa por primera vez (en su libro en rumano Cosmología y alquimia babilonica) pero que lo usará sistemáticamente a partir de 1943 como un elemento clave de su análisis. Son fechas muy significativas a la hora de despejar lo dicho por Eliade en el prólogo de 1958, desde luego 1937 es el año en que se evidencia que ha leído el libro de d'Ors sobre lo barroco y en 1943, ya conocía personalmente a d'Ors.


Mircea Eliade storico delle religioni, Brescia, Morcelliana, 2006 / artículo monográfico en Religion, 2008




No es fácil saber cuando Eliade comenzó a leer a d'Ors en español, pero es posible detectar la influencia dorsiana en el artículo "Horror a lo angélico" recopilado en Fragmentarium  (p. 172 de la trad. esp.), donde las referencias a lo barroco y a lo angélico quizá sean guiños hacia el trabajo de d'Ors de 1939 (y uno de los capitales en lo relativo a los temas religiosos): Introducción a la vida angélica, Buenos Aires, 1939 (que no se tradujo nunca).
 
 

D'Ors y Eliade en los años 30

El primer encuentro personal entre ambos se produjo a finales de mayo de 1941 en Madrid, en el primer viaje a España, cuando llevaba Eliade 4 meses en Portugal (llegó el 10 de febrero), lo expone un poco más de año después en su Diario Portugués -anotación del 4 de noviembre de 1942 (p. 52-53) en los siguientes términos:

"Lo (a Eugenio d'Ors) conocí en mayo del año pasado cuando le hablé del mito de la reintegración (Eliade, Mitul Reintegrarii, Bucarest, 1942), y tuvo la amabilidad de decirme que "adivinaba el suficiente rumano" para leer mi opúsculo. Después volvimos a vernos en la casa de Busuioceanu. Entonces le recordé mi idea de hacer una traducción comentada de sus textos más importantes. Pareció sobresaltarse y me invitó a su casa (el 3 de noviembre de 1942) para charlar con él.... Estuvimos dos horas hablando de la antología, cada uno con un cuaderno delante, anotando textos y haciendo sinopsis, índices, etc. Pocas veces he encontrado un escritor mejor gestor de sus propias obras que d'Ors. Quiere que toda su proteica obra aparezca en rumano. Incluso menudencias como la Historia del mundo en quinientas palabras (ya publicada en francés como L'Histoire du monde en cinq cents mots, traducción de René-Louis Piachaud, Kundig, Ginebra, 1938, 20 pp.). Aprecia, con buen sentido, textos menores y a veces tenidos por ridículos. Entre otras cosas, también tiene sentido del humor".

(Alejandro Busuioceanu -1896-1961- pensador y escritor de fama, entonces consejero cultural rumano en Madrid, tras la guerra se exiliará en España y morirá en Madrid -Alejandro Cioranescu le dedicó un trabajo monográfico póstumo "Alejandro Busuioceanu en España" Acta Philologica 5 (1966), pp. 209-219).

Sobre estos encuentros recordaba Eliade más de 30 años después (La prueba del laberinto, pp. 82-83) lo siguiente:

"Iba yo frecuentemente a Madrid a comprar libros  y allí tuve la ocasión de entrevistarme, largamente, dos o  tres veces con Eugenio d'Ors. Era hombre de trato más amable que Ortega. Siempre sonreía. Creo que su mayor ambición era ser bien conocido en Francia. Yo admiraba en él al periodista genial, al dilettante genial. Admiraba su elegancia literaria, su erudición.... Me admiraba su diario, el Nuevo Glosario, el diario de sus hallazgos intelectuales: cada día escribía una página en la que decía exactamente lo que había descubierto o pensado aquel mismo día o, digamos, la víspera, y lo iba publicando al mismo tiempo. Se había comprometido a no repetirse nunca. Yo admiraba este esfuerzo por mantenerse alerta, esta decisión de plantearse cada día nuevas preguntas y tratar de darles respuesta. Es una obra interesante, pero desconocida. Los cinco o seis volúmenes del Nuevo Glosario están agotados en España y nunca han sido traducidos. Por lo demás, tenía puntos de vista curiosos sobre el estilo manuelino; es célebre su libro sobre el barroco".

Otros intereses menos "fáciles" de recordar: Salazar:
 
 


Salazar si revolutia în Portugalia. Bucarest,Gorjan,1942


Antonio Ferro, Oliveira Salazar. El hombre y su obra, Madrid, 1935, pp. VII-XX (para el prólogo de d'Ors)




El juicio resumido:

"Eugenio d'Ors es uno de los hombres de la Europa moderna que me han interesado (me "ha apasionado") desde hace mucho tiempo. Lo que me gusta de él es lo universal, lo paradójico y lo desigual. Leyendo una buena parte de sus libros españoles, me percatado de su genialidad y de su formidable estilo periodístico; de lo próximo que está a un Goethe y, no obstante, qué lejos se ha quedado de él. Como Papini, Huxley, Gide y Unamuno, d'Ors me interesa especialmente por sus defectos, por lo que hay de caduco, de fragmentario e incluso de fáctico en su obra". 4 de noviembre de 1942 del Diario Portugués (p.52):


3) La recepción dorsiana del Mito del Eterno Retorno
 

1949: Le mythe de l'éternel retour (El mito del eterno retorno) y el Traité d'histoire des religions (Tratado de historia de las religiones su obra más famosa entre los especialistas y que empezó a redactar en Inglaterra en 1941).

Eliade se los envió dedicados a d'Ors, en mayo Le Mythe y en septiembre el Traité (en el caso del Tratado, conservado en la biblioteca de Ángel d'Ors Lois la dedicatoria dice: "À mon Maître Eugenio d'Ors, l'hommage et la reconnaissance de l'auteur, Mircea Eliade, Paris, septembre 1949").
 


Le mythe de l'éternel retour con el subtítulo Archétypes et répétition que aparece en la portada solo de las primeras ediciones


Glosa monográfica el 28 de septiembre de 1949 en Arriba titulada: "Se trata de un libro muy importante".

"No es ésta la primera vez que llega a mención en el Glosario un libro áureo y breve, Le mythe de éternel retour, del profesor y diplomático rumano Mircea Eliade; con ser aquél de aparición tan reciente, que la dedicatoria del ejemplar recibido —y que todo me induce a considerar como uno de los primeros libertados de prensa— trae fecha en mayo último. Pero tal es la riqueza de ideas en la obra contenidas; tal, la novedad de su tenor; tal el interés que nos gana su vivacidad, que, una vez el texto catado, su lectura nos requiere a cada instante. Más, a quien, cual yo, entró en sus cercanías teóricas hará más de un cuarto de centuria, cuando hube de dar múltiples vigilias a La concepción cíclica del universo, y a la aducción de las varias doctrinas con su sello marcadas; desde el «Año perfecto» de Platón hasta el «Ring des Ringes» nietzscheano.
Pero, lo que a Mircea Eliade parece interesar primordialmente, no es la creencia en una repetición cósmica de los fenómenos, sino lo que pudiéramos llamar «el vejamen de la Historia», abrigado en la mentalidad arcaica y que también asoma en algunas manifestaciones de la más moderna mentalidad; entre otras, las que me son personalmente predilectas y que pugno por hacer entrar en el andamiaje de la «Doctrina de la inteligencia»… Se trata de una revisión conceptual severa, donde el valor de la noción del tiempo anda en litigio, decaída como ahora se ve del poder tiránico, que le atribuyó —entonces nemine discrepante— el evolucionismo; verdadera religión del siglo XIX, aceptada por la generalidad sin discusión.
Dice Eliade haberle llamado la atención, al estudiar a las sociedades en que se practicó o se conserva el pensamiento que él certeramente denomina «arcaico» —evitando así la superstición contenida en la común adopción del término «primitivo» y, a la vez, la rudeza, inevitable en mi solución, que regresa al empleo del repertorio del «salvajismo»; bien que emancipado de su versión peyorativa—, una íntima rebelión contra el tiempo concreto, histórico; una nostalgia del retorno periódico a un «tiempo mítico de los orígenes», al Gran Tiempo. Esto se traduce en la hostilidad «arcaica» a cualquier tentativa de historia autónoma; es decir, de historia sin regulación arquetípica. Oposición que no es simplemente el efecto de ciertas tendencias conservadoras de las aludidas sociedades, sino de una especial valoración metafísica de la existencia humana; valoración, que no puede confundirse en nigún caso con la que tratan de traer algunas corrientes filosóficas post-hegelianas, principalmente el marxismo, el historicismo y el existencialismo, desde el descubrimiento del «hombre histórico», del hombre que se encuentra en la medida, en que se hace a sí mismo, en el seno de la historia… Ahora lo que nos falta saber —y las reflexiones de Mircea Eliade no han de tardar, sin duda, a llevarle a este orden de comparaciones— es si, a la vez que la lógica del «primitivo» es, en el fondo, la subyacente lógica eterna, la historia anti-historia del «arcaico» es la que nos vale, pese a quien pese. Por de pronto, de algo muy parecido al «principio de participación» se sirve, en lo moderno, la más reciente física de los Quanta. Y algo que puede recordar hasta cierto punto la «historia con regulación arquetípica», se contiene en la «teoría de los eones» y, por ahí, en toda nuestra Ciencia de la Cultura. Dejando así doblemente encerrado en un paréntesis secular el racionalismo y su convencional manera de entender la ciencia y la historia. ¿Y el arte?… Yo creo que, si los discutidores de la Escuela de Altamira no desmayan de repetir, el año que viene, la excelente iniciativa del actual, uno de los primeros invitados a la solemne segunda reunión debe ser el profesor y diplomático Mircea Eliade".

En las entrevistas de Claude-Henri Rocquet con Eliade (pp. 82-83) se expone el recuerdo que conservaba Eliade de este momento:

"Rocquet: —Lo que no me dice es que Eugenio d'Ors admiraba a Mircea Eliade.
Eliade: —Es cierto. Conocía "Zalmoxis" y le había gustado mucho "El mito del eterno retorno". Esta admiración se gestó mediante un intercambio epistolar y algunas largas conversaciones.
Rocquet: —El 3 de octubre de 1949 anota en su Diario: «Eugenio d'Ors me envía un nuevo artículo sobre "El mito del eterno retorno", que lleva por título "Se trata de un libro muy importante". Más que cualquier otro crítico cuyas recensiones haya leído yo, Eugenio d'Ors se siente entusiasmado por el hecho de que haya puesto de relieve la estructura platónica de las antologías arcaicas y tradiciones (''populares")».  Es cierto que añade: «Espero, sin embargo, que se entienda también el otro aspecto de mi interpretación, relativo a la abolición ritual del tiempo y, en consecuencia, la necesidad de la "repetición". Las conversaciones que acerca de este tema he mantenido hasta ahora han sido decepcionantes..."
 
 
 

D'Ors en sus últimos años

La primera glosa que dedicó al libro el 17 de junio de 1949 en las contribuciones que bajo la denominación «Estilo y Cifra» publicaba con una periodicidad cercana a la semanal en La Vanguardia Española, bajo el título «Ontología arcaica»:

"Lo único que me duele es que, el doctísimo Mircea Eliade, al publicar su libro sobre Le Mythe de l'éternel retour, no se haya acordado a punto de mi Concepción cíclica del universo,  en que la creencia en la repetición era presentada como una constante histórica; bien que se la situara preferentemente como aplicable a lo cosmológico, allí donde Eliade lo coloca en lo mítico. Presumo que la razón del olvido no ha podido ser la ignorancia. De una parte, la bibliografía puesta por el autor, al final del volumen, le muestra a él en documentación rica y concienzuda. De otra parte, siendo el mismo un escritor rumano, no le asiste el derecho, que tal vez le asistiera de ser, por ejemplo, francés o alemán, para no aplicar a textos españoles o portugueses la fidelidad de dicha documentación, que alcanza hasta publicaciones de Helsinki y de Bombay. Añado que el curso en que se estudiaba la concepción cíclica se dio en Lisboa, ciudad donde el señor Eliade ha residido largos años. Por último, y según testimonio de Alejandro Busuioceanu, éste, con Busuioceanu mismo, preparaban hace algún tiempo, una antología rumana de páginas mías… Bien es de creer que las teóricas entraban como las de corte más literario en la base de la selección(...) vamos a subrayar, desde el presente instante, cuanto en Le Mythe de l'eternel retour me ha interesado, entre mil otros temas de reflexión y, para mí, de oportunidad, lo referente a las repeticiones de la actitud de Creación en la vida ritual de las sociedades arcaicas. Precisamente a la tesis de la creación perpetua he podido consagrar dos recientes estudios: uno, aparecido en la revista bibliográfica Ínsula; otro, en la carmelitana Revista de Espiritualidad . Continuo simulacro, la creación humana, del tránsito entre el Caos y el Cosmos, exige el sacrificio de una corriente a una figura, que detiene a la primera, que la «obtura», en su carrera fatal hacia la muerte. Este sacrificio, en suma, permite que algo exista. La existencia constituye el premio de la creación, no su resultado. Cualquier existencia presupone la colaboración entre una actividad y una eternidad. Eliade estudia en su obra esta doble fuente en las civilizaciones arcaicas. La figura se traduce a arquetipo, la actividad propende a la repetición. Tres grupos de hechos traducen la ontología arcaica. Primero, los elementos cuya realidad es función de la repetición, de la imitación de un arquetipo celeste. Segundo, ciudades, templos, casas, cuya realidad es tributaria del centro supraterrestre que los asimila a sí mismo y que los transforma en «centros del mundo». Y tercero, los rituales y los gestos profanos que no realizan el sentido que se les preste más que repitiendo deliberadamente algunos actos pretéritos, propuestos por dioses, héroes, antepasados. La ontología arcaica, que sólo ahora la ciencia ha comenzado a estudiar, nos ofrece una demostración nueva de la necesidad de una explicación de la metafísica de los seres por la metafísica de los gérmenes".

Se ha conservado una carta, fechada en Lisboa el 29 de noviembre de 1942, enviada por Eliade a Alejandro Busuioceanu  en la que se detalla el proyecto:

"Me apresuro… a comunicarle los textos de Eugenio d’Ors que tendría que traducir:
1. Fragmentos extraídos de  «Tres horas en el museo del Prado»
2. un capítulo (o fragmentos) de «L’ art de Goya»
3. idem de «Baroque»  (el autor pondrá a su disposición un ejemplar ya que el libro no ha sido publicado en español)
4. Cualquier otro texto importante de historia del arte (d’Ors me ha hablado de un «Picasso» en francés que se publicó en una tirada limitada, podría escoger algo ahí).
Dejo a su cargo igualmente la traducción de seis o siete poesías que d’Ors tiene gran interés en que aparezcan publicadas en Rumanía, pues reconozco que no destaco en la traducción de versos.
Sería magnífico que, además, pudiera traducir algunos fragmentos del «Glosario catalán»   porque está usted mejor preparado que yo para ello. D’Ors me sugirió que se tradujesen de esta obra en torno a unas siete glosas y que se escogiesen ocho o diez del «Nuevo glossario»  así como del último glosario en lengua francesa.
Quedaría como labor mía los textos de filosofía, de historia y de literatura (ficción, biografía romanceada). He comenzado, e incluso hasta he terminado, la versión rumana de la filosofía de los estilos.  Añado que, evidentemente, es usted libre de escoger cualquier otra obra o fragmento que le resulte de interés. Por otra parte tiene usted toda libertad para definir la extensión de las traducciones. Según mis cálculos la traducción de los textos listados anteriormente, incluyendo el «Glosario catalán», llenaría, teniendo en cuenta prefacios y comentarios, unas cincuenta o sesenta páginas de imprenta. No descarte que pueda llegar a cien o ciento veinte, en tal caso yo me contentaría únicamente con ciento veinte páginas para la parte de filosofía y crítica filosófica…"
Conservada en la Dirección de los Archivos Nacionales de Rumanía, fondo Alexandru Busuioceanu D77 f 24. La carta la publicó en primer lugar, en traducción francesa, Florin Turcanu, «Une correspondance inédite autour de la revue Luceafarul (1948-1949)» en L. Vlad, ed. Pouvoirs et mentalités. A la mémoire du Professeur Alexandru Dutu, Bucarest, ed. Babel, 1999, pp. 205-206 (citada en T, p. 317 nota 23); el texto rumano se ha publicado en M. Eliade, Europa, Asia, America. Corespondenta, (M. Handoca, ed.), Bucarest, Humanitas, vol. 3, 2004, pp. 419-420.
 

Algo de este asunto se puede ver reflejado en el Diario 1945-1969 de Eliade, en la anotación del 9 de junio de 1951:

"Alejandro Busuioceanu me envía otro artículo de Eugenio d'Ors, "del mito" ("Arriba" 3 de junio), en el que habla entusiasmado de El mito del eterno retorno. Y parece acusarme de no haber profundizado en el sentido filosófico de mi descubrimiento, y de haber dado más importancia a la "erudición". Busuioceanu escribe: "Un matiz de impaciencia se agrega a la admiración que siente por tu pensamiento. Repito las palabras que me dijo un día: "Yo no sé si Mircea Eliade de se da cuenta de a dónde puede llevar a su descubrimiento sobre los arquetipos". Espera una continuación de tu libro... Y tengo la impresión de que, en el ocaso de su vida, experimenta una curiosa sensación de pesar por no haber escrito el libro que has escrito tú".

Este es el texto dorsiano al que se refieren ("Del Mito" en  Arriba: 3 de junio de 1951, final del artículo):

"Otra de las indagaciones que cabría aportar a la recta comprensión del pensamiento mítico, en función de dialéctica figurativa, es la llevada a cabo recientemente por un pensador rumano, Mircea Eliade; tan interesante para mí, que yo, la verdad, vivo temblando por su tardanza en aprovechar el magnífico descubrimiento, que parece anunciarse en su obra, y que, más de una vez, nos movería a gritar, «¡que te quemas!», impaciente... Un ensayo esbelto, rotulado con excesiva modestia, integra la labor filosófica de Mircea Eliade. Nosotros nos atrevemos a pensar que la <obra>, puesta en comunicación coloquial con alguna contemporánea ... podía traer una decisiva conmoción a la ideología moderna.  ¿Por qué, si, en cualquier sentido, nosotros, españoles,..... no podríamos traer, junto a la noción del mito, la luz de esa función arquetípica que le ha encontrado Eliade? Yo me he esforzado mucho  en verter la historia a vasos de constancia. La plasma Eliade en moldes de repetición. Y nuestro realismo —realismo, en el sentido técnico, que le opone a nominalismo, a relativismo, a historicismo—, es abonado por la caducidad, que hemos traído —y, de esto, sí, que podemos alabarnos—, a la superstición kantiana de la inmanencia, superada victoriosamente por la afirmación de una trascendencia inevitable en el conocimiento, inclusive, el que los frívolos han podido tener por fabuloso. Porque ahora sabemos, que «la verdad está en las figuras». Y "quien hace la verdad, viene a la luz". Quien la hace. No, precisamente, quien la recibe hecha...".

Hay aquí un cierto malentendido que para desentrañarse resulta necesario, acercarse a un documento inédito e indirecto, una carta de d'Ors a Ángel Álvarez de Miranda (que en ese momento ya era catedrático de Historia de las Religiones en la Universidad de Madrid y que murió en 1957) en la que el primero le pide al segundo su opinión sobre la obra de Mircea Eliade.
 
 


Ángel Álvarez de Miranda (izquierda) 
Eugenio d'Ors al final de su vida (derecha)

 


Carta de Eugenio d'Ors a Ángel Álvarez de Miranda fechada el 22 de agosto de 1954 (d'Ors murió el 25 de septiembre de 1954) (agradezco a Pedro Álvarez de Miranda su amabilidad al permitime acceder a esta correspondencia)

"También quisiera saber su opinión sobre los libros de Mircea Eliade, a quien, hace tiempo, conocí personalmente en Lisboa, y a quien he leído mucho, tanto en un breve opúsculo sustancioso, como "El eterno recomenzar", que me impresionó mucho, como en la "Historia de las religiones", que publicó Payot y en que, a mi parecer, se abusa de la referencia detallista y prejudicial"
 

Está bastante claro que la crítica dorsiana se enfoca hacia el Tratado de Historia de las Religiones de Eliade y no al mito del eterno retorno...


La correspondencia entre Eliade y d'Ors

Por el momento solo se han encontrado las cartas de Eliade (que se custodian en el Arxiu Nacional de Catalunya en el legado Eugeni d'Ors), pero no las de d'Ors (que estaban en poder de Eliade pero no se han encontrado entre la correspondencia que se encuentra en los fondos de Eliade de la Biblioteca Regenstein de la Universidad de Chicago).

La  primera de ellas, fechada el 11 de octubre de 1949 y que ocupa una carilla completa, el texto (en traducción al español) sería el siguiente en la parte que interesa al asunto del arquetipo:

"Querido Maestro: mucho le agradezco las glosas que ha dedicado a mi Mythe de l’éternel retour. ¡Jamás hubiera podido soñar tal consagración! (...). Estoy muy contento de haber podido, tras tantas vicisitudes, retomar el contacto con Ud. ¡El Diálogo comenzado en 1942! Con mi reconocimiento y admiración. Mircea Eliade".

La carta de Eliade tuvo una pronta contestación por parte de d'Ors, que hizo un envío postal en el que se adjuntaban una serie de obras (incluida la de Aranguren titulada La filosofía de Eugenio d'Ors) acompañadas por una carta que no se ha hallado hasta el momento, pero a la que Eliade se refirió en su Diario no abreviado (todavía inédito), en una anotación del 14 de noviembre de 1949 en los siguientes términos:

"Larga y bonita carta de Eugenio d'Ors. Encuentra una gran similitud entre la filosofía de Santayana, la suya y la mía (Le mythe de l'éternel retour) en lo relativo a nuestros puntos de vista a-históricos".
 

José Luis López Aranguren, La filosofía de Eugenio d'Ors, Madrid, EPESA (Ediciones y publicaciones españolas S.A.), 1945 (posteriormente reeditado y aumentado –con algunas modificaciones- en 1981 en Madrid, Espasa Calpe, y finalmente recopilado en Obras completas José Luis L. Aranguren, volumen 1: Filosofía y Religión, Madrid, Trotta, 1994, pp. 23-207)


Al día siguiente de esta anotación, el 15 de noviembre de 1949, Eliade tomó la pluma para contestar a d'Ors con una extensa carta cuyo texto es el siguiente:

"Querido Maestro: Me ha emocionado tanto su amable carta como el envío de sus textos, cuya lectura me ha inmerso en delicias que me estaban vedadas desde mi partida de Lisboa (ya que mi biblioteca hispánica quedó allí). Huelga decir cuan sensible soy a las apreciaciones que hace sobre mis ideas anti históricas. Al leer el libro del Sr. Aranguren he reparado en varias glosas que iluminan de modo decisivo algunas de mis consideraciones. Sin duda ninguna estas glosas, que ya conocía en la mayor parte de los casos pero que había olvidado, han contribuido, sin que me diera cuenta, a despejar las grandes líneas de mi valoración de las civilizaciones arcaicas. Espero decir algún día todo lo que le debo, al escribir el prefacio a la traducción rumana de sus obras escogidas, cuya preparación había comenzado en 1943... El Mito ha alcanzado notoriedad en España como resultado de sus glosas. He recibido ya algunas cartas. ¿Cree Usted que el libro podrá interesar a algún editor español? Esperando poder volverle a ver relativamente pronto, reciba, querido Maestro mis saludos más cordiales. Mircea Eliade"


4) El arquetipo eliadiano: ¿una deuda dorsiana imaginaria?
 
 
 


El secreto de la Filosofía, Barcelona, Iberia, 1947 (nueva edición, Madrid, Tecnos, 1998)



El secreto de la Filosofía, de 1947, en el apéndice titulado "La Filosofía en quinientas palabras" cita la palabra en tres ocasiones (de 500, un promedio muy notable teniendo en cuenta que son menos de tres páginas) en el sentido de idea con visos de eternidad.

"Se exorciza el tiempo (...) En vez del tiempo, el "eón", la constante. Toda idea, arquetipo, todo arquetipo, eternidad" (p. 443, ed de 1998)


En su obra Lo barroco había utilizado el término en el sentido de modelo ejemplar (pp. 65, 49), pero también en el mucho más ambicioso de constante histórica que asemeja al eón, una noción del pensamiento alejandrino que se refería al tiempo en tanto que eternidad soberana.

Al comparar clasicismo con barroquismo expone:

"El Clasicismo, lenguaje de la unidad, lenguaje de la eterna Roma ideal, y el Barroquismo, espíritu y estilo de la dispersión, arquetipo de esas manifestaciones polimorfas en las que creemos distinguir cada vez más la presencia de un denominador común, la revelación del secreto de una constante humana"

D'Ors había llegado a construir, de hecho, una taxonomía que buscaba dibujar una gradación entre categoría y fenómeno, entre estabilidad y contingencia, entre constante histórica y acontecimiento fútil: eón, arquetipo, tipo, ectipo. Su sistematización última, la más detallada, la desarrolla en la segunda lección de su obra póstuma, La ciencia de la cultura, publicada en 1964 , pero que expone puntos de vista muy anteriores, incluso previos a que conociese personalmente a Eliade y que tenía avanzada cuando publicó El secreto de la filosofía y a la que quería titular El secreto de la cultura, del que ha quedado un folleto publicitario publicado en vida de d'Ors:

El el libro póstumo plantea:

"Una gradación en el camino de las serie continua entre lo categórico y lo fenoménico y que viene marcada por l discernimiento (...) de tres niveles, a que corresponden las tres designaciones de "arquetipos", "tipos" y "ectipos" (...) en el "arquetipo" se asume un amplio conjunto de fenómenos; en el "ectipo", un conjunto mucho más limitado; guardamos el término "tipo" para el nivel intermedio (...) Digamos únicamente que así como el "arquetipo" nos ofrece la presencia del grado más vecino al eón, el "ectipo" nos coloca ya en la vecindad del fenómeno" (pp. 42-43 ed.)
 


La Ciencia de la Cultura (con prólogo de E. Rojo Pérez), Madrid, Rialp, 1964; nueva edición, Santa Coloma, Edendum-URV, 2011


-Pero d'Ors, siempre complejo, no se conforma solo con esa, no poco ambiciosa significación de arquetipo: propone que el arquetipo puede corporizarse, en Introducción a la vida angélica, un libro que Eliade conocía bien.

"Cada uno de nosotros no es solo un individuo, sino también una persona, en otras palabras un arquetipo, un ser que posee un contenido genérico" (p.32),

"Un buen retrato no es otra cosa que la revelación de lo angélico en un ejemplar humano, la sustitución de un aspecto individual por un arquetipo individual"
(pp. 45-46)
 


Introducción a la vida angélica. Cartas a una soledad, Buenos Aires, 1939 / nueva edición Madrid, Tecnos, 1986


En El secreto de la filosofía (p. 111), que probablemente Eliade nunca leyó, d'Ors va más lejos llegando a plantear que el Arquetipo con mayúsculas, no es ni más ni menos que una de las posibles versiones de aproximación a Dios.

"Tres versiones de Dios hay posibles, dentro de la limitación del entendimiento humano: o bien se identifica el Ser Supremo con el Ser Total (panteísmo); o con el Ser causal, causa primera (teísmo); o bien con el Arquetipo, la Antonomasia suprema".
 

"La ambivalencia y la polaridad se verifican no sólo en toda cultura y en todos los planos (por ejemplo en el arte: la tendencia al arquetipo ideal, y el realismo), sino también en la vida del individuo. El esfuerzo hacia el arquetipo, hacia la personalidad clara y creadora, alterna con la tendencia opuesta, la degradación, el estado de larva, la orgía, la embriaguez, etc.)." (Diario Portugués 14 de noviembre de 1942, p. 57).
 

¿Porqué cita a d'Ors en 1958 y no lo hizo en la primera edición francesa?

1)-D'Ors ya era en 1958 el antepasado aceptable que en 1949 no podía ser.

2)-Además hay una ventaja adicional, y es que el difunto Eugenio d'Ors no podía contestarle sus afirmaciones y, además, era lo suficientemente exótico para que ningún lector americano (ni probablemente tampoco europeo fuera de España) pudiese verificar, sin el recurso a una gran erudición, la afirmación eliadiana.

3)-Eliade, desde sus años de pésimo escolar sometido a críticas y desprecios, gustaba de ser alabado y tenía un interés grande por recopilar y agradecer los elogios que se le dedicaban, a pesar de que en ocasiones diga lo contrario (en el Diario Portugués donde dice que las críticas no le interesan). Lo expone claramente su mejor biógrafo, Florin Turcanu.


Mircea Eliade. Le prisonnier de l’histoire, Paris, La Découverte, 2003 / Mircea Eliade. Prizonierul istoriei, Bucarest, Humanitas, 2006

Muchos rumanos amigos suyos vivían en Madrid (algunos viejos conocidos de los años de la legación de Lisboa y otros de sus años legionarios), y le habían hecho llegar la enhorabuena por tales glosas, "¡Jamás hubiera podido soñar tal consagración!" le había dicho Eliade a d'Ors en su primera carta, se trataba de un sincero agradecimiento.

4)-Eliade estaba fascinado por España sino que le otorgaba una gran importancia a las opiniones de los críticos y del público españoles. Opiniones que habían sido, en el caso de d'Ors, bastante más favorables a su respecto que en lo relativo a su amigo Cioran como demuestra la siguiente glosa titulada “dudar y asentir” publicada el 16 de abril de 1950 en Arriba, donde la referencia eliadiana se recuerda como modelo recurrente de excelencia frente al contraejemplo que significa Cioran:

Me dicen que por qué no me detengo un poco ante el Précis de décomposition, de Emile Cioran, librillo de clásica y deliciosa escritura, aparecido en la misma colección que otro de su compatriota el rumano Mircea Eliade; al cual, en cambio, tienen dedicadas mis glosas atención insistente. Y la verdad es que no puedo fijarme en aquél; porque él no se fija de ninguna manera ante mí. Es una exposición sin asidero. No nos duelen prendas: estamos dispuestos a reconocer la verdad del universal fluir. A condición de que, por lo menos este fluir sea verdad. ¿Cómo reconoceremos una fluencia, si no la parangonamos con alguna constancia?...”

5)-Se libra de Jung: un fragmento inédito del diario del momento, fechado el 21 de agosto de 1951: "Los arquetipos de Jung me horrorizan".